Chrono Trigger: Cuando todas las piezas encajan.
No me explico por qué narices he tardado tanto tiempo en rejugar Chrono Trigger. Me encantan los JRPGs, y me gusta rememorar mis favoritos una vez han pasado unos pocos años, cuando los recuerdos se enfrían y ya no importa tanto volver a disputar tropecientos combates, subir niveles para superar el siguiente jefe y seguir avanzando por una historia cuyo final ya sabes.
Mi primera vez con Chrono Trigger se remonta a hace poco más de una década, cuando la emulación me abrió las puertas de juegos que no habían salido nunca en España, pero la segunda partida no llegó hasta este mismo mes, gracias a la versión de Nintendo DS que sí fue lanzada en nuestro país. Y chico, creo que sólo tengo que decir que mientras escribo esto ya estoy a punto de terminar la tercera.
¿Qué es lo que hace especial a Chrono Trigger? Una buena pregunta a la que quizás hace unos años no sabría dar respuesta, pero hoy sí tengo clara. Todos los juegos, incluso los malos, tienen algo que los hace especiales de algún modo. Algo que destaque, la primera cosa en la que piensas cuando te dicen su nombre y que hace que en tu mente se forme una imagen de ese juego, diferente a la de cualquier otro juego que hayas jugado a lo largo de tu vida. Mi primer pensamiento al hablar de Chrono Trigger hace unos años seguramente habría sido los viajes en el tiempo. Porque sí, Chrono Trigger tiene viajes en el tiempo, es uno de sus principales elementos diferenciadores respecto a la gran mayoría de JRPGs. Pero lo que ahora creo que lo hace realmente especial es algo tan sencillo, y a la vez tan difícil de alcanzar, como que absolutamente todo en él es especial.
Cada vez que cogemos un juego y lo diseccionamos en diferentes aspectos como el control, el diseño de niveles, la historia o el apartado audiovisual, es prácticamente imposible encontrar una verdadera homogeneidad, un equilibrio perfecto. Siempre sobresale algo, para bien o para mal. Siempre hay un aspecto que destaca sobre el resto, al que acudimos antes que a ningún otro para alabar o criticar un juego. Como los personajes de Final Fantasy VI, el argumento de Xenogears o el sistema de combate de Baten Kaitos. Pero ese no es el caso de Chrono Trigger si tratamos de diseccionarlo. No hay altos ni bajos, no hay asperezas que limar. Nada lastra nada, ni nada tiene que maquillar las carencias de nada. Lo que sobre el papel parece una utopía, es lo que en mi opinión logró aquel «dream team» de diseñadores japoneses allá por el año 1995.
Así que volvamos a los viajes en el tiempo. Cuando el joven Crono acude a la feria de su pueblo y presencia la aparición del primer portal hacia el pasado, se inicia una aventura que abarca nada menos que cinco épocas diferentes del mismo mundo. Todas ellas cuentan con su propio diseño, sus personajes y sus pequeñas historias, cinco realidades distanciadas por cientos o miles de años. Junto a Crono, avatar mudo que representa al jugador en el periplo, viajamos adelante y atrás por estas cinco edades, consiguiendo nuevos compañeros de equipo en todas ellas y desentrañando los misterios de un argumento que poco a poco las va conectando de una forma brillante.
El punto de partida es bastante sencillo: no mucho después de empezar el juego, nuestros protagonistas descubren que en el futuro una criatura ha llevado/va a llevar al mundo a su destrucción, así que deciden utilizar los viajes en el tiempo para evitarlo. Pero la tarea no es tan simple como parece y la trama empieza a retorcerse con constantes idas y venidas por las diferentes edades, obstáculos inesperados y unos cuantos giros de guión como manda la tradición en este género.
La premisa de que sí se conoce el pasado se puede entender e incluso cambiar el futuro se aprovecha al máximo, y ya no sólo a la hora de avanzar por el desarrollo principal, sino también para resolver con éxito algunas de las misiones secundarias. Viajar a la prehistoria para conseguir un mineral inexistente en la era en la que queremos volver a forjar una espada quebrada, evitar la desaparición de un personaje salvando la vida de un lejano antecesor en el pasado o dejar un artefacto cargándose con la energía del sol durante miles de años para recogerlo apenas dos minutos después son unas pocas muestras de esos pequeños destellos de genialidad que abundan en Chrono Trigger.
