Boundless es uno de esos juegos que si te gusta jugar en servidores online de Minecraft te terminará gustando. Pero antes de empezar como haría con cualquier otro análisis, quiero hablar de algo importante. O mejor dicho de una combinación de cosas. Lo primero que quiero destacar es su alto precio. Cuarenta euros puede parecer un poco alto para lo que el título ofrece de primeras, pero esto se agrava aun más cuando nos damos cuenta que existen microtransacciones. Acepto las microtransacciones cuando son para objetos visuales, pero estoy completamente en contra de ellas cuando afectan al juego, y estos lo hacen. La combinación de que sea juego de pago, que tenga microtransacciones y que encima estas afecten al progreso es algo que no tolero.
Estas microtransacciones no convierten al juego en el típico pagar para ganar, pero sí que necesitaremos pagar eventualmente si queremos construir en más lugares que el que elegimos al comienzo, o para expandir nuestra parcela. Esto va totalmente en contra de la idea del juego, donde construir debería ser lo principal y sobre todo, ilimitado. Pues en Boundless construir más allá de los límites te requiere comprar un bien llamado «parcelas», todo con la moneda del juego, que aunque al comienzo del juego reparte con generosidad, luego se convierte en un bien muy preciado. Por si todo esto fuera poco, el juego ofrece una cosa llamada «Club Gleam», algo que parece una suscripción de pago, que va desde los cinco hasta los veinticinco euros. Todo esto no deja en muy buen lugar a Boundless, sobre todo habiendo algunas alternativas que son mucho más económicas.
Más allá de eso el título ofrece una exploración enorme. Gran parte del tiempo que he pasado jugando ha sido explorando diferentes zonas. La cantidad y variedad de biomas es aceptable, y seguro que la mejoran con actualizaciones. Destaco dos tipos de lugares realmente interesantes, las construcciones de otros jugadores y las cuevas. Las primeras, como ya imaginareis, pueden llegar a ser realmente impresionantes. A lo largo de unos pocos días he visto como mis vecinos hacían construcciones de lo más extravagante, mientras que yo hacía una chabola sin tejado. Las construcciones no son lo mío, en Terraria lo demostré y en Boundless lamentablemente sigo en mis trece. La construcción funciona bastante bien, es intuitiva y bastante rápida.
Las cuevas, por su parte, son también realmente interesantes. El juego trata la oscuridad de una forma simple pero que a mi personalmente me encanta. Si no hay una fuente de luz la oscuridad es completa. Esto significa negro azabache, y si no tienes materiales para fabricar una antorcha significa estar completamente perdido. Obviamente siempre puedes salir del juego, y este te llevará a una zona segura al hacerlo, pero es la sensación de soledad y vulnerabilidad lo que de verdad merece la pena. Si estuviera más potenciado el juego sería aún mejor.
El título posee unos tutoriales largos y bastante detallados que servirán para hacernos una idea de cómo funcionan las cosas. Aunque al comienzo tenemos solamente unos pocos, cuando los vayamos cumpliendo se irán sumando más y más, hasta el punto de llegar a ser molestos. Tener decenas de misiones que se activan automáticamente, y sobre todo, de las que sólo puedes tener visualizadas tres a la vez, no me parece la forma más óptima de organizarlo. De hecho, los menús son un punto flaco del título, tanto la calidad de los mismos como la cantidad (hay simplemente demasiados).
Por otra parte, no me ha gustado las pocas pistas que ofrece el título a los jugadores nuevos en el género. Es cierto que este género en particular se beneficia mucho de dejar al jugador siempre en la sombra, y que mientras juega, poco a poco, vaya descubriendo todos. En el caso de Boundless, esto es quizá llevado al extremo. De todas formas, el título ofrece muchas recompensas en las primeras horas de juego, así que es fácil estar enganchado el suficiente tiempo como para entender la mayoría de mecánicas. Más adelante puedes llegar a construir una ciudad que puede llegar a ser la capital del lugar.
Algo que no he comentado pero que hace especial a Boundless es la estructura de su mundo. Se trata de planetas, y más adelante podemos viajar de uno a otro. En uno de los momentos más interesantes del juego decidí llegar al centro del planeta, y resulta que estaba lleno de agua, ya que se me apagó la antorcha y no pude salir de allí. El título tiene herramientas suficientes para sorprender al jugador, y como ya he dicho antes en la exploración es donde más gana. La variedad de animales es suficiente, y seguro que poco a poco irán añadiendo más.
El aspecto visual es uno de los puntos más inconstantes del título. Mientras que hay muchos escenarios que te dejan con la boca abierta, hay otros realmente difíciles de mirar. La mayor culpa de esto la tiene la iluminación; en las cuevas, como he comentado antes, funciona bien, pero hay momentos en los que la iluminación dificulta la jugabilidad. El Además, el mundo no se compone exclusivamente de cubos, también hay cuestas y medios cubos. El resultado es un aspecto visual flojo, que a veces destaca pero muchas otras veces empaña el resultado final. Los personajes tienen un diseño propio y muy extraño; no diría que malo, pero sí singular. O te gustan o los odias. La música tiene temas simples que acompañan la exploración. Nada del otro mundo, pero que cumplen su función.
Boundless ofrece novedades respecto a otros juegos del mismo género que hay en el mercado (sobre todo en lo relacionado con la construcción del mundo), pero su alto precio y sobre todo la inclusión de las microtransacciones hace que no sea un competidor fuerte. Si no os molesta todo lo que he comentado, la exploración puede llegar a ser excelente y las construcciones de los demás jugadores por sí solas merecen la pena. En mi humilde opinión esperaría a una rebaja para hacerme con él.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Wonderstruck