Este análisis ha sido realizado en PlayStation 5 mediante una copia cedida por PLAION
Capcom vuelve a demostrar su excelente estado de forma. Resident Evil 4 Remake marcó el regreso del mito apuntando al corazón de los más nostálgicos. Sin embargo, a la editora japonesa le da lo mismo que sea en el shooter, survival horror o un género tan complicado como el de la lucha: Street Fighter 6 hace honor a la “nueva era” sobre el ring que tanto se ha encargado de publicitar desde su revelación.
No podía ser mejor momento para los Ryu, Ken y cía. Con las consolas de nueva generación ya asentadas, la sexta entrega de la franquicia arranca un periodo que continuará con el futuro Mortal Kombat 1 y el siempre presente Tekken 8. Y es que las dudas que generó Street Fighter V quedan precisamente allí, relegadas a un juego que remontó en el largo plazo pero al que le faltó punch nada más aterrizar.
Diversidad de oportunidades
Lo que más destacamos de nuestro paso por Street Fighter 6 es precisamente eso, las múltiples oportunidades que tenemos a nuestro alcance para disfrutar del género que tanto amamos. Capcom se saca de la manga un as con el que pocos contaban, y es que el modo historia se replantea para abrazar conceptos que poco o nada tienen que ver con el intercambio de punchs. Nos referimos a World Tour, una puerta de entrada fantástica para los novatos que también sirve como un soplo de aire fresco a quienes acompañaron los grandes momentos entre recreativas. La experiencia comienza desde la creación de nuestro alter ego, y es que al contrario del resto de la oferta, somos nosotros los que decidimos quién nos va a representar por las calles de esta distópica Metro City.
Nuestro avatar tiene en cuenta algunos elementos que influyen en el combate, como es el caso de la altura y el alcance de nuestros brazos. A partir de los primeros paseos por las calles de la ciudad comprendemos los sistemas que nos llevan a progresar por ella. Al típico progreso acumulativo vía experiencia nos encontramos con la elección de bonificaciones pasivas mediante el canjeo de puntos de habilidad. Por ejemplo, si nuestros combos están centrados en los golpes con las piernas, quizá lo más lógico sea que invirtamos esa experiencia en potenciar su daño.
De unos pocos combos extraídos de Luke pasaremos a ir obteniendo más conforme subamos de nivel. La diferencia de este tópico sistema reside en la función de luchadores legendarios. Podremos emular el set de movimientos de los luchadores básicos de Street Fighter 6 e ir mezclándolos con golpes de otros para construir el púgil perfecto. En la primera hora de juego conseguimos nada menos que a Chun-Li, bien conocido por todos por su maestría con el tren inferior. Cuanto más juguemos con un estilo determinado, más dominaremos sus capacidades.
Lo que sorprende de World Tour es que lleva la fórmula Street Fighter a un mundo abierto con trazas de metroidvania, salvando las distancias. Algunos movimientos especiales pueden ser utilizados durante la exploración para descubrir rutas alternativas con recompensas especiales. El clásico molino con las piernas de Chun-Li nos convierte en una suerte de helicóptero improvisado con el que salvar grandes distancias. Pero utilizar estos movimientos contra los transeúntes nos lleva a tener una pequeña ventaja al entablar el combate. Has leído bien: puedes pelear prácticamente con cualquier persona que te cruces. En la parte superior de su figura aparecen sus datos para comprender a qué nos enfrentamos y qué recompensas podemos obtener.
World Tour es el festival de la lucha. Si bien es cierto que los veteranos quizá lo vean como una distracción de lo verdaderamente importante, resulta una base jugable tan divertida que al final siempre apetece jugar. Es el Grand Theft Auto de la lucha; olvida por un momento los intentos de la Krypta de los últimos Mortal Kombat. Aquí, la libertad es completa.
Battle Hub, de las recreativas de barrio a todo el planeta
La identidad que se ha labrado Street Fighter 6 desde su revelación ha sido clara. Capcom ha querido que los jugadores sientan que están “en la zona”, siempre en el momento adecuado para pelear y compartir la experiencia con otras personan que tienen el mismo hobby. De alguna manera traslada el espíritu de la década de los 90 aquí en España. Aunque en Japón todavía se aferra a la cultura de la recreativa física, el estudio construye su propio salón de juegos en el que siempre hay un hueco para ti.
