Hubo una época en que la industria de cine italiana se especializó en hacer su versión de los famosos westerns estadounidenses. Con ello nació el llamado «spaguetti western», los cuales solían ser carne de videoclub, referencia que hacemos con cariño y no de forma despectiva en absoluto. También de Italia nos llegó, hace unos años, Daymare 1998, y ahora su precuela, también copiando las referencias del género, y también podríamos hacernos una idea de a qué nos enfrentamos calificándolo como carne de videoclub.
Y, como decimos, no lo hacemos de forma despectiva, al contrario. Pues aquellas cintas nos hacían disfrutar mucho, sabiendo a lo que íbamos, que no tenían el presupuesto de las grandes cintas de John Wayne, y que, a menudo, suplían su falta de medios con ganas y pasión, y dando como resultado horas y horas de entretenimiento.
En este caso, de nuevo los italianos de Invader Studios vuelven al título que les puso en el mapa. Si bien Daymare 1998 no llegó a gozar de grandes calificaciones por parte de la crítica, sí que gozó del suficiente favor del público como para justificar que Daymare haya pasado, con este título que nos ocupa, a convertirse en saga. En Daymare: 1994 Sandcastle podremos apreciar el amor que este pequeño estudio de algo más de treinta integrantes siente por el género en general y por la obra de Capcom en particular.
La historia de Daymare: 1994 Sandcastle nos pone en la piel de la agente Reyes, integrante del ya conocido grupo H.A.D.E.S., y que estará acompañada en esta ocasión por Radek y Foster, dos poco amistosos pero leales compañeros con los que apenas compartiremos unos minutos antes de vernos separados, momento a partir del cual todas nuestras interacciones se realizarán por radio.
Concretamente, en esta ocasión, tendremos que adentrarnos en la famosa Área 51, en la cual se ha producido una crisis, y el presidente mismo ha mandado a sus hombres de confianza, la Sección 8, y con instrucciones de no dejar pasar a nadie, nuestro equipo incluido. Por supuesto, al llegar no veremos rastro -en principio- de dicho grupo, y sí indicios de que algo grave ha ocurrido.
A partir de aquí iremos desentrañando la historia a través de numerosos documentos y secuencias cinemáticas. Se nota que los chicos de Invader Studios le han puesto mimo a su título estrella y, a pesar de que la historia no es nada del otro mundo, la sensación de que está bien contada nos acompaña a lo largo del título.
Desde nuestra llegada al lugar, nos veremos muy guiados, con algunos puzles sencillos para ir familiarizándonos con las mecánicas, ya que dichos puzles serán parte esencial del título, y los hay muy interesantes aunque ninguno que pueda hacer sudar al usuario que esté acostumbrado al género. Estas no han cambiado desde el título anterior, siendo Daymare: 1994 Sandcastle muy continuista en este aspecto y, tal como comentamos en el análisis de la entrega anterior, mirándose de forma clara en el espejo de la saga en la que se inspira.
Tendremos la cámara trasera y al hombro, aunque tal vez demasiado cercana haciendo la visión un poco incómoda. El movimiento, tal como en la anterior entrega, y a pesar de permitirnos apuntar y movernos a la vez, es algo menos fluido de lo deseable en este tipo de títulos, y en mitad de los combates nos sentiremos frustrados en algún momento por no responder como desearíamos.
Nada más comenzar podremos acceder a dos armas, a saber, una escopeta y un rifle de asalto, a parte de ir equipados con una imprescindible linterna en el pecho que podremos tener activada de forma ilimitada a la vez que utilizamos las armas. No tardaremos en conseguir nuevos juguetitos como un escáner o un arma criogénica que supondrá el punto diferencial con respecto a Daymare 1998 y que, además de tener cierta importancia para el avance en el juego, será un arma mejorable. Y cuando decimos que será importante para el avance es porque, efectivamente, será de obligado uso. Sin querer entrar en destripes de la historia, diremos tan solo que gran parte de los enemigos requerirán que se los congele antes de acabar con ellos.
Daymare: 1994 Sandcastle es un survival horror, en el que tendremos escasez de munición como mecánica que nos haga sentir vulnerables, y lleno de sobresaltos, muchos de ellos totalmente inocuos, con el único objetivo de tenerte en tensión y, ocasionalmente, hacerte bajar la guardia para cuando llegue el momento real de un ataque.
Importante resaltar también el sistema de guardado, que será manual pero en puntos de guardado específicos mostrados como un terminal informático, y recordando a las famosas máquinas de escribir pero sin el límite del uso de cartuchos de tinta.
Desde el punto de vista visual, Daymare: 1994 Sandcastle no difiere mucho de su anterior entrega incluso en la versión de PlayStation 5. Donde más notamos una evolución es en la iluminación, y también al comienzo tendremos la opción de escoger entre mejor resolución o mejor rendimiento, pero sin ningún tipo de detalle sobre qué resolución obtendremos en cada caso o qué número de imágenes por segundo.
El apartado artístico no destaca con respecto a otros títulos, como tampoco lo hacía el anterior, pero es lo suficientemente agradable y está bien trabajado para ser consistente y no notar aspectos que dejen mal el listón general especialmente. Sí que debemos decir que las animaciones son algo más robóticas de lo deseado y que, sobre todo, las animaciones faciales nos dejan una sensación agridulce.
El apartado sonoro, por su parte, encaja perfectamente en el género en el que nos encontramos, diseñado en todo momento para generar incomodidad y tensión según el momento. El doblaje es correcto y podremos mostrar subtítulos en nuestro idioma, aunque nos ha parecido detectar algún momento en que la traducción parecía sacada directamente del traductor de Google, pero cumple su cometido. El sonido posicional está bien trabajado también, y en un juego de este tipo cobra vital importancia el escuchar por detrás nuestra sonidos inquietantes en ciertos momentos.
Desde el punto de vista técnico, realmente no hay nada en Daymare: 1994 Sandcastle que saque jugo a la ya no tan nueva generación de consolas. Si lo vais a jugar en PlayStation 4 o Xbox One, no os perderéis nada de la experiencia, y eso no es algo negativo en absoluto si eres aún un orgulloso poseedor de una de esas plataformas. En Nintendo Switch también mantiene el tipo y la experiencia con sus respectivas limitaciones.
En conclusión, Daymare: 1994 Sandcastle tiene claros y oscuros, pero más allá de todo ello ofrece un conjunto potable, entretenido, y que si sois amantes de los survival horror vais a disfrutar seguro durante varias horas.