En uno de sus viajes, el Rey Sharaman de Persia y su hijo, el Príncipe, derrotan a un poderoso Maharajah de la India. Después de saquear la ciudad y obtener un reloj de arena gigante, una daga misteriosa, y capturar a la hija del Maharajah, Farah, continúan su viaje hasta el palacio del Sultán de Azad. Un nuevo miembro del séquito, un Visir que acababa de traicionar al Maharajah y había ayudado al Rey Sharaman a ganar el acceso a la ciudad, en agradecimiento a sus servicios, solicita la daga que había recuperado el joven Príncipe. Pero Sharaman se niega a arrebatarle tal premio a su hijo tras su primera batalla, quien la había hallado durante el saqueo.
Así pues, el Visir, ya en el palacio del Sultán de Azad, viejo amigo de Sharaman, engaña al Príncipe para que abra el reloj de arena introduciendo la daga, lo que libera las Arenas del Tiempo, un antiguo mal que convierte a todos los habitantes del palacio en criaturas monstruosas. Solo el Príncipe, el Visir, y Farah permanecen inalterados. Aquí comienza la aventura de Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo.
El juego nos presenta un plataformas 3D con marcados toques de acción, donde acompañaremos al Príncipe por diversas estancias llenas de plataformas que deberemos superar valiéndonos de nuestras habilidades acrobáticas, gracias a la gran cantidad de movimientos y versatilidad del Príncipe. Para ello contaremos además con unos poderes que nos confiere la daga del tiempo, de los cuales los más interesantes son la ralentización del tiempo para superar diversas trampas y la vuelta atrás en el tiempo, la cual usaremos en multitud de ocasiones para evitar una muerte segura. Estos poderes consumirán las arenas del tiempo de nuestra daga, la cual recuperaremos acabando con los distintos, aunque no diversos, enemigos que nos encontraremos en nuestro camino.
A los enemigos y posibles caídas, hay que añadir las trampas en los propios escenarios, como pinchos, cuchillas, y cualquier elemento dispuesto a que gastemos el poder de nuestra daga, si bien el juego no presenta una dificultad elevada, y la curva de dificultad esta muy bien equilibrada. También encontraremos algunos sencillos puzles -algunos no tan sencillos-, que le dan al juego una mayor variedad y complementa esta gran obra.
Argumentalmente no vamos a encontrar un título que nos muestre una profundidad digna de un JRPG, sino una sencilla historia sobre el bien y el mal, el crecimiento personal, y el sacrificio, que irá siendo narrada por el propio Principe, y que a pesar de su simpleza, contiene todos los elementos para agradar a cualquier público. Durante toda la aventura manejaremos al Príncipe, aunque nos iremos cruzando con Farah en varios momentos, convirtiéndola en una aliada, y algo más.
Las Arenas del Tiempo goza de un apartado técnico brillante para su tiempo, y un apartado artístico muy marcado y colorido, donde cada diseño esta trabajado y mimado, y las texturas y los variados efectos gráficos son de una gran calidad visual, y los movimientos mantienen una fluidez exquisita la mayor parte del tiempo, aunque en momentos puntuales es posible notar unas pequeñas caídas de frames que tampoco obstaculizan la acción en demasía. El diseño del Príncipe, sin ser técnicamente sorprendente, esta artísticamente muy elaborado, con infinidad de detalles como la ropa que se va deteriorando a lo largo de la aventura, o el movimiento del pelo o la ropa. Los escenarios son espaciosos y con mucha verticalidad, y muy bien diseñados, aunque a veces pueden pecar de un poco de repetitividad en sus mecánicas jugables, es ampliamente subsanado con la ingente cantidad de elementos y detalles de gran calidad, y unas impresionantes físicas que les confiere un acabado con el que merece la pena deleitarse.
En el apartado sonoro disponemos de un gran doblaje al castellano, si bien el problema en esta ocasión viene de la calidad del audio en si, que suena un poco enlatado, pero nada que llegue a molestar. A lo largo del juego nos acompañarán melodías de corte árabe que no sólo son más que acertadas, sino que se corresponden con la acción como anillo al dedo. Los efectos también mantienen un altísimo nivel, por lo que en este apartado el juego cumple de sobra.
El control es perfecto, el Príncipe hará lo que nosotros queramos, su gama de movimientos es muy generosa, se podrá colgar y subir a casi cualquier saliente, correr por las paredes, balancearse, descolgarse, escalar de múltiples saltos, etc. Todo ello con una cámara que sólo nos dará guerra en algún momento durante las peleas, ya que sus múltiples combos y movimientos acrobáticos la desestabilizarán más de lo deseado. Por lo demás, el control invita a seguir dando saltos, aunque estos parezcan imposibles, y a comprobar hasta donde nuestro Príncipe puede llegar.
Esta actualización del clásico Prince of Persia, lanzado en Apple II en 1989, fue lanzado para PC y las tres consolas de 128 bits –Playstation 2, Game Cube y Xbox- entre 2003 y 2004. También tuvo una versión portátil para Game Boy Advance, y una versión remasterizada con mejores texturas para Playstation 3 en 2010. Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo dio lugar a una trilogía junto a Prince of Persia: El alma del Guerrero y Prince of Persia: Las Dos Coronas, al que más tarde se le unió una cuarta entrega autónoma, Prince of Persia: Las Arenas Olvidadas.
A día de hoy se ha convertido en un clásico por derecho propio, para muchos el mejor Prince of Persia de esta dilatada franquicia que a pesar de encontrarse desde 2010 parada, perdura en la memoria de sus seguidores, esperando que algún día Ubisoft nos obsequie con una nueva entrega. El juego también dio el salto al celuloide con una película protagonizada por Jake Gyllenhaal y Gemma Arterton.
Este juego no puede faltar de ninguna forma en cualquier colección que se precie, la puesta al día de las aventuras del Príncipe de Jordan Mechner ha sido llevada a cabo de forma soberbia, dando fruto a un juego bello, intenso y espectacular, que si bien no aprovecha el hardware de la forma más efectiva, mal endémico de todos los multiplataformas de su época, si que lo compensa con un apartado artístico rico y elaborado. Mención aparte al argumento, simple pero bien elaborado y perfectamente narrado, que es la guinda final para este título.