Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por PLAION
Echoes of the End es un juego desarrollado por Myrkur Games, un equipo de desarrollo ubicado en Islandia que se presenta ante el mundo con esta titulo, para el cual han buscado inspiración en algunas de las aventuras de acción en tercera persona más relevantes de los últimos años. No es difícil encontrar paralelismos entre la propuesta de Echoes of the End y la de juegos como God of War (2018) o Hellblade: Senua’s Sacrifice, pero, con una protagonista única, entornos sobrecogedores y una narrativa que se adentra en lo introspectivo, Echoes of the End aspira a ser mucho más que un simple clon de otras obras de éxito. Y aunque logra destacar en muchos aspectos, también tropieza en otros que pueden frustrar a quienes busquen una experiencia más pulida.
La historia gira en torno a Ryn, una mujer poderosa con la capacidad de manipular la materia, última representante de su linaje. Su viaje no consiste en salvar el mundo ni en cumplir una profecía, sino en comprender quién es y cuál es su lugar en un mundo que la teme y no la comprende. Esta premisa ya marca una diferencia respecto a la mayoría de los juegos de fantasía. Ryn no es una hoja en blanco ni una heroína reticente: es segura de sí misma, emocionalmente compleja y, en ocasiones, moralmente ambigua. Sus conflictos internos son tan importantes como los externos, y la narrativa del juego se apoya fuertemente en temas como la identidad, el aislamiento y la transformación.
El mundo del juego es impactante. Inspirado en los paisajes y el folclore islandés, los entornos son de lo más visualmente impresionante que se ha visto últimamente. Bosques brumosos, acantilados volcánicos y ruinas ancestrales crean una atmósfera que resulta a la vez inquietante y majestuosa. La dirección artística evita los clichés medievales y apuesta por una estética más sobria y etérea. El uso del motor Unreal Engine 5 se nota en la calidad de la iluminación, las texturas y el nivel de detalle ambiental, y el juego a menudo parece una obra de arte interactiva. Sin embargo, aunque los escenarios son indudablemente bellos, a veces acusan falta de interactividad. La exploración puede resultar superficial, con áreas extensas que lucen espectaculares pero que ofrecen poco contenido significativo y en las que en ocasiones nos vemos encorsetados dentro de paredes invisibles o limites arbitrarios.
La jugabilidad gira principalmente en torno a la habilidad única de Ryn para manipular la materia, integrada en el combate, la exploración y la resolución de puzles. Esta mecánica es una de las más innovadoras del juego, permitiendo al jugador alterar el entorno, desactivar trampas y vencer enemigos de forma creativa. Cuando funciona, es realmente satisfactorio: resolver un puzle modificando el terreno o usar los poderes de Ryn para obtener ventaja táctica en combate resulta estimulante y original. Desafortunadamente, la ejecución no siempre está a la altura. Los controles pueden ser imprecisos, y el juego no siempre explica bien cómo funciona la mecánica en diferentes contextos. Hay momentos en los que la manipulación de materia logra ser fluida e intuitiva, pero otros en los que resulta torpe o poco aprovechada.
El combate, aunque visualmente atractivo, sufre problemas similares. Está diseñado para ser estratégico y cinematográfico, pero a menudo carece de profundidad. La variedad de enemigos es limitada, y los enfrentamientos pueden volverse repetitivos, especialmente en las fases finales. El sistema premia la precisión y el buen timing, pero la respuesta de los controles no siempre está a la altura y, aunque en la mayor parte de las ocasiones es a pesar de todo suficientemente precisa, hay un desequilibrio importante entre el nivel de habilidad que nos exigen los enemigos finales y la precisión que nos permiten alcanzar los controles, lo que puede llegar a causar momentos de frustración.
Narrativamente, Echoes of the End es ambicioso. El juego aborda temas complejos con una madurez poco habitual en el género, y no teme adentrarse en la ambigüedad o la introspección. Las decisiones en los diálogos permiten moldear las relaciones de Ryn con Abram, nuestro compañero de aventuras que adopta un papel similar al de Ellie en el primer The Last of Us o al de Atreus en el último arco de God od War, y su postura moral. La escritura es reflexiva, y el doblaje—especialmente el de Ryn—es sólido. Sin embargo, el ritmo narrativo es irregular. El juego comienza lentamente, construyendo atmósfera y desarrollo de personaje, pero a veces le cuesta mantener el impulso. Algunos giros argumentales clave quedan enterrados bajo largos tramos de exploración silenciosa o exposición excesiva, y quienes busquen una experiencia más dinámica pueden desconectarse. También hay una tendencia a la vaguedad en la narrativa. Aunque algunos jugadores apreciarán esto, otros pueden encontrarlo frustrantemente críptico. El juego plantea grandes preguntas, pero no siempre ofrece respuestas satisfactorias, y el desenlace, aunque coherente con el tono general, puede dejar una sensación de vacío.
Uno de los aspectos más destacables de Echoes of the End es su apuesta por un trasfondo más original que el de otros títulos. Extrae el alma de la mitología nórdica, pero con ella consigue construir un universo nuevo que se aleja de los clichés habituales y que resulta refrescante.
En lo técnico, Echoes of the End ofrece una experiencia desigual. El juego luce impecable, pero están presentes las ralentizaciones ocasionales tan típicas de Unreal Engine y su carga de elementos en segundo plano y no parece que exista forma de escapar de ellas, ni siquiera en equipos considerablemente más potentes que la media. También nos hemos encontrado con texturas que tardan en cargar, pequeños fallos en las animaciones que pueden romper la inmersión y diversos bugs que han causado que nos hayamos quedado atascados en el escenario o que en algún caso incluso nos han dejado el juego colgado. Aunque ninguno de estos errores llega a ser grave sí que afectan a la sensación de pulido, pero esperamos que se puedan ir solucionando con parches. La interfaz es funcional pero necesita ajustes, especialmente en la forma en que comunica objetivos y mecánicas. También se echan en falta opciones de accesibilidad, lo que puede limitar el alcance del juego a una audiencia más amplia.
En definitiva, Echoes of the End es un juego que acierta más veces de las que falla, pero sus defectos no pasan desapercibidos. Es una experiencia bella, reflexiva y emocionalmente poderosa que a veces se ve lastrada por una jugabilidad irregular, problemas técnicos y una narrativa que puede resultar demasiado difusa. Para quienes valoran la atmósfera, la originalidad y las historias centradas en personajes, ofrece algo realmente especial, pero para quienes priorizan mecánicas pulidas, acción constante o tramas claras, puede parecer una oportunidad desaprovechada.