Gone Home es un título con cinco años a sus espaldas. Puede que desde entonces haya llovido mucho en lo que se refiere a la salida de multitud de juegos contemplativos, con poca interacción o los llamados walking simulator, pero tras finalizarlo en Nintendo Switch, tengo la sensación de que estamos ante algo distinto de todo lo que he jugado en relación a este tipo de juegos. Veamos qué hace especial a esta experiencia.
EL PUZLE ES LA PROPIA HISTORIA
Aunque el título pueda llevar a equívoco, lo cierto es que Gone Home no tiene absolutamente nada de puzle en cuanto a sus mecánicas jugables, pero sí que podemos percibir a la perfección que la historia conforma un gran rompecabezas que vamos componiendo a medida que avanzamos. Nos moveremos por la enorme casa en la que está ambientado el juego desentrañando poco a poco el misterio inicial —por qué no hay nadie esperando nuestra vuelta después de tanto tiempo fuera de viaje—.
La interacción con los objetos que vamos encontrándonos es bastante amplia, aunque para ser francos, habría que decir que un gran porcentaje de los mismos no tienen mayor trascendencia que la de aportar verosimilitud y realismo a la situación que vivimos. Unos, son meros adornos que ambientan simplemente y otros dotan al conjunto de una credibilidad suficiente como para hacernos sentir que estamos visitando una casa encuadrada más de 20 años atrás en el tiempo con respecto a nuestros días.
Este será sin duda uno de los principales atractivos del juego —la maravillosa ambientación—. Trasladará a los más nostálgicos y a los que vivimos aquella época de un modo especial a un tiempo que seguramente recordamos con cariño, mediante una enorme cantidad de referencias, ya sean literarias, musicales, en relación al modo de vestir o como no podría ser de otro modo, incluso con los videojuegos a los que jugábamos por entonces. Es por ello que el juego resultará especialmente atractivo para aquellos que tengan cierto bagaje en esto del paso de los años, golpeando nuestros recuerdos con todo tipo de estímulos referentes a lo citado con anterioridad.
Ahora bien, la gran baza con la que cuenta Gone Home para instalarse en nuestro corazón es la maravillosa narrativa de la que hace gala. Una narrativa que cuenta con un guión que no pretende hilvanar una historia especialmente compleja, pero que teje los hilos de forma magistral.
Al comienzo del juego, nos encontramos con un puzle en blanco que iremos completando pieza a pieza a medida que escuchemos el diario de la hermana de la protagonista, leamos todo tipo de manuscritos y cartas y exploremos cada rincón de La Psicocasa.
Gone Home transcurre únicamente en dicha casa. No necesita ningún otro escenario para contarnos lo que pretende, jugando con nosotros como si un titiritero tuviese anudados nuestros pensamientos y los dirigiese en un sentido u otro en función de sus deseos. Nos muestra mucho más de lo que hay, nos sugiere, nos guía a través de varios clichés que confundirán al jugador sobre lo que tiene por delante y nos invita a reflexionar sobre la importancia de las emociones mediante un viaje por los sentimientos de Sam, la que es la protagonista sin duda sin ser a quien controlamos.
La experiencia es fugaz, pero merece cada uno de los minutos que le dediquemos. Nos mantendrá enganchados hasta el último segundo de juego, en pos de la verdad.
No todo van a ser alabanzas, puesto que la versión de Switch tiene alguna pega añadida a las inherentes al propio juego, de las que también hablaremos. Y es que la consola parece quedarse bloqueada cuando usamos el modo sleep y al cabo de un rato tratamos de retomar nuestra partida, siendo necesario reiniciar la máquina y volver a iniciar el juego. En nuestra opinión, es un bug bastante molesto ya que empaña el principal atractivo de esta versión —hacer uso del modo portátil para retomar la partida en un solo segundo y en cualquier momento—. Esperemos que se solucione con una futura actualización, porque no es algo que ocurra de modo poco frecuente, sino que nos ha sucedido todas y cada una de las veces que hemos retomado el juego desde este modo.
Los demás pequeños fallos son relativos a la propia esencia del juego. Para empezar, los errores en la traducción, que si bien no entorpecen la plena comprensión de todo lo que leamos, sí que afean el conjunto en un título con tanto texto como este. Y para seguir, bajo nuestra opinión, Gone Home es muchísimo más disfrutable si nuestro nivel de inglés es lo suficientemente elevado como para poder comprender en su totalidad todo lo que tenemos delante. Esto tiene una explicación bastante sencilla: el juego es mucho más creíble cuando leemos directamente la información desde el formato en el que se nos ofrece. Ya sea una postal, una carta, un libro, un folleto publicitario o un cuadernillo, resulta mucho más gratificante recibir esta información directamente que hacerlo mediante la traducción que se superpone ante todo ello. Tanto por la pérdida de la maravillosa ambientación que supone investigar cada objeto directamente, como por la no traducción de todos los detalles que en ellos aparecen. Y es que aunque podemos ocultar la traducción con un solo botón, el hecho de ofrecerse en un plano distinto nos saca inevitablemente de lo que seguramente pretendieron quienes desarrollaron el título.
Gone Home es una experiencia absolutamente recomendable tanto si os gusta el género como si no, ya que tiene suficientes mimbres como para encandilar a cualquiera. Está lejos de ser perfecto, y más en su versión para Switch y en nuestro idioma, pero recompensará al jugador cada minuto que le dedique con una narrativa de una calidad muy por encima de la media que suele acostumbrar el videojuego.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Annapurna Interactive.