La saga Total War es ya un clásico entre los seguidores de los juegos de estrategia. Una parte cercana a los juegos llamados de Gran Estrategia, con un mundo que conquistar. Otra parte, quizás la más conocida a día de hoy, más cercana a la estrategia en tiempo real, con batallas entre centenares de soldados donde lo más importante, tras los números, es la táctica. Y dentro de los Total War, una subsaga ha destacado estos últimos años, empujado por otro nombre muy conocido entre los amantes del rol: Warhammer. Aquí tenemos la tercera parte de la unión de estas dos franquicias. La hemos esperado años, pero ya está aquí: Total War: Warhammer III.

Total War es ya una saga longeva. Tanto, que para remontarnos a la salida del primer título de la exitosa saga de Creative Assembly tendríamos que retroceder 22 años en el tiempo, llevándonos al año 2000 con Shogun: Total War -que más adelante tendría una segunda parte-, que nos transportaba al Japón feudal. Con el éxito de este empezamos a ver nuevas ambientaciones y épocas, como el Imperio Romano, la era napoleónica, los hunos, o incluso un juego ambientado en el Romance de los Tres Reinos, en China.

Es este Total War: Warhammer III, quizás, el más narrativo de la historia de la saga. Tenemos la campaña de prólogo como ejemplo de ello. Ursun, uno de los dioses de la nación de Kislev, lleva en silencio demasiado tiempo, por lo que es posible que haya tenido algún percance. Para ello, los kislevitas enviarán un destacamento a las heladas tierras del norte para encontrarlo o, al menos, descubrir qué ha ocurrido.

Esta será la premisa de un prólogo que nos llevará de la mano por distintos terrenos del mapa, y que tendrá hasta elecciones para el jugador. Y que nos presentará al verdadero protagonista de esta tercera entrega de Total War: Warhammer: el Príncipe Demonio. Luego hablaremos de él. A su vez, este prólogo sirve de tutorial, probablemente el mejor tutorial de la saga, permitiéndonos familiarizarnos con las distintas mecánicas, nuevas y viejas, que ofrece el juego mientras nos cuenta una historia que nos va a tener pegados hasta el final de las aproximadamente 5 horas que dura. Así que sí, este es quizás el Total War más accesible para nuevos jugadores porque hace el esfuerzo de presentarse correctamente.

Más allá del prólogo, la de este tercer juego quizás sea la campaña más «particular» que ha hecho Creative Assembly en los Total War, ya que en este caso nuestra misión no es conquistar territorios o eliminar facciones -aunque podemos ganar así, obviamente-, sino recoger almas, que a la postre serán los que nos permita liberar a nuestro dios animal. Claro, las otras facciones también querrán su liberación para sus propios propósitos, por lo que la partida puede acabar convirtiéndose en una campaña contrarreloj por ver quien consigue la última alma necesaria. Todo eso mientras sufrimos ataques continuos por parte de la facción demoníaca.

Total War: Warhammer III viene de salida con siete facciones desde el comienzo para elegir: Kislev, Catai, Legión del Caos, Khorne, Nurgle, Tzeentch y Slaanesh, más los Reinos Ogros si hemos precomprado. No solo eso, sino que, si poseemos los dos anteriores juegos, más adelante -no de salida- podremos jugar con cualquiera de las otras facciones, al igual que se podía ya jugar con los del primer juego en Total War: Warhammer II. Aquí estamos esperando nuestro Mortal Empires particular, un mapa donde tengamos a todas las facciones en liza.

Si bien el camino siempre será parecido -recuperar 4 almas para tener opción de ganar la partida-, cada facción está bien diferenciada, con sus ventajas y sus desventajas. No será lo mismo jugar con Catai, teniendo que mantener un balance entre los distintos tipos de magia -o armonía-, que con la facción de Slaanesh, con los que podremos hacer incluso que hayan enemigos que cambien de bando durante las batallas ayudando a invertir los números cuando estemos con desventaja. Desde Creative Assembly se han esforzado en que cada facción tenga su particular forma de jugar y que estén lo suficientemente diferenciadas para que, si bien el objetivo será el mismo en las campañas, el camino no lo sea.

Quizás la facción más destacada es la de las Legiones del Caos, con el Príncipe Demonio a la cabeza. Este podrá reemplazar partes del cuerpo con las de sus rivales caídos, ganando distintas habilidades y estadísticas en el proceso, cambiando incluso su imagen y haciendo que mi príncipe demonio pueda ser totalmente distinto al tuyo.

Algo a destacar también son los asedios y las batallas en ciudades. Esta vez serán más grandes que nunca, pudiendo construir fortificaciones tanto en ataque como en defensa, y, si bien siguen lejos de las batallas masivas convencionales -en parte por culpa de una IA con la que no se acaba de dar con la tecla-, es un paso en la buena dirección.

Eso sí, se echan un poco en falta algunas opciones de la diplomacia que teníamos en Total War: Three Kingdoms, sintiéndose esta menos personal que las relaciones que teníamos en aquel juego con los otros líderes de facción, aunque se han añadido un par de novedades. Probablemente la que más resalte de primeras sea la opción de acuerdo rápido, que hace que la CPU ofrezca un acuerdo rápido al jugador para evitar el proceso de negociación. No siempre es el más óptimo, y siempre se puede afinar un poco más, pero nos sirve si no queremos perder el tiempo en una negociación concreta. «¿Tú quieres esto? Te lo voy a cambiar por esto otro».

También es destacable en este apartado el añadido de los Puestos avanzados. Estos permiten, si nos aliamos con otra facción, poder reclutar unidades de esta, y es un buen añadido si nos interesa un ejército multidisciplinar.

De todas formas, podría escribir mil palabras más sobre el juego, pero no quiero alargar demasiado este análisis. Porque Total War: Warhammer III no se queda aquí. Conocemos el trabajo de CA, por lo que podemos esperar que, con el tiempo, aparezcan más facciones vía DLC, lo que, unido a las facciones del primero y el segundo, hace que se convierta en la experiencia Total War más ambiciosa hasta la fecha. Y no solo hablamos de Total War, podemos decir lo mismo también de Warhammer. Ningún otro videojuego va a tener el número de facciones, con su personalidad definida, que tendrá la mezcla de los 3 Total War: Warhammer más los DLCs que aún están por salir. Sin duda vivimos en tiempos interesantes.

 


Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por Cosmocover