Desde que Level-5 presentó Inazuma Eleven en 2008, la saga se ha consolidado como un referente único dentro de un segmento muy poco explotado del género RPG, el basado en deportes, más específicamente en el fútbol -con permiso de Captain Tsubasa-, combinando estrategia, narrativa y acción deportiva de una manera singular. Lo que empezó como un proyecto ambicioso para Nintendo DS que buscaba mezclar la emoción del fútbol con una historia típica de los animes, se fue expandiendo con los años más allá de los videojuegos, dando lugar a series de anime, manga y múltiples spin-offs, consolidando un amplio universo donde se se ensalzan valores como la amistad, la superación y pasión por el deporte que definió su nacimiento. Inazuma Eleven: Victory Road, la nueva entrega de la franquicia nos llega ahora después de una espera muy larga, ya que inicialmente se anunció en 2016 para su lanzamiento en 2018, nada menos que hace 7 años.

La historia de Victory Road gira en torno a Destin Billows, un joven que ha perdido la pasión por el fútbol tras una experiencia dolorosa, pero que se ve inevitablemente arrastrado de nuevo al deporte que lo definió en su infancia. A lo largo del juego, Destin tiene que formar un equipo combinando talento y todos los valores que definen la franquicia, enfrentándose a rivales más poderosos y construyendo vínculos de amistad con sus compañeros. La historia alterna momentos emotivos de exaltación de la amistad con partidos espectaculares, y aunque el arranque se siente lento debido a la acumulación de diálogos y escenas de presentación, a medida que se avanza en la historia, el ritmo se va equilibrando. La narrativa está cuidadosamente trabajada para transmitir una sensación de crecimiento personal y colectivo, y los personajes secundarios enriquecen la experiencia aportando también un toque de humor.

La jugabilidad no ha cambiado en todo este tiempo y mantiene el sello característico de la saga, mezclando RPG y estrategia con fútbol táctico. Los partidos no se limitan a correr y disparar; requieren planificación y decisiones que influyen en el resultado. Cada jugador del equipo tiene habilidades especiales únicas, conocidas como técnicas, que se activan en momentos clave y que pueden cambiar completamente el desarrollo del partido. La gestión de estas habilidades es crucial, ya que utilizar una técnica en el momento adecuado puede abrir la puerta a un gol decisivo o frenar el avance del rival. Además, los partidos incorporan un sistema de control táctico que permite alternar entre enfoques ofensivos y defensivos, organizar formaciones y anticipar las acciones del equipo contrario. Es necesario dedicar tiempo a comprender las mecánicas y planificar nuestras jugadas si queremos tener éxito. La sensación de controlar tanto la estrategia como la acción directa sobre el campo logra que cada partido sea diferente, evitando que se sienta tan repetitivo pese a la gran cantidad de encuentros que se disputan a lo largo del juego.

Victory Road ofrece varios modos de juego que aseguran muchísimas horas de entretenimiento. El modo principal sigue la historia de Destin, combinando exploración, interacción con otros personajes y enfrentamientos deportivos. A medida que avancemos, se desbloquearán nuevas habilidades, reclutaremos nuevos jugadores y participaremos en torneos cada vez más complicados. Sin embargo otro gran reclamo de Victory Road es el modo Crónica, un modo que prácticamente condensa toda la saga. En este modo, podremos revivir partidos emblemáticos de juegos anteriores y reunir a personajes de distintas generaciones, creando equipos imposibles y enfrentándose a desafíos únicos. Este modo va a encantar a los fans más veteranos, aunque implica cierto nivel de repetición a la hora de desbloquear todos los personajes -lo que puede resultar una misión imposible con más de 5400 jugadores- y completar las misiones.

Por último, el juego incluye un modo competitivo online que nos permite enfrentarnos a otros jugadores, participar en torneos y probar la efectividad de nuestras formaciones. Si bien el equilibrio competitivo puede presentar altibajos, es de agradecer que dispongamos de juego cruzado entre plataformas. Adicionalmente, el juego incluye espacios sociales y de personalización, donde podremos gestionar nuestro propio pueblo, interactuar con personajes y acceder a minijuegos, lo que nos aportará un toque de variedad bastante de agradecer para combatir la repetitividad que supone por ejemplo desbloquear jugadores nuevos.

El apartado técnico y audiovisual de Victory Road es uno de sus puntos más fuertes dentro de sus valores de producción. El juego utiliza un estilo cel shading que recuerda mucho al anime y que se combina con animaciones fluidas durante los partidos y las técnicas especiales, ofreciendo cierto nivel de espectacularidad. Las escenas narrativas están bien integradas, y la dirección artística cuida detalles como la expresión de los personajes y la ambientación de los estadios. La banda sonora mezcla temas clásicos de la franquicia con composiciones nuevas que no desentonan, y la traducción de los textos a varios idiomas es de agradecer. No todo es perfecto y hemos podido constatar pequeños fallos técnicos o caídas puntuales, aunque en general el rendimiento es sólido y la sensación de fluidez se mantiene durante la mayor parte del tiempo de juego.

El juego no está exento de puntos a mejorar. Algunos tramos iniciales de la historia nos van a resultar lentos de más, especialmente todo el comienzo. El modo Crónica, aunque gratificante para coleccionistas y fans, requiere una repetición de encuentros casi desproporcionada, lo que puede sentirse pesado si buscamos un progreso rápido. También tenemos algunos problemas menores en el modo competitivo online, donde la diferencia de niveles entre equipos puede generar enfrentamientos muy desbalanceados al poder enfrentar equipos muy trabajados con otros equipos nóveles que no tendrán prácticamente posibilidad alguna. Sin embargo, estos aspectos no empañan la experiencia general del juego, que sigue siendo bastante positiva y muy rica en contenido.

Victory Road destaca especialmente por la sensación de nostalgia y homenaje a toda la saga con su modo Crónica. Los jugadores más veteranos encontrarán a sus personajes favoritos, técnicas icónicas y momentos claves que evocarán entregas anteriores, todo integrado en un sistema de juego más moderno y accesible. Al mismo tiempo, los nuevos jugadores pueden disfrutar de la historia de Destin Billows y del universo de Inazuma Eleven sin necesidad de conocer los juegos anteriores, gracias a una historia que explica todo lo necesario para adentrarse en la franquicia desde esta entrega. La combinación de exploración, interacción social, gestión de equipo y los partidos en si mismos convierte a Victory Road en un juego muy completo dentro de la franquicia a pesar de la larguísima espera y todo lo que el título se ha hecho de rogar.

En conclusión, Victory Road demuestra que la franquicia Inazuma Eleven sigue estando viva y que Level-5 ha sabido sacar adelante un proyecto con un desarrollo bastante tortuoso marcado por los continuos retrasos. Su historia, jugabilidad y modos ofrecen profundidad y variedad, mientras que su apartado técnico y audiovisual nos ofrece la sensación de estar dentro de un anime. Aún así, no podemos ignorar ciertas aristas como su inicio algo lento, la repetición exigente de ciertos modos y algunos desequilibrios en el online. Victory Road es quizá la culminación de Inazuma Eleven que logrará satisfacer tanto a los fans veteranos como a los nuevos jugadores, proporcionando horas de diversión dentro de un universo que esperamos que tenga mucha vida por delante.