El PC ha sido siempre el feudo tradicional de género conocido como Gran Estrategia. Algo normal si pensamos que este tipo de juegos, donde dirigimos el destino una nación o conjunto de naciones con una gran variedad de opciones militares, diplomáticas o administrativas a nuestra disposición, son muy complejos y obligan al jugador a moverse por una enorme cantidad de menús y submenús, por no hablar del movimiento de tropas utilizando un tablero.

Hasta ahora se había intentado algún tímido acercamiento a las consolas con juegos más sencillos dentro del estilo, como la versión de Stellaris publicada hace unos años para PlayStation 4 y Xbox One, pero, como decimos, nunca se había apostado por publicar alguno de los grandes clásicos. Todo esto cambia por fin con la llegada Crusader Kings III.

Reconozco que tenia bastante curiosidad por saber como se habrían adaptado los controles del ratón y el teclado al mando. Me parecía un reto casi imposible, con lo que iba bastante predispuesto a encontrarme con una adaptación fallida. Por suerte, me equivocaba.

El escollo del control se ha solventado de una forma bastante ingeniosa e innovadora. Lab42 ha apostado por un esquema en el que los gatillos del mando realizando una doble función. Con una ligera presión nos permiten navegar por las pestañas que dan acceso a los menús mas superficiales de tareas relacionadas con nuestro reino, mientras que una pulsación mayor abre los menús radiales que dan acceso a las opciones más complejas y profundas. Los botones frontales tienen siempre asignadas funciones de acceso rápidos desde las que acceder con presteza a los menús y acciones mas habituales -como el menú de personaje-.

Suena complejo y poco intuitivo, y de hecho así lo parece durante las primeras horas, pero, una vez que consigues hacer “click” todo resulta satisfactorio y natural, gestionando nuestra dinastía con la fluidez suficiente como para que la experiencia no se resienta. Y desde luego que no será por falta de horas para conseguir adaptaros, pues Crusader Kings III es un juego enorme en el que durante las 20 o 30 primeras horas apenas habréis llegado a arañar la superficie del juego.

No es, por tanto, un título para todo el mundo, pues la gama de opciones es inmensa y se trata de un juego de gran complejidad al que resulta imprescindible meterle una cantidad ingente de horas y tener mucha paciencia para conseguir hacerse a sus normas y empezar a entender sus mecánicas. Esto a pesar de que Paradox ha hecho un gran esfuerzo por intentar facilitar la accesibilidad y la llegada de nuevos jugadores, lo cual ha ido acompañado de una apuesta por una gama visual de colores y tipos de letra más suaves, además de una redistribución de las opciones para que nos sea sencillo acceder a cada una de ellas. De gran ayuda es, además, el sistema ventanas flotantes que se ha incorporado, el cual nos ofrecerá contexto para cada texto que pueda causar dudas. Es decir, si en un menú vemos el término «ducado», al poner el ratón sobre él se nos explicará que es un señorío. Si dentro de esta nueva ventana aparece por ejemplo el término «de iure», al pasar el ratón a su vez por este, aparecerá un nuevo popup. Es un gran añadido que permitirá una introducción más rápida a la terminología y a las mecánicas del juego.

No se puede decir lo mismo del tutorial, pues peca de ofrecer mucha información al jugador en poco tiempo sin que sea excesivamente práctico, por lo que es posible que al poco de haberlo acabado no nos acordemos de mucho. Es una ayuda, pero es bastante más útil aprender jugando y experimentando, ayudados por los consejos que irá ofreciendo el propio juego -existe una lista de posibles acciones a realizar en cada momento, como asignar tutores a los hijos que no lo tengan, por ejemplo, o concertarles matrimonio- y por el sistema de ventanas flotantes comentado anteriormente.

Una vez metidos en faena, y después de haber pasado por el largo proceso de adaptación y aprendizaje, nos encontramos un título cuyo gran atractivo no es solo vivir la historia del mundo, es vivir nuestra historia como personas dentro de ese mundo. Al empezar el juego elegiremos uno de los señoríos disponibles alrededor del viejo mundo y tomaremos control de su señor correspondiente. Cada uno de estos personajes tendrán una serie de habilidades -diplomacia, marcial, administración…- que definirá qué se le da mejor o qué se le da peor. De la misma forma podremos elegir un estilo de vida que nos ofrecerá ciertas ventajas si vamos cumpliendo con él, de forma que si tenemos un estilo de vida marcial, iremos ganando ventajas conforme vayamos guerreando, y, al contrario, si queremos ser diplomáticos, guerrear con todo el mundo nos acarreará estrés, que nos puede dar penalizaciones importantes.

A partir de aquí tendremos que hacer todo lo posible por asegurar la persistencia en el tiempo de nuestra dinastía, lo cual dará pie a intrincadas conspiraciones de salón en las que entrará todo lo que se os ocurra: desde chantajes, matrimonios concertados, pugnas por la sucesión o puñaladas por la espalda.

Crusader Kings III es una experiencia absorbente que os asegurará muchísimas horas delante de vuestra consola. Es, además, un ejemplo perfecto de que cualquier conversión puede ser exitosa siempre y cuando haya voluntad, trabajo y dedicación.

 


Este análisis ha sido realizado en PlayStation 5 mediante una copia cedida por Koch Media