Mucho ha llovido desde que Arkane Studios publicara su primer videojuego, el excelente Arx Fatalis, primero para PC y posteriormente para la primera Xbox. Esta incursión en la consola de Microsoft no era poca cosa, pues el tipo de juego que teníamos delante no era un habitual en videoconsolas que gustaban más de otro tipo de aproximaciones al rol. Pero Microsoft quiso y supo nutrir su primera videoconsola con juegos que hasta entonces definían más al PC, buscando su hueco en un competitivo mercado que acababa de enterrar a SEGA y su Dreamcast. El destino -y la agresiva estrategia de Microsoft adquiriendo compañías importantes- ha querido que, veinte años después, Arkane Studios, que pasaron a formar parte de Bethesda/Zenimax, hayan acabado bajo el paraguas de Microsoft como first party.

Recientemente Arkane Studios se encuentra en un muy prolífico momento en el que, si bien han pasado de hacer un juego tan profundo y con, tal vez, menos público potencial, como aquel Arx Fatalis, a realizar juegos con unas ventas millonarias como la última entrega de Prey o la saga Dishonored; no podemos negar que mantienen su toque y calidad así como una identidad propia en sus producciones.

Su última aportación al mundo del videojuego, Deathloop, no ha estado exenta de cierta polémica al ser inicialmente un juego exclusivo para consolas de Sony que, tras la conocida adquisición de Bethesda por parte de Microsoft, ha acabado formando parte de la propiedad intelectual de la compañía de Redmon y, por tanto, tras un año durante el cual se ha respetado dicha exclusiva, por fin los usuarios de Xbox Series S y X pueden hincarle el diente.

Antes de nada, hay que agradecer que Arkane Studios, que bien podría dedicarse a vivir de las rentas de sus sagas publicando secuelas de Prey o Dishonored o, incluso, revisitar el mundo de Arx Fatalis, se atreva a sacar un juego totalmente nuevo con un título desconocido, con el riesgo que ello implica en el contexto actual copado por grandes sagas recurrentes en gran parte. Y es que Deathloop es, ante todo, un juego original en su premisa, un soplo de aire fresco.

No nos confundamos, no es que en lo jugable vayamos realmente a encontrar nada revolucionario ni que dicha premisa sea algo que no hayamos visto en otras ocasiones en multitud de formas de cultura y entretenimiento como libros, comics, cine o series, pero hay que reconocer que no es precisamente un tema de los trillados en el mundo del videojuego.

Para ponernos en situación, Deathloop nos sitúa en un bucle temporal al más puro estilo de nuestra querida película Atrapado en el tiempo de Bill Murray, pero sin adorable marmota de por medio. En esta ocasión encarnaremos a Colt, un asesino que se verá envuelto en el mencionado bucle y sin posibilidad de escape en la isla de Blackreef. La única forma de conseguir escapar al bucle y, a la postre, de la isla, es acabar con ocho objetivos que son conocidos como los Visionarios durante el mismo bucle. Dicho bucle se reinicia cuando el día se termina o bien cuando morimos, de forma que podemos tener la «tranquilidad» de tener infinitas oportunidades, puesto que la muerte no acabará con la partida sino que nos devolverá al inicio del día.

De hecho, la muerte es inevitable y nos permitirá ir puliendo nuestra estrategia, conocer donde y cuando es más adecuando acabar con cada Visionario o plantear situaciones que permitan posicionar algún momento futuro de forma más favorable a nosotros, e ir acumulando mejoras que nos faciliten el avance por el juego y la consecución de los objetivos. La repetición no solo es inevitable sino que es la mejor forma de hacer cada bucle más asequible, de probar, de pensar e intentar y de disfrutar cada día mientras las mejoras nos hacen más fácil afrontar nuestra estrategia.

Además el bucle no se reiniciará necesariamente con una sola muerte, pues llegados a cierto punto de la partida conseguiremos una mejora que nos permitirá retroceder ligeramente en el tiempo antes de nuestra muerte. Por defecto estará configurado para poder realizarlo dos veces, pero en el menú del juego se nos permitirá modificarlo desde cero hasta infinitas veces. La vida no se auto regenerará sino que deberemos buscar items que la aumenten al más puro estilo clásico de los botiquines y, además, habrá unos artefactos que nos repondrán parcialmente dicha vida y que con el tiempo se volverán a recargar para ser usados de nuevo.

