Existe actualmente cierta tendencia a prorrogar en el tiempo determinadas festividades que anteriormente ocupaban espacios de tiempo muy concretos. Ya es habitual poder comprar lotería de Navidad en verano, turrones en octubre y tener las luces decorando las calles hasta bien entrado el mes de enero, por ejemplo. Halloween, con su creciente popularidad en las últimas décadas a caballo de la globalización y de la extensión de la cultura norteamericana por el mundo, no escapa a este fenómeno y lo que antes era una fiesta estadounidense que se celebraba la noche del 31 de octubre ahora es un evento global que se comienza a expandir tanto en el tiempo como en el espacio, convirtiendo a octubre por decreto en el mes del terror. Durante este mes se nos inunda de películas, de historias en las redes sociales, de fiestas y en general de toda una amalgama de eventos temáticos para los fans del terror.
La industria del videojuego, como no podía ser de otra manera, es probablemente una de las que mayor partido ha sacado de esta situación. El terror, relegado a nichos de mercado muy concretos a partir de la entrada en coma del survival horror a mediados de la década de los 2000, está de moda y la temática vive un tiempo fructífero en el que hay espacio para prácticamente todo: juegos centrados en los sustos, walking simulators de orientación más narrativa, intentos más o menos exitosos de recuperar las mecánicas del survival horror más clásico e incluso el regreso de populares sagas que habían pasado años desaparecidas.
El juego que nos ocupa, The Chant, se puede enmarcar dentro de esta corriente revitalizadora del género. Sus desarrolladores, Brass Token, debutan como estudio con su lanzamiento, pero al cargo están antiguos componentes de Rockstar o de United From Games -los padres de Sleeping Dogs– que suman muchos años de experiencia en el desarrollo de videojuegos. Toda esta experiencia acumulada se nota, pues The Chant parte de una propuesta muy formuláica, sin grandes innovaciones, pero consigue ejecutar correctamente todo lo que se propone.
La premisa nos sitúa en una isla convertida en un retiro espiritual. Nuestra protagonista decide viajar a la isla por recomendación de una amiga para tratar de liberarse de la carga y el tormento que padece a causa del trauma ocasionado por una perdida que sufrió hace algunos años. Tras la llegada, ambas se presentan al grupo y, lo que inicialmente parecía una reunión grupal donde exponer sus problemas, acaba torciéndose terriblemente a partir de un ritual que sale mal y que acaba abriendo una brecha hacia un lugar de caos en el que sus pesadillas se materializan y comienzan a fundirse con la realidad.
Hay fuertes reminiscencias de obras como Silent Hill, Evil Within o Deadly Premonition a la hora de tratar esta dualidad de mundos y de reflejar como se produce la cada vez mayor interconexión entre ambos. Estos momentos oníricos, plagados de visiones y de situaciones desconcertantes, son algunos de los mejores del juego, que consigue capturar perfectamente un tono que a veces se encuentra a medio camino entre la serie B y el terror cósmico más trascendental.
Durante estos últimos meses había ido siguiéndole la pista a este The Chant sin saber muy bien que esperar. En un primer momento pensé que me encontraría con un juego de corte narrativo a lo Until Dawn o The Quarry, pero posteriores trailers me hicieron pensar más en algo estilo survival o incluso en un sandbox en el que explorar la isla libremente. Lo cierto es que finalmente me he encontrado, para mi alegría, un enfoque más tradicional.
The Chant es un juego narrativo, sí, pero su estructura jugable no deja de parecerse a la de un The Last of Us o un Alan Wake. Con una perspectiva en tercera persona y cámara al hombro debemos explorar los escenarios de forma bastante lineal alcanzando una serie de objetivos. Por el camino nos encontraremos con pequeños puzles -muy simples, básicamente de encontrar algún objeto cercano y ponerlos en el lugar adecuado- y algo más de libertad para explorar en algunas secciones. Encontraremos también coleccionables en forma de documentos de texto o vídeo que nos darán algo más de trasfondo sobre la verdad que oculta la isla y su culto y un pequeño sistema de crafteo a lo The Last of Us. Los enfrentamientos con los enemigos nos ponen inicialmente en situación de desventaja y es importante saber como huir de ellos. Es quizá el combate el punto menos destacado del juego, con un sistema cuerpo a cuerpo que debido a su simpleza no pasa de ser funcional.
Técnicamente se nota que el juego no ha tenido un presupuesto muy holgado, pero el apartado artístico consigue salvar la papeleta con creces y en cuanto a rendimiento se mantiene bastante estable. Asimismo, se ha utilizado a actores con cierto recorrido en el cine para dar vida a los personajes y esto se nota en el nivel de las interpretaciones.
The Chant, en conclusión, es un título que no inventa nada nuevo, es un juego de terror en tercera persona moderno que bebe descaradamente de las influencias de otros juegos populares sin llegar a ponerse a su altura, pero la realidad es que no hace mal nada de lo que se propone y consigue ofrecer una muy buena experiencia. Brass Token se estrena con un gran acierto.
Este análisis ha sido realizado en PlayStation 5 mediante una copia cedida por PLAION