Cuando Death Stranding fue lanzado en 2019, fue totalmente evidente que Hideo Kojima quería hacer algo distinto. Un juego que no encajaba en lo típico: de ritmo lento, meditativo, que invitaba a la reflexión sobre la soledad y la conexión humana en un mundo fracturado y con una humanidad al borde de la extinción. En aquel momento, nuestra reseña de la versión original de PlayStation 4 -luego el juego recibió una versión expandida y apareció en otros sistemas- destacó su ambición, su originalidad, su atmósfera única y también ciertos problemas con el ritmo y una jugabilidad un poco repetitiva. Ahora, con Death Stranding 2: On the Beach, tenemos una secuela que no solo mantiene todo lo que hizo especial al primer título, sino que lo pule y amplía, demostrando que Kojima Productions ha aprendido mucho y ha querido responder a las críticas sin renunciar a su visión tan personal.
Death Stranding 2: On the Beach es una secuela directa que comienza pocos meses después del desenlace de Death Stranding y vuelve a ponernos en la piel de Sam Porter Bridges, un portador muy especial con la capacidad de percibir a los Entes Varados (EV) y héroe indiscutible de la primera entrega que logró llevar la Red Quiral y conectar todos los asentamientos humanos de costa a costa de la antigua Estados Unidos. Desaparecido desde el desenlace del juego anterior, Sam tendrá que volver a escena para conectar nuevos lugares tan diversos como México y Australia. Lógicamente y al igual que en la primera parte, Death Stranding 2 nos deparará muchísimo más que esta somera explicación y volveremos a contar con el elenco de personajes secundarios que ya conocimos y la inclusión de otros nuevos.
Lo primero que se nota es cómo el guion está mejor estructurado y es más directo. Aunque sigue manteniendo ese tono melancólico y lleno de simbolismos, el relato aquí tiene un flujo más natural que facilita que entremos en la historia de una forma más accesible. Como ya hemos mencionado Sam vuelve a ser el protagonista, pero esta vez sus conflictos personales tienen más peso y profundidad. El juego nos muestra una versión de Sam más humana, con dudas y vulnerabilidades más palpables. Los personajes secundarios, que antes a veces parecían arquetipos o simples engranajes narrativos, aquí cuentan con muchos más matices y presencia. Se siente que cada encuentro y conversación aporta más peso narrativo e importancia, que va más allá de la simple exposición.
Narrativamente, Kojima consigue una historia que equilibra bastante bien el misterio y la revelación sin saturar, y sobre todo, que se siente más accesible para el jugador medio. Los temas centrales siguen siendo la necesidad de la conexión humana y la reconstrucción de un mundo fragmentado, pero están narrados con una sensibilidad que emociona sin resultar abstracta o críptica -el primer juego pecaba de esto-. Es un gran logro, porque en la entrega original el tono poético y a veces hermético echaba para atrás a algunos jugadores que no lograban conectar con el juego al no entenderlo. Aquí el guion mantiene esa carga simbólica pero con mayor claridad, lo que definitivamente ayuda a crear una experiencia más memorable e impactante.
En cuanto a la jugabilidad, el cambio es notorio desde el primer minuto. Las travesías para entregar paquetes, que en el primer juego podían hacerse largas y a veces pesadas, ahora son mucho más dinámicas y variadas. Gracias a la potencia que ofrece la actual generación, se han mejorado los movimientos de Sam para que sean más fluidos, con animaciones naturales que reducen la torpeza que muchos criticamos antes. El juego introduce nuevos vehículos y métodos para moverse más rápido y con mayor libertad, y eso abre mucho las posibilidades a la hora de explorar las nuevas áreas de este vasto y hermoso mundo postapocalíptico.
Además, la gestión del equipamiento es mucho más intuitiva. Antes teníamos que preocuparnos constantemente por el equilibrio y el peso, lo que a veces hacía la experiencia un poco frustrante. Ahora el sistema se ha simplificado y automatizado sin perder profundidad. Esto permite que nos centremos más en la exploración y las decisiones estratégicas, sin que el peso sea una preocupación constante, aunque aún tendremos que lidiar con el equilibrio. El combate también ha mejorado mucho, pasando de ser un elemento casi anecdótico y a veces frustrante a convertirse en una parte importante de la experiencia. Los enemigos humanos y los EVs requieren ahora que pensemos tácticamente, combinando herramientas, armas y sigilo para salir adelante.
