Cuando vi Flesh Made Fear allá por el mes de febrero, todavía como campaña de Kickstarter, ya daba la impresión de ser un proyecto bastante interesante. Lo seguí prácticamente desde el minuto uno, y lo cierto es que esa intuición se confirmó rápido: el juego se financió en apenas 48 horas. No porque pidiesen cifras absurdas, sino porque se pedía exactamente lo necesario para terminar de rematar la producción. Una campaña honesta, un pitch claro y un público que entendió muy bien la propuesta.
Tras unas diez horas de juego y completar mi primera vuelta, es fácil decirlo sin miedo: Flesh Made Fear es, posiblemente, uno de los survival horror low-poly que mejor ha sabido captar ese sentimiento exacto que tuvimos aquel día en que cogimos un mando y jugamos nuestro primer Resident Evil. No es casualidad, Tainted Pac ya había coqueteado con el género en títulos como Suffer the Night o Massacre at the Mirage, y aquí se nota esa madurez. Por cierto, el título ha sido lanzado este 31 de octubre, en pleno Halloween, y en principio es exclusivo de PC, pero no se descarta que salga en consolas más adelante, ya que posee compatibilidad total, algo de lo que hablaré más adelante.

Nada más empezar, el juego nos aborda con un directo selector de dificultad, en el cual el modo Hardcore está bloqueado al principio, lo cual es un claro indicio de que, si queremos pasarnos el juego, deberemos hacer más de una run; y no lo digo solo por los logros.
Luego tendremos que seleccionar personaje y encontramos a dos: Jack y Natalie. El primero tiene más salud, pero posee un inventario reducido, mientras que Natalie cuenta con menos salud, pero más inventario. No solo varían las stats, sino que cada ruta tiene variaciones reales. Hablamos de nuevos escenarios, nuevas criaturas, escenas distintas… y sí, logros distintos. Por lo que mínimo podremos disfrutar del título dos veces. Hay más endings, pero es algo que no aporta demasiado.
La trama es simple y directa: nos pondremos en el papel de un agente del R.I.P. -Escuadrón de Intervención de Ripper-. Victor “The Dripper” Ripper, un antiguo agente de la CIA trastornado, ha convertido la desolada ciudad de Rootwood en una pesadilla llena de criaturas horribles y thralls controlados mentalmente. La misión es clara: detener a Ripper, enfrentarnos a sus experimentos y desvelar los secretos que han transformado Rootwood en un lugar maldito.

En cuanto a lo jugable, el juego es un survival horror con todas las de la ley. En Flesh Made Fear no verás mecánicas engorrosas; se trata de toda una opción dentro del género, ya que, al poco de comenzar, empezará a conquistarnos con elementos clásicos del género, como cámaras dinámicas, un inventario escaso, puzles típicos que requieren combinar ítems, codelocks o pequeños rompecabezas. Incluso tendremos controles tipo tanque para mover a nuestro protagonista. El título no se esconde y denota claramente que no quieren arriesgar, sino que apuestan por lo convencional e infalible.
Como he dicho, el inventario es algo que escasea. Al poco de comenzar, nuestro arsenal estará formado por armas de poca envergadura, como unas dagas o una pistola de 40 milímetros. Pero, al avanzar, iremos consiguiendo mejores armas y muchos tipos de munición. Como es habitual en el género, tendremos que ser sumamente precisos con lo que llevamos y lo que dejamos de llevar encima, o no podremos recoger todo lo que encontremos en nuestro camino.

Por suerte, en el juego encontramos zonas seguras sin zombis, donde podremos pararnos a revisar todos nuestros ítems y guardarlos en un baúl que parece infinito. Además, también podremos aprovechar estas zonas sin enemigos para guardar nuestro progreso. El juego usa un sistema de sellos, y solo podemos sobreescribir nuestra partida con estos; estos escasean, por lo que es importante usarlos bien. Todo lo que juguemos y no hayamos guardado con un sello se perderá si cae nuestro personaje.
No estamos ante un juego sencillo, pero tampoco excesivamente difícil. Aunque deberemos racionalizar bien nuestra munición, o estaremos totalmente acabados. El sistema de combate es muy clásico y tosco -a propósito-, en parte debido al control tipo tanque. Un sistema de movimiento que dificulta los enfrentamientos y nos hace que incluso un combate con un zombie sea un verdadero calvario. Esto, sumado a muchos tipos de enemigos y jefes, nos dará más de un susto.
Por último, hablar de la compatibilidad: el juego es totalmente jugable con teclado y ratón, pero recomiendo encarecidamente hacer uso de un mando para mayor disfrute. Además, cuenta con compatibilidad total en Steam Deck, ya que gran parte del juego lo he jugado desde la portátil de Valve y no he encontrado fallo alguno.

En el apartado visual, abraza el estilo low-poly bastante oscuro. No es una limitación: es una elección estética. El resultado funciona. Un cine abandonado, otro molino deteriorado, escenarios podridos y desolados… Rootwood se siente como un lugar realmente maldito y tenebroso. Hay referencias a otros juegos de la época dorada, como las zonas con niebla que nos recordarán al primer Silent Hill, y detalles que nos sacarán una sonrisa. Por ejemplo, cuando nuestra protagonista ha sido dañada, veremos con una animación de pixel-art cómo sufre, y nos lo logra transmitir a la perfección.
El apartado sonoro apuesta por una música ambiental con diferentes pistas de corte chiptune. Y un detalle que suma: todas las notas que encontremos por Rootwood, y que amplían sustancialmente el lore, se encuentran narradas en inglés, como si estuviéramos escuchando un listening en clase. Es un plus muy inmersivo que no suele verse en proyectos de este presupuesto. Si tuviera que poner un pero, es la ausencia del castellano. El juego se encuentra únicamente en inglés y, aunque no es un inglés complejo, puede hacer que más de uno se caiga del carro.
En definitiva, Flesh Made Fear es una carta de amor a la época dorada de los survival horror. Es como un Resident Evil a pequeña escala, con una buena duración. Rejugable, bien cuidado y lleno de logros. Si creciste con el género, este título te hará sentirte como en casa.