Genialidad que se multiplica cuando nos damos cuenta que como jugadores tenemos prácticamente la misma capacidad de modificar el rumbo de la historia que los personajes con sus viajes en el tiempo. Si bien hay un desarrollo base que desemboca en el final, digamos, estándar, Chrono Trigger nos permite tomar algunas decisiones bastante importantes e incluso salirnos del guión preestablecido. Más de uno de los protagonistas puede no llegar con nosotros al final de la aventura si así lo deseamos, y el momento en el que nos enfrentamos a la criatura que va a destruir el mundo queda completamente a nuestra elección, lo que puede alterar por completo tanto la duración del juego como el desenlace de la trama, que cuenta con numerosas y muy diferentes variantes (algunas hasta rozan lo surrealista).
Esto favorece enormemente la rejugabilidad del título, que además cuenta con un ritmo prodigioso en su desarrollo. Aunque no es especialmente largo para lo que acostumbran los JRPGs y se puede terminar en unas 15 horas, lo compensa con una gran densidad de eventos. El relleno brilla por su ausencia y a cada paso descubrimos una nueva zona, un nuevo detalle de la trama o conocemos un poco más a nuestros personajes. Todos ellos consiguen dejar huella sin recurrir a interminables bloques de texto. Un guión sólido y las numerosas situaciones a las que se ven arrastrados en tan pocas horas perfilan rápidamente personajes tan variopintos como un guerrero transformado en rana que busca venganza, una troglodita bastante brusca que apenas chapurrea el idioma de sus compañeros o un hechicero que se dejó arrastrar hacia el lado oscuro con la idea de combatir un mal mayor.
Y como pieza de ingeniería perfectamente calculada que es Chrono Trigger, los combates también se adecúan como un guante a esta filosofía de no malgastar el tiempo del jugador. Para empezar, dejan de ser aleatorios y de llevarnos a un terreno aparte para luchar tras una pantalla de carga. Los enemigos campan a sus anchas por los bosques, ruinas o cuevas que hacen las veces de mazmorras, esperando a entrar en combate con nosotros al menor contacto físico o visual. Parte de estos encuentros son scriptados y se dan cada vez que pasamos por un punto concreto, pero muchos otros pueden ser fácilmente evitados si no vamos a por los enemigos. En cualquiera de los casos, cuando un combate da inicio los personajes y los enemigos se posicionan en el mismo terreno por el que antes nos movíamos libremente y los menús se despliegan en la pantalla sin ninguna otra clase de transición.
El sistema de combate se cimenta en el Active Time Battle estrenado en Final Fantasy IV, en el que las barritas de cada personaje se llenan en función de su velocidad y al completarse nos permiten elegir ataques, magias, objetos o cualquier otro comando disponible sin detener nunca el tiempo (aunque la opción para cambiarlo está disponible por si alguno se lo quiere tomar con más calma). Sobre esta base, Chrono Trigger construye un sistema menos rígido, en el que el posicionamiento de los enemigos cambia en tiempo real durante el combate y afecta especialmente a la efectividad de algunas técnicas. De este modo, si hay varios enemigos apelotonados pueden ser atacados a la vez con un hechizo que daña a todos aquellos situados dentro de un radio concreto; mientras que si están en fila, una técnica que avance en línea recta será más recomendable.
Estas técnicas consumen puntos mágicos en función de su efectividad, y entre ellas encontramos los mejores ataques físicos, los hechizos mágicos, las curaciones, las alteraciones de estado y, más importante, los combos. Un máximo de tres personajes participan en los combates, cada uno con sus propias técnicas que, tras adquirir experiencia peleando juntos y/o conseguir determinados objetos, se pueden combinar para realizar técnicas dobles, e incluso triples. Así obtenemos habilidades tan convenientes como el uso de la espada de un personaje para dispersar por toda la zona del combate el hechizo curativo de otro, o combos de varios tipos de magia que hacen trizas a los enemigos. Esta gran diversidad de técnicas, unido a un plantel de personajes bien diferenciados, permite multitud de estrategias posibles a la hora de afrontar los combates más duros del juego.
