Nos deja Sir Clive Sinclair. A los 81 años, el pasado 16 de Septiembre, fallecía alguien cuyo nombre traerá multitud de recuerdos a quienes ahora peinan canas -o abrillantan calvas- y probablemente no le suene de nada a los más jóvenes.
Sir Clive Sinclair, inventor y empresario británico, fue uno de los padres de la informática doméstica, uno de esos primeros visionarios que abrió la puerta a un nuevo mercado, cuando los ordenadores, esas enormes máquinas del tamaño de un armario que solo estaban al alcance de investigadores y profesionales, empezaron a miniaturizarse y abaratarse hasta precios accesibles, para que el ciudadano de a pie diera sus primeros pasos en el oscuro y misterioso mundo de la informática.
Antes de obtener el título de «sir», antes de los microordenadores, en los 70, Clive Sinclair se dedicó a diseñar y vender todo tipo de innovadores artilugios electrónicos: calculadoras de bolsillo, relojes digitales, radios o mini televisores destacan entre sus creaciones. Si bien la calidad de los mismos no era excepcional y sus distintas compañías tuvieron altibajos financieros, sus productos siempre destacaban al menos por dos aspectos a los que él daba mucha importancia: diseño y precio.
Al llegar la década de los 80, Christopher Curry, -un empleado suyo que más tarde se pasaría a la competencia: Acorn Computers-, le convence de que la informática es el futuro. Sinclair no lo ve claro, pero al final accede. Diseñan el ZX80, un ordenador extremadamente simple y barato, que atraería el interés de curiosos de la electrónica. Al año siguiente lanzan el ZX81, algo más avanzado, pero aún muy primitivo como ordenador doméstico. Es en 1982, con el lanzamiento del ZX Spectrum, tercero de la serie y mucho más avanzado que sus predecesores, cuando este nuevo mercado explota, vendiendo millones de aparatos dentro y fuera del Reino Unido.
El ZX Spectrum era un microordenador -como se llamaban entonces los ordenadores personales-, de 8 bits, con un procesador Z80 a 3,5 MHz, 16 o 48k de memoria -aunque el modelo de 16k quedaría obsoleto muy pronto-, 8 colores, resolución de 256 x 192, teclado de goma y sistema de almacenamiento mediante cintas de cassette. En aquel entonces no existían los sistemas operativos, y el Spectrum venía de serie con un lenguage BASIC propio, instalado en una memoria ROM.
Podría escribir un artículo entero en torno a este ordenador, pero ahora prefiero centrarme en la figura de su creador. Solo diré que fue uno de esos primeros microordenadores domésticos que trajeron la informática a los hogares. Que permitieron jugar a videojuegos a muchos niños de los 80, sí, pero también introdujo en la programación a muchos de ellos. Y no pocos acabaron dedicándose profesionalmente a la informática. Y esa fue siempre la idea original de su creador: introducir a la gente de a pie a la informática. De hecho, Sinclair siempre mostró desdén por los juegos, al considerar que restaban seriedad a su producto y no daban la imagen que él buscaba. No supo ver que los juegos pueden hacen un tremendo papel de «caballo de Troya» a la hora de acercar la informática a los más jóvenes.
Pero Sinclair nunca fue un genio para los negocios y, al igual que ganaba millones, los perdía. Tuvo un par de patinazos, primero con el Sinclair QL, un ordenador dirigido al mundo empresarial que fue un fracaso, y luego con el C5, un vehículo eléctrico que también merecería artículo aparte, y con el que también se estrelló. Las deudas acumuladas acabaron forzándole a vender en 1986 el Spectrum a su competidor en el mercado: Amstrad, compañía propiedad de Alan Sugar. El Spectrum siguió gozando de salud durante unos años. De hecho, Amstrad lanzó el que posiblemente sea el mejor modelo: el +2. Pero, para Sinclair, la aventura del Spectrum terminaba ahí.
Después de eso siguió con lo que siempre fue su gran sueño: el desarrollo de vehículos eléctricos. Pero nunca alcanzó las cotas a las que llegó en el campo de la informática.
A Sir Clive Sinclair siempre se lo recordará por el ZX Spectrum como su punto más alto y el C5 como su gran fracaso.
¿Cómo era Clive Sinclair? Ruth Bramley, programadora en Sinclair Research de 1981 a 1984, lo describe como un hombre encantador, amable y muy preocupado por sus trabajadores. Otras personas cercanas al empresario e inventor, como fueron Christopher Curry o Hermann Hauser, coinciden en que era propenso a la ira, que perdía los papeles y lanzaba cosas por los aires, que gritaba a sus empleados, que incluso llegó a pelearse físicamente en un bar con Curry, quien le propinó un puñetazo en la cara.
Como empresario se dice que tenía un gran ego, que a veces se negaba a ver lo que el mercado pedía y se empeñaba en ir en dirección contraria. Que nunca hizo un estudio de mercado. Cambiaba de empresa cada vez que las cosas se torcían o debía demasiado dinero. Y tuvo suerte de que el gobierno le ayudara con millones de libras en una época en la que el Reino Unido vivía una gran crisis y se buscaba potenciar mercados con futuro como el de la tecnología.
Pero también afirman que tenía un encanto especial. Según Hauser, tenía una facilidad para controlar a la gente con su voz suave y profunda y su carisma. Suponemos que se necesita carisma para arrastrar a toda esa gente tras sus proyectos, por locos que estos pudieran parecen en su momento.
No usaba ordenadores en su trabajo ni en su vida privada. Nunca se interesó por internet.
También fue jugador de póker, fumador, corredor, dos veces casado y dos veces divorciado, tuvo varios hijos, y sentía cierta debilidad por mujeres más jóvenes que él.
A día de hoy su legado continúa, los fans del Spectrum se encargan de mantenerlo vivo. Hay toda una comunidad de nostálgicos que vivieron aquella época y que siguen colecionando, usando o incluso programando para Spectrum. Se siguen desarrollando juegos, máquinas que emulan su funcionamiento o emuladores para PC.
Con sus más y sus menos, luces y sombras, dejó una enorme huella en la historia de la informática, sobre todo en el Reino Unido, en España y otros países europeos. También llegó a algunos países de latinoamérica como Argentina y a la antigua Unión Soviética, aunque en estos casos no se distribuyó el Spectrum oficial de Sinclair, sino clones fabricados por otras empresas.
Toda una generación dio sus primeros pasos en la programación con un Spectrum y un manual de BASIC. Y, por qué no decirlo, también jugamos a muchos videojuegos, por más que esto enojara al tío Clive…