Dentro del panorama independiente cada cierto tiempo surgen propuestas narrativas que logran destacar por su ambientación y la forma en que nos hacen vivir una historia. Quizá uno de los referentes más claros de esto que indico sea Firewatch, pero en esta ocasión cambiamos los bosques por la inmensidad helada del Ártico, donde la supervivencia y el misterio van de la mano. Esa es precisamente la premisa de Arctic Awakening, el título que hoy nos ocupa.
Arctic Awakening nos presenta a Kai, un superviviente de un accidente aéreo que ocurre en plena tundra tras una misteriosa tormenta. Junto con Alfie, un robot terapeuta impuesto por el tribunal, debes sobrevivir en un entorno hostil mientras buscas a tu copiloto perdido, Donovan, y al mismo tiempo desentrañas el misterio que rodea el área donde has caído.
Como es un título que se centra en gran medida en la narrativa, gran parte del tiempo lo pasamos comunicándonos con Alfie o con Donovan a través de la radio. Las elecciones que vayamos tomando determinan la dirección y los resultados de las conversaciones. Si prefieres que Kai sea más directo, las opciones de diálogo lo reflejarán. También hay margen para interpretarlo de manera más jovial, insegura o incluso en completo silencio. Si bien la historia no cambia radicalmente con cada decisión, la personalidad de Kai y la relación que mantiene con Alfie y Donovan sí se ven afectadas por estas elecciones.
Esto también se extiende al misterio general que plantea Arctic Awakening. Sin revelar demasiado, Kai y Alfie descubren poco a poco que en este páramo helado hay algo mucho mayor de lo que sospechaban en un principio. A lo largo de los cinco episodios, la trama va transformándose de un relato de supervivencia a una historia que busca comprender la verdadera naturaleza de lo que ocurre en este lugar.
La supervivencia es, en efecto, un elemento clave. Kai necesita alimentarse para mantenerse con vida y meditar para conservar su salud mental. El juego registra constantemente su hambre y bienestar psicológico, y nos incita a descansar o buscar comida cuando estos indicadores bajan demasiado. Encontraremos alimentos repartidos por el escenario y también pequeños mojones de roca que sirven como puntos para estabilizar la mente de Kai.
Sin embargo, no va mucho más allá de eso. Si lo que buscas son mecánicas de supervivencia profundas con una dificultad elevada, aquí no lo encontrarás. No hay un sistema de crafteo complejo ni gestión avanzada de recursos. Arctic Awakening apuesta claramente por la narrativa como motor principal, y en ese sentido cumple con lo que promete.
Durante mi partida, varias veces me encontré con bloqueos en la progresión: sucesos que debían activarse y simplemente no lo hacían. Una puerta que no se abría, una conversación que no arrancaba, y el resultado era perderme durante minutos en un mapa que, por cierto, resulta sorprendentemente amplio y detallado. Al final, la única solución era recargar el punto de control para que todo funcionase como debía.
Aquí se echa en falta un mayor apoyo de Alfie. Dado que pasamos tanto tiempo con este asistente de IA, habría tenido sentido que nos diera más consejos contextuales cuando nos atascamos, algo del tipo “¿has probado a ir por allí?” o “quizá deberíamos mirar más de cerca esto”. Por desgracia, el diálogo dinámico de Alfie resulta limitado en este aspecto y nos deja, en ocasiones, dando vueltas sin rumbo.
El formato episódico también me dejó sentimientos encontrados. La historia se divide en cinco capítulos de unas dos horas cada uno -si no topas con errores de progresión o te pierdes demasiado en el mapeado-. El juego insiste desde el inicio en que las elecciones importan, pero como cada episodio debe empezar y terminar en puntos concretos, la sensación es que las decisiones tienen poco impacto real hasta el desenlace.
En lo técnico y audiovisual, Arctic Awakening cumple bastante bien. Los escenarios del Ártico están recreados con un estilo visual limpio y atractivo, con paisajes nevados que transmiten tanto belleza como aislamiento. El diseño artístico, más estilizado que realista, funciona de maravilla para remarcar la soledad de Kai. La música acompaña sin hacerse pesada, con tonos ambientales que refuerzan la atmósfera, y el doblaje en inglés de los personajes está bien trabajado, con matices que ayudan a dar credibilidad a sus personalidades. El rendimiento en general es correcto, aunque los fallos de progresión empañan una experiencia que, de otra forma, habría resultado más inmersiva.
En definitiva, tengo sensaciones mixtas con Arctic Awakening. ¿Lo recomiendo? Sí, pero con matices. Es un juego pensado para quienes disfrutan de historias pausadas, con diálogos interesantes y entornos bellos que invitan a caminar y reflexionar. Para quienes buscan un survival exigente o mecánicas complejas, probablemente no sea la mejor opción. Aun así, como aventura narrativa con tintes de misterio, ofrece momentos muy valiosos y logra crear una atmósfera envolvente que puede dejar huella en el jugador adecuado.
Arctic Awakening está disponible desde el 18 de septiembre.