Al entrar por primera vez en Battle Hub esbozamos una sonrisa. Multitud de recreativas aparecen en un salón de distribución circular repleta de avatares compartiendo la misma afición por la lucha. Evidentemente durante el proceso de análisis no ha sido habitual encontrar servidores multitudinarios, pero cuando se han dado las circunstancias es un auténtico regalo para el espíritu del cuadrilátero.
“¿Nos echamos una?” es la frase habitual para quienes participan en esta fiesta de la saga. Tan solo necesitas acercarte a una recreativa libre u ocupada por otra persona para que dé comienzo el combate. Y como ocurría en su día con el público coreando las grandes luchas, aquí si ves un hervidero de gente en torno a una recreativa llena es que se está librando un combate de altísimo vuelo. A golpe de botón puedes ser un espectador más del enfrentamiento.
Pero las oportunidades de Battle Hub van más allá de la experiencia con los luchadores del plantel oficial. En el centro de la sala está la típica zona donde los jugadores buscan jaleo con sus propios avatares. Puedes pegarte contra otros jugadores con el luchador en el que has invertido multitud de horas en personalizar. Y si la nostalgia te invade el cuerpo, al fondo tienes un espacio dedicado a exprimir algunos de los títulos clásicos de la franquicia.
Golpe a golpe, patada a patada
Si has leído hasta aquí habrás podido comprobar las experiencias tan frescas que estrena Street Fighter 6. Podrían dar para incluso varias entregas independientes por sí solas, pero es que encima todavía nos queda por hablar de lo modos de toda la vida. El centro de combate es el punto donde se encuentran el 1 contra 1 de toda la vida, ya sea contra la CPU, un amigo en modo local o buscando la gloria en las tan ansiadas clasificatorias.
Por poner un “pero” al global, el modo Arcade se nos queda bastante corto. En la práctica es una torre de combate de 5 o 12 rounds con niveles de bonificación y que escarba levemente en el trasfondo de cara luchador. Por profundizar no profundiza prácticamente nada, y es que apenas aparecen dos vídeos con ilustraciones y un par de diálogos que no llevan a ningún lado. Es cierto que aquí lo que se busca es la pulcritud, el optimizar cada intento para ganar la mayor cantidad de puntos posibles. La fuerza del siempre recurrente “modo historia” se encuentra en World Tour.
Todo lo contrario ocurre en el modo Combate Extremo, desternillante. Hablamos de una vertiente de juego en el que puedes seleccionar la regla del combate y la penalización que sufrirán los luchadores en el nivel. Por ejemplo, hay una opción que convierte cada golpe sufrido en un tira y afloja. Si le sumas que caigan bots explosivos de manera aleatoria, el combate se vuelve un sálvese quien pueda.
El número de luchadores nos parece acertado. A los clásicos se suman rostros inéditos como Marisa, Lily y Kimberly, entre otros. Hay una buena variedad de luchadores dispuestos a dar el todo por el todo. La jugabilidad se siente realmente bien. A medida que encadenemos golpes iremos rellenando un medidor de hasta 3 niveles que permite realizar movimientos únicos que pueden dar la vuelta a la tortilla. Esto se suma a la barra inferior de la salud de los combatientes, que determina cuantos golpes especiales puedes hacer, incluidos parrys. De agotarse los 6 huecos de drive entrarás en una fase de confusión que abre una oportunidad al contrario de decantar la balanza a su favor.
En lo gráfico volvemos a ver una demostración de la versatilidad del RE Engine fuera de su saga madre, al menos en la versión a la que hemos tenido acceso -PlayStation 5-. Cierto es que no exprime tanto el hardware de nueva generación, pero cumple sobradamente con su propósito. Debemos hacer mención especial a las animaciones del juego, cuidadas y repletas de detalles. Algunas incluso cambian en tiempo real el aspecto del escenario con una elegancia propia de los grandes títulos. También debemos destacar el control moderno, un esquema jugable que simplifica los combos para los menos expertos.