Desde su estreno en 2015, SOMA se ha ganado un lugar muy especial en el género de horror psicológico por méritos propios. Frictional Games, responsables de la franquicia Amnesia, apostaron por una propuesta menos centrada en sustos «fáciles» y más en una atmósfera muy opresiva, una historia con mucha intriga y una exploración pausada. Su llegada a Nintendo Switch, gracias a Abylight Studios, supone la posibilidad de que muchos jugadores lo disfruten en cualquier parte, con todas las virtudes y limitaciones de la consola. Aunque ahora, con la reciente actualización destinada a Switch 2, la experiencia ha mejorado notablemente.
En SOMA encarnamos a Simon Jarrett, un hombre que despierta en PATHOS-II, una instalación submarina abandonada y misteriosa. Lo que al principio parece un lugar frío y sin vida pronto revela secretos inquietantes relacionados con la inteligencia artificial, la conciencia y la supervivencia. El guion, sin caer en los clichés del género, nos plantea cuestiones filosóficas sobre la identidad y el alma humana que van mucho más allá de la típica historia de terror convencional. La narrativa irá desarrollándose orgánicamente, usando documentos, grabaciones y encuentros para sumergirnos en una historia que puede resultar compleja y desconcertante, pero a la vez sobresaliente.
La jugabilidad de SOMA es simple en su concepción, pero tremendamente efectiva. La ausencia de combate es un acierto total para mantener la sensación de vulnerabilidad y aislamiento. En lugar de pelear, exploramos, resolvemos puzles y evitamos a criaturas hostiles que patrullan la estación. Esta fórmula -que hoy en día ya conocemos bien por muchos otros títulos- fomenta la tensión, pues cualquier error puede llevar a una muerte rápida y brutal. Para mitigar esto, Abylight Studios ha incluido el «modo seguro», opción ya conocida en otras plataformas que elimina la amenaza enemiga para centrarse en la historia. Este modo hace que SOMA sea más accesible, permitiendo que jugadores menos aficionados al sigilo o al terror puedan igualmente disfrutar de su gran narrativa.
La estructura del juego es lineal pero abierta, con varias zonas que invitan a la exploración y la recogida de información para entender mejor lo que está ocurriendo en PATHOS-II. Los puzles son variados, aunque no excesivamente complejos, y se integran bien en el entorno. El ritmo puede parecer lento para algunos, al fin y al cabo estamos ante una suerte de walking simulator, pero SOMA prefiere la construcción de atmósfera y el desarrollo narrativo a la acción constante. Sin embargo, este ritmo pausado es también una de sus mayores virtudes, haciendo que los momentos de peligro real impacten mucho más y sintamos auténtico pánico a los encuentros con enemigos.
En cuanto al apartado audiovisual, SOMA destaca sobre todo por su banda sonora y diseño de sonido. El ambiente submarino está muy bien recreado gracias a sonidos ambientales como goteos, humos, crujidos metálicos y ecos lejanos que nos mantienen en tensión constante. La música, compuesta por Mikko Tarmia, utiliza sonidos minimalistas y tonos bajos que acompañan cada paso con un aire de sobrecogedor misterio. En Nintendo Switch este apartado se mantiene con bastante fidelidad, uno de los puntos fuertes de esta versión.
Sin embargo, la parte gráfica sufre más limitaciones en Nintendo Switch. Las texturas sin estar del todo mal, presentan una leve borrosidad y detalles un poco suavizados, nada alarmante pero hay que mencionarlo. La iluminación también está un poco recortada respecto a otras versiones. El juego se mueve a 30 frames por segundo con una buena estabilidad, aunque en momentos puntuales podemos notar caídas aunque no afectan demasiado la experiencia. Sin embargo con la llegada de la última actualización, centrada en Nintendo Switch 2, estas carencias se mitigan de forma extraordinaria.
Aunque no se trata de una versión nativa, la última actualización permite aumentar la resolución y mejorar la nitidez general. La tasa de fotogramas también se mantiene completamente estable. También se han reducido los tiempos de carga entre zonas. Estas mejoras no son revolucionarias, pero sí evidencian un salto importante que hace que SOMA luzca mucho mejor y se sienta más fluido en la nueva consola de Nintendo, haciéndola el sistema ideal para disfrutar de la experiencia. Por otra parte, la interfaz y los controles se mantienen fieles al diseño original. El esquema de botones se adapta bien al mando de Nintendo Switch, tanto en portátil como conectada a TV. La ausencia de extras o contenido adicional no resta valor a esta versión, que prioriza ofrecer el juego base completo con una calidad respetable.
En definitiva, SOMA en Nintendo Switch es una versión que, aunque limitada técnicamente en la consola original, consigue transmitir toda la esencia y peso narrativo del título de forma notable. La experiencia mejora sustancialmente con la actualización para Nintendo Switch 2, que aporta un mayor rendimiento y una calidad visual más acorde con lo que se espera hoy en día, sin llegar a ser una versión pensada desde cero para este sistema, y que esperamos que Abylight Studios siga potenciando en futuras actualizaciones -o con una versión nativa-.
Lo que no cambia es lo que convierte a SOMA en una experiencia única: su historia densa y perturbadora, su atmósfera opresiva y su capacidad para hacernos reflexionar sobre la conciencia, la memoria y qué significa realmente ser humano. La historia no nos dejará indiferentes y sitúa a este título en el top de los mejores juegos de terror y ciencia ficción. En Switch, con la opción portátil y la comodidad de poder jugar en cualquier lugar, esta inmersión cobra un valor añadido que no deberíamos subestimar. Para quienes busquen un juego de terror con acción frenética o muchos sustos directos, SOMA no es la opción. Pero para los que disfrutan de una historia que no se olvida, un diseño sonoro exquisito y un enfoque psicológico e introspectivo, este título sigue siendo una joya imprescindible, compartiendo trono con Silent Hill 2.