Boston, 1938. Mientras conducimos por una oscura carretera, con la única compañía de la luna a ciertos intervalos, se nos cruza una figura femenina, que creemos arrollar con nuestro vehículo y nos hace tener un accidente. Nuestro protagonista, herido, no duda en salir del coche con la intención de buscar a la chica que creímos ver y atropellar, y para buscar auxilio para nosotros mismos.  No se nos ocurre nada mejor que adentrarnos en la mansión que se encuentra frente a nosotros, la mansión Vesper. Con este preámbulo, el estudio francés OSome Studio nos presenta su primera obra, White Night, un survival horror con temática sobrenatural, estética noir y alta carga narrativa, una suerte de combinación que acaba convirtiéndose en todo un acierto.

La aventura nos invita a investigar la antigua mansión de los Vesper, familia rodeada de infortunios de la que iremos conociendo su historia a medida que vayamos encontrando coleccionables de varios tipos: recortes de periódico, cartas, hojas de diario… Todo lo necesario para ir descubriendo el secreto que la casa encierra. Para ponernos en situación, OSome Studio ha diseñado una aventura que nos recuerda a las primeras incursiones de la saga Resident Evil gracias a un ritmo pausado, una atmósfera por momentos opresiva y un juego de cámaras fijas, que añade más tensión a la acción. La mecánica principal una vez aparece un enemigo no es otra que escapar de las apariciones que nos acechan. Podemos lograrlo si encontramos una fuente de luz, único lugar donde no pueden alcanzarnos. Por lo demás, nuestro detective, un estereotipo que tampoco desentona con la aventura y ambientación, podrá leer escritos, pulsar interruptores, mover y usar objetos, forzar ciertas puertas y usar cerillas, porque en muchas ocasiones nos quedaremos totalmente a oscuras y serán lo único que nos ayudará a seguir.

Básicamente, estas son las acciones que podremos hacer, y donde llama la atención que no tengamos movimientos de ataque o defensa, y es que toda la mecánica del juego se basa en devolver la luz a ciertas partes de la casa para tener lugares seguros donde los entes fantasmales de antiguos miembros de la familia no puedan dañarnos, mientras avanzamos resolviendo puzles para conseguir más luz, a la vez que argumentalmente intentamos comprender que pasó allí, y qué ha sido de la chica que creímos atropellar. Parece sencillo, sí, pero nada más lejos de la realidad, hay que explorar, volver a áreas ya visitadas para comprobar si un nuevo objeto nos permite conseguir una nueva acción que antes no nos era posible hacer y esto abre otro camino antes cerrado.

Como he mencionado con anterioridad, nuestro protagonista es un detective privado en horas bajas, que sale de a saber qué tugurio de ahogar sus penas en alcohol, y esto, además de ayudar a provocar el accidente, da lugar a que  nos regale unos monólogos cargados de cinismo dignos del mismísimo Max Payne, igual de frío, igual de crudo, y perfectamente adecuado para la época donde nos encontramos, finales de los 30, aún sufriendo las consecuencias de la Gran Depresión que ha sumido a la sociedad en una decadencia que sentiremos en nuestro personaje y en especial en los malogrados miembros de la familia Vesper. O mejor dicho, en sus diarios y cartas.

En este sentido OSome Studio ha conseguido un equilibrio adecuado entre narrativa y jugabilidad, asegurando que no queramos soltar el mando hasta saber un poco más. Desafortunadamente el alto ritmo narrativo decae un poco en la segunda mitad del juego, cuando empezamos a entender qué está pasando, y las sorpresas son las esperadas. Si bien el juego sí consigue que la intriga y la ambientación sobrecogedora se mantenga hasta el final, el cual tampoco es el esperado para sorpresa del jugador. Con una duración en torno a las cinco o seis horas, se echa de menos quizá que hubieran incluido más exteriores que hubiesen alargado la vida del título.

¿Y cómo han conseguido los chicos de OSome Studio esta ambientación tan efectiva para un survival horror que bebe de lo más clásico? Sencillamente con un apartado técnico consistente y un diseño artístico soberbio. Todo el juego está diseñado en blanco y negro, con interacciones del amarillo rojizo para representar la luz de una bombilla o de nuestras cerillas, pero como norma general el blanco y negro.  Un poema al mejor cine noir, que hay que admitir, a un survival horror que juega con las luces y sombras, le ha quedado perfecto, como si la simbiosis siempre hubiera sido esta y estuviera esperando para ser experimentada y llegar al gran público.

También es importante destacar la carga narrativa con la que se ha dotado al título. Nuestro detective, a veces casi poeta, nos regalará un hilo conductor lo suficientemente interesante para adentrarnos en la oscuridad un poquito más y más, y cuando nos queremos dar cuenta, ya estamos atrapados por este notable juego.

Pero no es oro todo lo que reluce; la versión de Nintendo Switch arrastra algún que otro defecto que no debería suponer un problema a la hora de ser subsanado con un parche. Podemos destacar unos tiempos de carga anormalmente largos donde por momentos tenemos la sensación de que el juego se queda bloqueado, aunque unos segundos después siga, y estas micro congelaciones también nos pueden sorprender aleatoriamente cuando entramos a una nueva habitación, aunque no sean mas que un par de segundos. Otro problema es el motor de colisiones, ya que en más ocasiones de las deseadas nos veremos enganchados por un camino en el que a simple vista parece que podemos pasar. Es cierto que a esto ayuda el apartado artístico en blanco y negro que a veces provoca que nos cueste controlar los bordes y los límites del escenario y los objetos, aunque todo es acostumbrarse. Esperemos que OSome Studio tome nota y reduzca las molestias ocasionadas tanto por los extensos tiempos de carga como por los crasheos ocasionales.

Sin embargo y a pesar de todo lo anterior, White Night es un juego notable, un cóctel de ideas acertadas y bien mezcladas que nos ofrece un juego que merece, como mínimo, una oportunidad. Una fórmula clásica con una ambientación de cine de los años 30 que, sin embargo, se siente tremendamente fresca. Además, el uso de la luz y oscuridad resulta tanto o más acertado —e importante— que en en el fantástico Alan Wake de Remedy. No por nada el juego tiene también reminiscencias de Alone in the Dark, donde algunos desarrolladores de la versión de 2008 se encuentran hoy en día en las filas del estudio.

Al gran apartado artístico le acompaña sin duda una gran banda sonora, no demasiado intrusiva, más dedicada a acompañar, donde predominan las notas de un jazz decadente y melancólico que se fusiona perfectamente con todos los elementos antes citados creando una obra que nos invita a ser probada, una invitación que no deberíamos rechazar. El doblaje del juego es en inglés con subtítulos en varios idiomas, entre ellos el español. El juego, aunque ya llegó a otros sistemas, acaba de ser lanzado en formato digital para Nintendo Switch al precio de 14,99€, una cifra bastante atractiva para lo que nos ofrece.

Toda una sorpresa que, juntando elementos habituales de los títulos de terror más populares, así como del mejor cine noir de los años 30, nos hace partícipes de una obra capaz de atraparnos de inicio a fin. A pesar de su corta duración o de sus inconvenientes técnicos, White Night resulta sumamente recomendable.

 


Este análisis se ha realizado con una copia cedida por Playdius Games