Tras haber explorado los ocho clásicos que inauguraban la serie, nos adentramos ahora en el segundo volumen de la Toaplan Arcade Collection, una entrega que amplía y complementa lo visto anteriormente. Mientras el primer volumen nos llevaba por los títulos más emblemáticos de la compañía, esta nueva selección nos permite descubrir obras quizá menos conocidas pero igual de inspiradoras, en las que Toaplan seguía experimentando con mecánicas, diseño de niveles y estilos de disparo que definieron su legado. En este Volumen 2, nos encontramos con otros ocho shooters que nos desafían, nos sorprenden y nos recuerdan por qué el estudio japonés sigue siendo una referencia absoluta dentro del género.
Al abrir este volumen 2 encontramos un grupo de títulos en los que Toaplan explora distintas variantes del género, desplazamiento horizontal y vertical, cooperativo, estilos más experimentales… Como en el volumen anterior, la selección desprende la esencia de los arcades de salón, pero también ofrece matices que la convierten en un complemento ideal para quien ya exploró la primera entrega. Aquí no solo revivimos el legado, también ampliamos nuestro conocimiento de lo que esta compañía era capaz de hacer cuando se salía de su zona de confort -sin abandonar el género-.

El primer juego que encontramos es Zero Wing (1989). Ya desde el arranque apreciamos que no estamos ante una simple continuación del estilo vertical más ortodoxo, el juego apuesta por un scroll horizontal dominado por una ambientación espacial y un formato más pausado en cuanto a ritmo, pero que compensa con un diseño de fases muy bien medido y enemigos que obligan a planificar cada paso. Además, incorpora cooperativo local y consigue que la experiencia funcione tanto en solitario como acompañado. Nos encontramos con un título que no busca exhibirse en lo más extremo, sino construir un ritmo y entorno sólidos, y en ese sentido cumple con creces. La acción es constante, la sensación de control es precisa y, a pesar de su dificultad, cada partida es bastante satisfactoria.
A continuación aparece Hellfire (1989), un shooter horizontal que combina ciencia-ficción y un ritmo elevado con una dirección artística más osada que muchas otras obras de Toaplan. Aquí se aprecia un empeño por destacar respecto a la competencia: escenarios más variados, enemigos con formas extrañas, power-ups con más peso que nunca y una curva de dificultad que nos plantea retos desde el minuto uno. Además, el cooperativo local, de nuevo, suma un extra importante: compartir explosiones, disparos y pantallas llenas de caos es más divertido que nunca. Es un juego que exige precisión y memoria, pero también ofrece una de las experiencias más gratificantes del lote, especialmente por cómo combina acción y diseño.

El siguiente en la lista es Slap Fight (1986), también conocido como Alcon en algunas regiones. Aquí volvemos a los terrenos más clásicos del desplazamiento vertical, pero Toaplan introduce mejoras sutiles que lo hacen más interesante: el sistema de mejora de nave, la selección de power-ups, los enemigos que requieren leer patrones cuidadosamente y un diseño de niveles que parece pensado para que aprendamos a dominar el espacio. Al jugarlo, sentimos que estamos en un punto intermedio entre lo tradicional en su época y lo que vendría después dentro del género. La progresión se basa en dominar el entorno, reconocer amenazas y aprovechar cada mejora de nave con sensatez.
Más adelante nos encontramos con Grind Stormer (1993) -o V-5, como se conoce en su versión japonesa-, un título más salvaje, más frenético, en el que Toaplan parece decir “aquí va todo lo que hemos aprendido”. La velocidad es más alta, los enemigos son más agresivos, los patrones más exigentes, y la estética, con tonos más futuristas, refuerza la sensación de estar ante una de las últimas joyas de la compañía. Es un juego de reflejos, de no parpadear, que exige estar completamente concentrado y castiga cada error. La sensación de triunfo al superar un jefe o completar un nivel es de las más intensas de todo el recopilatorio. Para quienes buscan un reto puro, aquí lo encontrarán sin lugar a dudas.
El mítico Truxton (1988) -o Tatsujin– es probablemente el más conocido del lote y con razón ya que representa a la perfección la esencia Toaplan. Este shooter vertical combina armas diferenciadas, jefes con ataques variados, escenarios bien diseñados y una curva de aprendizaje que nos invita a mejorar puntuaciones, dominar fases y sentir esa emoción y tensión arcade tan pura que caracteriza al estudio. Jugamos con una nave que responde con precisión, que se siente dinámica, y que nos mete de lleno en esa espiral de concentración y reflejos que define a los clásicos. Su ritmo es impecable, y sigue resultando tan adictivo hoy como lo fue en su lanzamiento original.

