El personaje más gamberro de Nintendo vuelve a la carga con una nueva entrega. Tras 5 años de ausencia desde el último juego, WarioWare gold nos propone una nueva tanda de divertidos microjuegos que no nos darán ni un momento de respiro. En este caso, más es mejor.
La franquicia WarioWare siempre ha tenido un hueco entre los jugadores desde su nacimiento. Posiblemente todo el mundo ha jugado o conoce esta famosa saga, así que ya sabéis como va esto: debemos enfrentarnos a una sucesión de pequeños minijuegos -aquí llamados microjuegos– de entre 3 y 10 segundos de duración y totalmente distintos entre sí, los cuales cada vez irán aumentando tanto en rapidez como en dificultad cuantos más completemos, luchando por aguantar todo lo que podamos hasta caer eliminados.
Aunque sea lo de menos y una simple excusa para ponerse a jugar, este juego también tiene su argumento: nuestro querido cazafortunas se encuentra, una vez más, sin blanca. Por ello se le ocurre la genial idea de organizar un torneo de videojuegos -tras un «pequeño» pago por la inscripción- para así llenarse los bolsillos, pero ciertas personas no le pondrán fácil su objetivo. Todo esto lo iremos viendo mediante las cinemáticas del modo historia.
Lo que más sorprende de este citado modo historia es que por primera vez Wario y sus amigos estarán totalmente doblados al castellano. Nintendo se ha puesto seria con la idea de darle voz a sus personajes mudos -etapa que ya comenzó con The legend of Zelda: Breath of the wild en 2017- y no ha querido ser menos con este juego, dotándole a Wario de una voz chulesca y arrogante que casa bastante bien con el personaje. Hay que decir que es un doblaje muy profesional y cuidado, recordándonos en muchas ocasiones al de cualquier serie de dibujos animados. Quizás de inicio nos choquen un poco las nuevas voces, pero no tardaremos en acostumbrarnos y disfrutarlas.
En esta entrega contamos con la cantidad más alta de microjuegos de toda la franquicia, con más de 300 microjuegos divididos en tres categorías según la forma de jugarlo: botones analógicos, giroscopio o pantalla táctil; en ocasiones incluso llegan a combinarse complicando las cosas. Aunque muchos de los microjuegos son totalmente nuevos, gran parte de ellos son reciclados de otras entregas como WarioWare Touched o Twisted. Sin embargo, Nintendo se ha preocupado de darles un lavado de cara en el apartado gráfico para que no sea un simple copia y pega, lo que es de agradecer.
Las cinemáticas, los diálogos, los menús…. en WarioWare Gold todo está pensado para divertir. El humor absurdo siempre está presente de una forma u otra, incluyendo la temática de los minijuegos: desde meter los dedos en una nariz ajena hasta hacerle una llave de kárate a un gorila, pasando por microjuegos basados en los clásicos de Nintendo. Más de una vez estallaremos en carcajadas jugando a este juego, o como mínimo siempre nos mantendrá con una sonrisa en la cara.
Hay que decir que la rejugabilidad de este juego es infinita. Si bien el modo historia se puede completar en un par de horas, no deja de ser un simple tutorial para iniciarnos en las mecánicas y presentar a los personajes. Más adelante desbloquearemos nuevos modos que representan el verdadero grueso del juego. En estos nuevos modos debemos enfrentarnos a los mismos minijuegos en circunstancias especiales, como por ejemplo sobrevivir con una sola vida, jugar a contrarreloj o controlando la velocidad de los microjuegos.
No hay que menospreciar tampoco el contenido adicional, ya que contamos con una gran cantidad de desbloqueables de todo tipo. Jugando a los microjuegos conseguiremos monedas que más adelante podremos gastar en una máquina expendedora, obteniendo así todos los desbloqueables. A pesar de contar con las habituales galerías de personajes, banda sonora o vídeos, los extras no se quieren quedar ahí y ofrecen cosas realmente curiosas como modelos tridimensionales de consolas de Nintendo o incluso la posibilidad de doblar las cinemáticas con nuestra propia voz, aparte de otras sorpresas que no queremos desvelar. Las monedas anteriormente mencionadas no son abundantes, por lo que vamos a tener que dedicarle bastantes horas si queremos desbloquearlo todo.
El uso de amiibos también tiene su espacio en este juego. Con cada figura escaneada -podemos usar literalmente todas las que existen- desbloquearemos un retrato de dicho personaje dibujado por el propio Wario, consiguiendo así una completa galería de obras de «arte» digna de los peores museos.
La nota negativa en esta ocasión se la lleva el multijugador. Mientras que en anteriores entregas podía jugar más de una persona con un único cartucho, en esta es necesario que cada jugador tenga su propia copia del juego. Es algo que no hubiese costado nada incluir y se agradecería bastante.
WarioWare Gold se convierte en la entrega definitiva de la saga. Con la mayor cantidad de microjuegos hasta la fecha, una variedad de extras que quitan el hipo y diversión a raudales, se convierte en uno de los imprescindibles de la consola que siempre querremos llevar encima.