Toaplan Arcade Collection Vol.1 nos transporta a la época dorada de los shoot ’em ups, pero antes de entrar en los títulos incluidos en este recopilatorio, conviene detenernos en la propia compañía que los creó. Toaplan nació en Japón en 1979 y aunque al principio se centraron en hardware de arcade, pronto dieron el salto a los videojuegos y se convirtieron en un referente absoluto del género de los matamarcianos. Su primer gran éxito fue Tiger-Heli en 1985, y a partir de ahí desarrollaron títulos que marcarían el estándar de los shooters de scroll vertical y horizontal durante los años 80 y principios de los 90. Aunque Toaplan cerró en 1994, su influencia sigue presente, no solo en los juegos que dejó, sino en los estudios posteriores formados por sus antiguos empleados -por ejemplo Cave– y en la inspiración que sigue dando a los shmups actuales. Esta recopilación recoge parte de ese legado, ofreciendo ocho míticos títulos en este primer volumen.

Tiger-Heli (1985) abre la colección y también abrió el camino de Toaplan en los arcades. Lanzado originalmente en recreativas y más tarde portado a NES y Atari 7800, nos coloca al mando de un helicóptero de ataque enfrentándonos a oleadas de enemigos en niveles exigentes. La experiencia es intensa desde el primer minuto, los controles responden con precisión y cada bomba o misil cuenta, haciendo que la sensación de tensión constante sea palpable. Su popularidad en las salas recreativas lo convirtió en un clásico instantáneo, y aunque hoy puede parecer más simple que otros títulos de la colección, sigue siendo un punto de referencia para entender la evolución de la desaparecida compañía nipona.

Flying Shark (1987) toma la fórmula de Tiger-Heli y la expande. Conocido también como Hishou Same, este shooter vertical llegó a arcades y plataformas como NES y microordenadores. Su ritmo es frenético, y la música pegadiza se quedó grabada en la memoria de quienes lo jugaron en su época. Además de mejorar la fluidez de los controles, introdujo power-ups y enemigos más variados que obligan a planificar y memorizar cada movimiento. Fue uno de los títulos más populares de Toaplan y su recuerdo sigue vivo entre los fans más clásicos de los shmups.

Twin Cobra (1987), la secuela directa de Tiger-Heli, también llegó primero a arcades y luego a PC-Engine, NES, Sega Mega Drive y microordenadores japoneses. Aquí la dificultad se intensifica, los enemigos son más agresivos y los patrones de los jefes requieren más atención y reflejos. Los gráficos y efectos son más detallados, y la evolución respecto al juego original es palpable en todos los sentidos. Es uno de esos títulos que nos devuelve al arcade clásico y nos desafía a mejorar puntuaciones sin que los años le pesen, al contrario, conserva un pulso y una emoción que pocos shooters logran replicar hoy.

Fire Shark (1989) continúa la línea de Flying Shark con mejoras notables en armamento y escenarios. Original de arcades, con un port a Mega Drive, nos pone en misiones inspiradas en la Segunda Guerra Mundial con enemigos correosos y tramas de niveles que exigen precisión. La música y los efectos sonoros ayudan a meterse totalmente en la acción y su jugabilidad adictiva y el ritmo intenso hacen que cada partida sea un reto más que satisfactorio, especialmente si buscamos dominar cada patrón de ataque.

Out Zone (1990) se aparta ligeramente del género shoot ‘em up para ofrecernos un run and gun de scroll vertical con cierta libertad de movimiento. Su lanzamiento exclusivo en arcades lo convirtió en un juego menos conocido que los grandes éxitos de Toaplan, pero con el tiempo ha ganado reconocimiento como título de culto. Controlar a los dos soldados y moverse estratégicamente mientras sorteamos oleadas de enemigos es todo un ejercicio de habilidad y planificación. Es uno de los juegos que mejor muestra la experimentación de Toaplan en mecánicas y diseño de niveles.

FixEight (1992) es uno de los títulos más complejos y desafiantes del catálogo de Toaplan. Este sucesor espiritual de Out Zone salió en solo arcades y nos coloca en un entorno futurista lleno de enemigos duros y patrones bastante exigentes. No alcanzó la fama de otros títulos de la desarrolladora, pero para nosotros es un placer descubrir cómo Toaplan exploraba ideas distintas dentro del mismo género. Cada fase requiere concentración y paciencia, y la sensación de recompensa al superar cada sección difícil es enorme.

Dogyuun (1992) es otro shooter vertical bastante exigente. Original de arcades, nos coloca al mando de un avión luchando contra enemigos en escenarios futuristas con patrones agresivos. Su dificultad es alta y recompensa la precisión. No fue el más popular de Toaplan, pero mantiene el pulso y la esencia del estudio, y al no ser uno de sus títulos más conocidos, es una gran adición para el recopilatorio.

Batsugun (1993) merece una mención especial, considerado uno de los precursores del género danmaku, su lanzamiento en arcades y Sega Saturn nos presenta combates frenéticos con disparos por toda la pantalla y un diseño de armas espectacular. La emulación moderna y los precisos controles hacen justicia a la intensidad original, y jugarlo hoy sigue siendo un reto fascinante. Aunque en su momento no fue un éxito masivo, ha sido reevaluado por la comunidad y se ha ganado el estatus de culto entre los aficionados a los bullet hell. También incluye una versión especial de Batsugun.

La colección brilla especialmente en la emulación de los juegos, los controles responden con precisión; el scroll y los sprites se mantienen fluidos y no se perciben problemas de input lag ni tearing, algo esencial para disfrutar de un shooter arcade clásico. Además, las opciones modernas, como guardados rápidos, rebobinado, filtros de pantalla y soporte para modo vertical -TATE- a través de la opción de rotación de la pantalla, facilitan mucho la experiencia tanto a jugadores veteranos como a quienes se acercan por primera vez a estos títulos, permitiendo ajustar la dificultad, experimentar con las partidas sin frustración y acceder cómodamente a todos los parámetros de configuración -autofire, modo asistido, hitboxes, etc.-. Aunque algunos títulos presentan ligeros problemas de audio -en Tiger-Heli y Flying Shark– y la recopilación carece de otro tipo de extras tipo museo o reproductor de temas musicales, la selección es sólida y demuestra un primer impacto histórico de Toaplan en el mercado arcade.

En definitiva, Toaplan Arcade Collection Vol.1 es una recopilación que cumple con creces su objetivo: acercarnos al legado de un estudio fundamental del arcade japonés, ofrecer retos clásicos, y permitirnos disfrutar de mecánicas que todavía hoy siguen vigentes dentro del género. Para aficionados de los shooters, coleccionistas de arcades y jugadores curiosos en la obra del mítico estudio japonés, esta es una oportunidad de experimentar parte de la historia de Toaplan y de redescubrir la esencia de unos títulos que siguen teniendo gancho tras más de tres décadas, y lo mejor de todo es que el volumen 2 también está disponible.