Pero la secuela Truxton II (1992) -conocida en Japón como Tatsujin Oh– no se queda atrás. Retoma la base del primero y apuesta por más variedad, armas más destructivas, enemigos más complejos y un nivel de desafío considerable. Las fases están llenas de detalles y patrones pensados al milímetro, y el salto visual y sonoro respecto a su predecesor se nota mucho. Es una demostración de que Toaplan no se conformaba con repetir fórmulas, sino que siempre intentaba refinar lo que ya hacía bien. Para nosotros, es una de las piezas más potentes del recopilatorio y una auténtica joya aunque viva bajo la sombra de su primera entrega.
El séptimo título es Vimana (1991), un shooter vertical con un estilo particular que destaca por su ambientación hindú y su ritmo. Tiene una estética más mística, con escenarios que parecen inspirados en templos o culturas orientales, y combina ese aire exótico con una jugabilidad sólida y directa. Aquí el disparo, los movimientos y los patrones se entrelazan con un diseño de enemigos que busca sorprendernos constantemente. Es de esos juegos que no parecen tan espectaculares a primera vista, pero que acaban enganchando por lo bien medido que está todo. Su dificultad progresiva y su fluidez lo convierten en una de las sorpresas del recopilatorio.
Por último, cerramos con Twin Hawk (1989), un título ambientado en una Segunda Guerra Mundial alternativa donde pilotamos una aeronave enfrentándonos a oleadas de enemigos masivos. Es un shooter vertical con una ambientación distinta a la habitual de Toaplan, más “bélica” y con un tono que lo hace destacar dentro del recopilatorio. Lo curioso aquí es su sistema de apoyo, podemos invocar formaciones aliadas que nos ayudan durante el combate, lo que introduce un componente táctico poco habitual en el género. Es un cierre redondo para el volumen, con un estilo propio que, sin alejarse del ADN Toaplan, amplía su repertorio de ideas.

La emulación general es de gran nivel, y replicar la fluidez, la precisión de los controles y la sensación arcade es algo que esta recopilación consigue con oficio. Los juegos responden como deben, no detectamos lag perceptible, los desplazamientos y sprites se mantienen sólidos, y las funciones modernas -guardar rápido, rebobinado, filtros de pantalla, modo lento o rápido, soporte para orientación vertical cuando corresponde- le dan un plus de comodidad que agradecemos. También se incluyen tablas de puntuaciones en línea, opciones de asistencia, y la recreación del hardware original mediante ajustes como los antiguos DIP-switches, lo que honra el diseño clásico. En lo sonoro, las bandas sonoras cumplen su función evocadora, los efectos de explosiones y disparos mantienen esa contundencia tan característica, y aunque no hay un exceso de extras tipo museo -que se echa en falta-, las opciones jugables están bien servidas y se nota el mimo por conservar la experiencia original.
En cuanto a detalles adicionales, el recopilatorio ofrece soporte cooperativo local en varios de los títulos, lo cual amplía su accesibilidad y su valor para jugar en compañía. También se respetan las versiones japonesas e internacionales de ciertos títulos, un añadido interesante para quienes quieren explorar las diferencias entre regiones -muchas veces enfocadas en la dificultad- y disfrutar del valor histórico completo del recopilatorio.
Toaplan Arcade Collection Vol.2 es una recopilación que mantiene viva la memoria de Toaplan y demuestra, una vez más, por qué el estudio fue uno de los pilares del género shoot ‘em up. Nos ofrece clásicos que quizás estaban un peldaño por debajo en fama de los del primer volumen, pero no por eso menos brillantes o disfrutables. Si ya exploramos el Volumen 1 y queremos seguir profundizando en su legado, este segundo tomo es una oportunidad magnífica: mecánicas puras, retos genuinos, buena emulación, funciones modernas y una selección que complementa a la perfección la entrega anterior. Para los entusiastas del género y nostálgicos del salón recreativo, esta colección es una forma ideal de seguir redescubriendo la magia de Toaplan y de confirmar que su espíritu sigue tan vivo como hace treinta años.