El tiempo, por otro lado, está estructurado en cuatro momentos concretos, a saber: mañana, mediodía, tarde y noche, durante los cuales podremos visitar, a su vez, cuatro zonas de la isla distintas. En cada zona habrá dos Visionarios y el tiempo avanzará cuando nos desplacemos de una a otra quedando «congelado» mientras estemos en una, lo cual por un lado nos facilitará nuestra labor dentro de una misma área a la par que agregará una dosis de planificación al juego al tener que decidir como parte de la forma de afrontar el bucle qué zona visitaremos en cada momento.

En ocasiones, en una partida podremos haber realizado ciertas acciones en una zona que no sea necesarias volverlas a realizar porque ya hayamos obtenido la información necesaria, de forma que en el siguiente reinicio del bucle podamos permitirnos omitir el arriesgarnos a ciertas zonas.

Los cuatro distritos están realizados con mimo, llenos de detalles que recompensan la exploración y con la dosis requerida de diferenciación entre ellos para no resultar monótonos. La extensión es suficientemente grande como para mantenernos ocupados durante entre quince y veinte horas en su historia principal y siempre dependiendo de como nos planteemos el juego y nuestra pericia, pudiendo alargarse hasta casi el doble si nos lo tomamos con calma y queremos exprimir cada recoveco y extra del juego.

En cuanto a la jugabilidad, está muy bien ajustada y es altamente satisfactoria, aunque no exenta de ciertos momentos de incertidumbre en los cuales nos preguntaremos como es posible que el enemigo de turno nos haya visto estropeando nuestro supuesto plan perfecto, mientras que en alguna otra ocasión creeremos que estamos vendidos para comprobar que, misteriosamente, hemos pasado desapercibidos.

Para ayudarnos a controlar la situación, pulsando abajo en la cruceta mientras enfocamos a uno de los llamados «eternos», que serán los guardianes que protejan al bucle y a los visionarios, se nos darán detalles sobre el tipo de armamento, comportamiento, y estado de alerta de los mismos, e incluso un icono que aparecerá sobre sus cabezas quedará fijo de forma que incluso a través de los muros tengamos conciencia de su situación.

En cuanto al multijugador, Deathloop ofrece una interesante y tensa por momentos propuesta: Julianna. Julianna es la encarnación de otro jugador, amigo o desconocido, que haya decidido meterse en nuestra partida para ponernos las cosas más difíciles. Cuando somos nosotros los que decidimos encarnar a Julianna en la partida de un amigo o desconocido aleatorio, notaremos que es como otro juego distinto, con un objetivo único y más directo -acabar con Colt- pero no por ello menos profundo al incluir también la opción de mejoras con el tiempo.

No obstante, en Arkane Studios, sabedores de que esta aportación no sería del agrado de todo el mundo al poder suponer, por un lado, una adición muy interesante que añada dificultad y variedad pero, por el otro, que pueda verse como una interferencia en nuestra partida, han decidido que sea una opción que podremos bloquear en nuestra partida si no queremos interrupciones. Desde 33bits no podemos más que recomendar probar ambas vertientes.

Desde el punto de vista técnico, Deathloop se nos presenta como juego en exclusiva para la nueva generación de videoconsolas -ya no tan nueva en realidad-, pero si bien es cierto que luce muy bien, lo cierto es que en un contexto en el que estamos aún acostumbrados a que todos los juegos sigan siendo lanzados para PlayStation 4 y Xbox One, Deathloop no nos hace pensar que no hubiese sido totalmente posible un lanzamiento también en la anterior generación que permitiese, dado el contexto de escasez actual de producción de videoconsolas, que aquellos jugadores que no han podido conseguir aún una PlayStation 5 o una Xbox Series X/S pudiesen disfrutarlo, y de paso rascar unas potenciales ventas y beneficios extra.

Pero no nos entendáis mal, Deathloop luce bien, artística y técnicamente, aunque no será el juego que recordemos por exprimir la Series X, sí que nos dejará un buen sabor de boca en este aspecto, así como en el sonoro, con una ejecución correctísima como es marca de la casa. Algo por debajo podríamos calificar la banda sonora, que pasa desapercibida, y el doblaje, en perfecto castellano eso si, pero algo irregular en cuanto a su calidad. Hay que destacar en ello a la actriz de doblaje de Julianna, que destaca por encima del resto.

En definitiva, con Deathloop tenemos una apuesta segura, original, divertida, con cierto toque multijugador para aquellos que gusten, y con identidad propia, que merecerá la pena jugar. Además, Deathloop está disponible en GamePass para poder ser disfrutado desde el día 1.

 


Este análisis ha sido realizado en Xbox Series X mediante una copia cedida por Ziran