Si hay una franquicia que por méritos propios se ha vuelto muy querida por los fans esa es Vampire: The Masquerade. El famoso juego de rol de tablero fue llevado al formato videojuego por primera vez con Vampire: The Masquerade – Redemption en el año 2000, al cual le siguió una secuela, Bloodlines, publicada en 2004, la cual se convirtió en juego de culto al adaptar con gran maestría la franquicia del universo World of Darkness a un RPG bastante solvente.
Tras un vacío de varios lustros, en 2019 se anunció la vuelta de la franquicia a los videojuegos con un renacimiento de grandes proporciones que no solo incluía el desarrollo de Bloodlines 2, sino además un sinfín de spin offs de la saga vampírica de diferentes géneros y plataformas que ampliarían todavía más el lore del mundo de los hijos de la noche. Uno de esos juegos es Vampire: The Masquerade- Swansong, una especie de aventura narrativa con toques de investigación que vamos a analizar hoy.
La acción se traslada hasta la época actual, cuando la vampira príncipe -sí, en masculino- llama a todos sus súbditos a reunirse con ella debido a una alerta ocurrida en las últimas horas que no solo pone en peligro un importante acuerdo entre dos poderosas facciones rivales, sino además la propia existencia del mundo vampírico, ya que alguien está acabando con la vida de algunos miembros. A raíz de ahí, a cada uno de los miembros del clan se le asigna su propia misión para poder arrojar algo de luz a lo que está ocurriendo y poder detener al responsable.
Swansong -lo llamaremos así a partir de ahora para abreviar- nos ofrece una jugabilidad prácticamente narrativa, aunque sin dejar detener sus toques de interacción y elementos jugables distintivos. Manejaremos a nuestro personaje en tercera persona casi siempre a través de escenarios cerrados, pocas veces habrá grandes zonas por las que movernos ya que el juego se centra más en la trama y en los diálogos que en la propia jugabilidad.
En principio tendremos a tres protagonistas principales con sus diferentes habilidades: Emem, una vampira que puede teletransportarse entre grandes distancias, tenemos a Leisha que puede hacerse invisible y copiar el aspecto de otras personas y por último está Galeb, con la habilidad de ver al clan al que pertenece cada vampiro y seguir el rastro de objetos ocultos. A lo largo del juego se irán alternando los capítulos de cada uno de ellos, mostrando cada uno un fragmento de toda la trama.
Haciendo gala de un estilo policiaco, habitualmente nuestra tarea será llegar al sitio donde haya ocurrido un suceso -haciéndonos pasar por alguien de las autoridades- e investigar el escenario en busca de pruebas y pistas que aclaren lo sucedido. Hay que admitir que la variedad de opciones y decisiones es una gozada, pues una misma situación la podemos resolver de diferentes maneras. Por ejemplo, si queremos buscar información personal en el teléfono móvil de la víctima veremos que tiene contraseña, por lo tanto podremos investigar el lugar en busca de posibles pistas sobre la contraseña, podremos hackearlo con nuestros poderes o directamente robar el móvil para intentarlo en otra ocasión con más calma.
De la misma forma, los posibles desenlaces de la historia y de las situaciones son bastante notables, ofreciendo desenlaces totalmente opuestos y no con pequeñas variaciones del mismo final como se esperaba. Al iniciar cada capítulo nos mostrarán una serie de objetivos que debemos conseguir, tanto opcionales como obligatorios y dependiendo de los que cumplamos podremos acabar el capítulo de una manera o de otra. Esto hace que sea casi obligatoria una rejugada tras la primera partida, porque si no nos estaremos perdiendo gran parte del contenido total.
Pero claro, somos vampiros, ¿acaso no se le saca partido a esto? Pues sí, especialmente en las investigaciones. En los diferentes escenarios encontraremos objetos que podremos rastrear con el olfato para descubrir pistas y decisiones alternativas, pero rastrear estos objetos aumenta el medidor de ansia y la sed de sangre, lo que limita nuestras posibilidades y nos obliga a priorizar qué objeto rastrear, ya que rebasar el medidor de ansia puede hacer que perdamos el control atacando a la gente y descubra nuestra identidad. Para solucionar esto podremos beber la sangre de algunas de las personas que se encuentran en el escenario, para lo cual habrá que buscar estancias y salas vacías donde nos aseguremos que no nos ve nadie. Cuantas más salas vacías encontremos, a más personas podremos morder y por lo tanto, más posibilidades de usar nuestros poderes.
Al acabar cada capítulo y dependiendo de las acciones que hayamos llevado a cabo nos mostrarán una pantalla con nuestras estadísticas, las opciones que hemos elegido, lo que hemos pasado por alto y las alternativas que teníamos. Dependiendo de todo esto nos recompensarán con puntos de experiencia que podremos utilizar en el árbol de habilidades de cada personaje para mejorar sus poderes y perks.
Mención especial merece el sistema de diálogos, que es uno de los apartados que más me ha gustado del título. Al hablar con los diferentes personajes, podremos influir en ellos utilizando nuestros poderes y encarrilar la conversación por un camino u otro. Para ello tendremos que gastar puntos de concentración que se suman a nuestro nivel de las habilidades de influencia, cuantos más puntos decidamos gastar más probabilidades de éxito tendremos, pero a su vez la resistencia mental de nuestro interlocutor también aumentará. Básicamente el apartado de diálogos es la mecánica más cercana al juego de rol de tablero, ya que se basa en el mismo principio.
Pero no es oro todo lo que reluce a pesar de todas las bondades que ya hemos nombrado. Aunque como juego narrativo está bastante bien, la trama es bastante insulsa y no llega a enganchar en ningún momento, ni nos atrapa ni nos importa saber como continúa, lo que quiere el jugador es que le dejen campar a sus anchas llevando la investigación a su manera, cosa que se ve interrumpida en numerosas ocasiones por diálogos anodinos que además no se pueden saltar y nos tendremos que tragar a la fuerza sin que aporten nada.
El apartado gráfico también da para hablar largo y tendido. Aunque a nivel gráfico no está mal y cumple, las animaciones tanto de movimiento como faciales dejan mucho que desear, más propias de un F2P que de un juego de este calibre. El diseño de niveles tampoco destaca, no asombra ni arriesga, casi parece formado por los assets predeterminados del motor con el que ha sido desarrollado. En cuanto al rendimiento también nos llevamos un chasco, pues tenemos texturas que tardan en cargar y aparecen de pronto, algo bastante molesto especialmente en los cambios de cámara durante las cinemáticas ingame.
Swansong es un juego que prometía bastante y podría haber dado más de sí, pero al final se queda a medias en todos los aspectos. Parece que Big Bad Wolf Studio no ha conseguido devolver a la franquicia el esplendor que se merece y nos ofrece un juego que se queda a medio gas. Tendremos que esperar a ver si Bloodlines 2 consigue cumplir con las expectativas, aunque los problemas que está teniendo en su desarrollo hace que también dudemos del resultado final.
Este análisis ha sido realizado en Xbox Series S mediante una copia cedida por Nacon España