El mundo de Death Stranding 2 es tan bello como desolador, con un diseño de niveles que invita a la exploración. Cada zona está cuidadosamente trabajada para transmitir sensaciones distintas, desde la soledad de las montañas nevadas hasta la tensión en los asentamientos de bandidos. La atención al detalle en el paisaje y la arquitectura postapocalíptica es impresionante, y el juego sabe equilibrar bien la libertad para recorrer estos espacios con la necesidad de planificación estratégica. Y ahora ya no solo tendremos que preocuparnos por el Declive -la lluvia «corrosiva» que envejece lo que moja-, sino que tendremos otras inclemencias meteorológicas y ambientales como tormentas de arena, ventiscas, inundaciones o movimientos sísmicos por poner algunos ejemplos.
Death Stranding 2 ofrece una duración que ronda entre las 30 y 40 horas en una primera pasada, dependiendo de cuánto exploremos y completemos misiones secundarias. La curva de dificultad está mejor ajustada que en el juego original, con un desafío que va aumentando de forma gradual y justa, especialmente en las secciones de combate y exploración. Además, el juego incluye misiones secundarias, desafíos y la posibilidad de experimentar diferentes rutas y estilos de juego, lo que amplía la duración. Una pregunta recurrente es si se puede abordar este juego sin haber jugado antes al primero, y para ello Kojima Productions nos proporciona un resumen bastante directo de la primera aventura de Sam, que cumple con su objetivo, aunque nosotros recomendamos disfrutar de Death Stranding antes de afrontar su secuela.
Un aspecto que brilla especialmente es la integración online, que en el primer juego ya era innovadora pero aquí se siente más profunda y significativa. Las infraestructuras que construimos y las que otros jugadores dejan en el mundo perduran más tiempo, y la colaboración indirecta se convierte en un auténtico motor de la experiencia. Esto refuerza el mensaje de que aunque estemos solos, no estamos desconectados, y que juntos podemos construir un mundo mejor en base a la ayuda colectiva. El diseño de esta interacción es sutil pero efectivo, y contribuye a que el mundo se sienta compartido, algo en lo que destacaba el primer título y que pocos juegos consiguen hacer con tanta naturalidad.
Visualmente, Death Stranding 2 es una joya técnica que saca el máximo partido a PlayStation 5 y al Decima engine de Guerrilla Games. Los paisajes están cuidados hasta el mínimo detalle, con texturas que parecen reales, efectos climáticos impresionantes y una iluminación dinámica sobresaliente. Las montañas, ríos, valles y ciudades postapocalípticas nos llegan a sobrecoger con un entorno que es a la vez bello y decadente, invitándonos a la contemplación. Los modelos de personajes y las animaciones son exquisitas, con animaciones y expresiones muy creíbles, lo que suma mucho a la inmersión. Además, el juego mantiene un framerate bastante estable y tiempos de carga casi inexistentes, algo de agradecer para que la experiencia no se resienta. La banda sonora y el diseño de sonido merecen una mención especial. La música acompaña con delicadeza y emotividad. Se combina con efectos ambientales que refuerzan la sensación de aislamiento y soledad, recordándonos que en la mayor parte de nuestro camino estamos solos.
En conclusión, Death Stranding 2: On the Beach no es solo una secuela digna, sino una mejora clara que afianza a la franquicia como un referente del videojuego artístico y narrativo a la altura de pesos pesados de la narrativa como pudiera ser The Last of Us. Kojima ha logrado pulir los errores de la entrega original y potenciar sus virtudes para entregar una obra que emociona y permanece en la memoria mucho tiempo después de apagar la consola. Es un juego distinto, una experiencia profunda, una evolución de un juego especial que se vuelve aún más especial al pulir lo necesario y potencial los elementos correctos, todo un acierto de Hideo Kojima y su equipo. Definitivamente, Death Stranding 2 es un título que, sin ser para todos los públicos, marca un antes y un después, y que muchos ya consideran un clásico moderno por derecho propio.