Hablando de lo cual, el juego no es particularmente difícil, buscando ofrecer siempre un desafío razonable y no frustrante. Elegir ataques al tuntún puede servir de poco contra los jefes, pero detenerse a subir más niveles rara vez es la mejor solución. Es mucho más productivo observar qué debilidades elementales pueden tener, en qué orden es preferible atacar si hay varios objetivos o hacer un cambio de equipo si necesitamos recurrir más a ataques físicos, magias o curaciones. El diseño de las mazmorras también es una buena muestra de que Chrono Trigger no busca entorpecer el avance del jugador, sino que quiere mantenerlo interesado en todo momento. Su tamaño y complejidad va creciendo a medida que progresamos por la aventura, pero el juego nunca se pone el disfraz de dungeon crawler y tras recorrer unos pocos niveles, activar interruptores estratégicamente localizados y acabar con el jefe de turno, estamos listos para cambiar de escenario.
Lo que siempre es un placer en una obra que pone tanto mimo en el diseño artístico. Tomando como referencia el arte de Akira Toriyama (creador de la serie Dragon Ball), que diseñó tanto los personajes como los rasgos más distintivos de cada una de las cinco épocas, Chrono Trigger puede presumir de uno de los apartados gráficos más bonitos de toda la generación 16 bits. El juego exprime la paleta de colores de SNES para poner en pantalla desde los bosques con los verdes más brillantes hasta las mazmorras con marrones y grises más opresivos. Todo está cuidado al extremo, cada edad tiene su propia ambientación, cada interior está lleno de pequeños detalles, las tabernas y castillos dan verdadera sensación de vida con un montón de gente merodeando de aquí para allá. Y al frente de todo, los protagonistas, que mediante un excelente trabajo de animación logran crear la ilusión de que no estás solo ante un puñado de sprites, y ríen, lloran o se sorprenden cuando la ocasión lo requiere.
Porque en Chrono Trigger hay lugar para la alegría, la tristeza y la épica, y por si el guión o los gráficos 2D de tiempos tecnológicamente más limitados no fueran capaces de conmoverte, entra en escena Yasunori Mitsuda con sus magistrales composiciones. Es, lamentablemente, el aspecto del juego al que menos justicia se le puede hacer en un texto como este, pero nunca está de más mencionar la fantástica banda sonora con la que cuenta el juego. Unas veces funciona como acompañamiento para ambientar, otras refuerza las escenas más emotivas y otras acelera nuestro ritmo en medio de un combate. En cualquier caso, el nivel está siempre por las nubes, y al final del viaje es casi imposible no echar hacia atrás una mirada nostálgica y recordar todo lo vivido al escuchar de nuevo temas como el de la feria milenaria, el de Frog o el del antiguo reino de Zeal.
¿Qué es lo que hace especial a Chrono Trigger entonces? Espero que ahora sí lo haya dejado claro. Si te gustan los JRPGs y nunca lo has jugado, hazlo ahora mismo. Literalmente. No esperes a saldar todas las cuentas pendientes con los juegos atrasados de tu estantería. Si no puede ser mediante la versión original de SNES, tienes las reediciones de PSX y DS, o sino, también puedes descargarlo para PS3 o Wii. Creo que hasta está disponible para algunos teléfonos móviles, así que ya no hay excusas que valgan. A menos que no entiendas inglés, claro, pero incluso en ese caso existen traducciones extraoficiales circulando por la red. Sea como sea, hazte un favor y no te pierdas esta maravilla. Quizás no se acabe convirtiendo en tu JRPG favorito, pero difícilmente podrás negar que se trata de uno de los juegos más redondos jamás creados. Una auténtica obra maestra que no necesita recurrir a máquinas del tiempo, sino a un extraordinario diseño para no envejecer.