Siempre he tenido una deuda pendiente con Journey. Desde que tuve Playstation 3, era uno de esos juegos que la gente no paraba de recomendarme y que merecía la pena jugar, aunque lo fui dejando en favor de otros juegos que me llamaban más la atención. Hasta que llegó el fatídico día en el que mi consola pasó a mejor vida y me quedé sin catar esta obra, cosa de la que me fui arrepintiendo con el paso de los años. Por eso, cuando fue anunciado para PC hace tan solo unos meses me llevé una grata alegría, por fin podría saldar la deuda y disfrutar de la obra maestra de Jenova Chen.

Pongámonos en el contexto del juego: un nómada que podría ser cualquier persona, un desierto enorme por recorrer y una montaña a la que llegar. Ya está, no necesitamos nada más, ni explicaciones ni motivos ni trasfondo, con esos tres elementos nos basta y nos sobra para disfrutar de uno de los mejores juegos jamás creados.

De la manera que el argumento es así de simple, de la misma forma lo es también la jugabilidad, pues con tan solo dos botones podremos realizar todas las acciones necesarias: un botón para saltar -y planeo incluido- y otro para activar los elementos. No se echa en falta nada más, incluso en ocasiones da la sensación de que sobran botones de lo natural que resulta el manejo. Con estos dos botones podremos explorar ruinas, activar interruptores, cabalgar a lomos de una peculiar criatura voladora y alguna cosa más que no destriparemos.

Y quizás sea esto lo que hace grande a Journey, su capacidad de transmitir tanto utilizando tan poco. Con todo un ejemplo de minimalismo narrativo, comprenderemos sin problemas toda la historia y lo que va sucediendo en cada momento sin que nos lo cuenten explícitamente. Nuestro protagonista no tiene un rostro detallado, pero a través de sus movimientos y sus acciones seremos capaces de sentir sus emociones.

El desierto que recorremos no es solo un escenario más, forma parte de un todo, de un conjunto mucho más grande y lleno de entornos diferentes. Podremos encontrar ruinas diferentes con las que interactuar, así como zonas subterráneas o incluso «marítimas», todo para no crear esa sensación de monotema que puede acabar cansando.Pero no solo nos limitaremos a caminar, la exploración será importante a la hora de encontrar mejoras para nuestro personaje que nos permitirán planear durante más tiempo y murales que nos explicaran de forma muy tribal un poco más sobre el desarrollo de nuestro viaje.

Graficamente lo cierto es que luce genial y deja estampas realmente bellas y poéticas. Llama especialmente la atención el comportamiento y las físicas de la arena, dejando surcos a nuestro paso y pudiendo deslizarnos cual tobogán en las dunas más inclinadas. Hablando sobre la versión de PC en concreto, se encuentra muy bien optimizada y cuenta con un rendimiento bastante aceptable aunque sin alardes, en general mantendrá los 60fps sin problemas.

Y si el aspecto gráfico ya es importante aquí, más lo es la espectacular banda sonora compuesta por Austin Wintory, una banda sonora orquestal a veces emotiva, a veces inspiradora, que casi como un personaje más de la propia trama, encaja perfectamente en cada momento y lugar. Da igual que no le deis una oportunidad al juego -y haríais mal-, pero es un autentico crimen dejar pasar el repertorio musical del juego.

La mayor pega se encuentra posiblemente en su duración, pues en tan solo hora y media llegaremos al final de nuestra aventura. Quizás esto se perciba como algo negativo, es comprensible que quien se gasta dinero en un juego lo quiere rentabilizar lo máximo posible y que le ofrezca muchas horas de diversión, pero Journey tiene muy claro su cometido y lo que quiere contar, lográndolo perfectamente en el tiempo que dura, alargarlo más le haría perder parte de su encanto y arriesgarse a no mantenerse en lo más alto en todo momento.

Resumiendo muy brevemente: ¿Podría Journey ser más largo? sin duda, ¿podría ser mejor? muy difícilmente. Thatgamecompany creó un juego muy intimista teniendo en cuenta los sentimientos y las emociones como principal atractivo. Esto no es comida rápida, es un menú gourmet que hay que degustar con los cinco sentidos y permitir que el juego te atrape. Puede parecer que no he escrito demasiado texto teniendo en cuenta lo que me ha gustado el juego, pero un sentimiento no se puede expresar con palabras y eso es lo que me ha pasado, que es un juego que no se puede describir por escrito y hay que vivirlo para entenderlo. Por lo pronto yo me aplico el cuento y me quedo con el mensaje que sin duda deja: Lo importante no es el final del viaje, sino todas las experiencias vividas por el camino.