Con frecuencia suele ocurrir que los desarrolladores se lancen hacia la experimentación tras la finalización de algún gran proyecto. Es en esas pequeñas obras, de carácter mas intimista, en las que pueden dar rienda suelta a sus inquietudes, sin preocuparse por tener que contentar al gran publico potencial de un triple A o de una franquicia ya establecida. Draugen, el juego que hoy nos ocupa, es uno de estos diamantes en bruto que solamente pueden surgir como producto de estas fugaces concesiones a la libertad creativa.
Tras el tortuoso y largo desarrollo de Dreamfall Chapters, la culminación de la afamada saga iniciada por The Longest Journey, los noruegos de Red Thread Games nos invitan a un viaje por un pueblo abandonado situado los fiordos de su tierra natal con el fin de resolver el misterio detrás de la desaparición de Elisabeth, la hermana de nuestro protagonista. Lo haremos acompañados de Lissie, una joven que actuara en todo momento como contrapunto de nuestro personaje. Es en la construcción de ambos personajes, y en la evolución de su relación, donde descansa uno de los principales puntos fuertes de Draugen, pues no lleva ni cinco minutos encariñarse con ellos y alcanzar a comprender sus motivaciones y sus características. Este milagro se alcanza gracias a un fantástico trabajo de guion que se apoya en un sistema claramente reminiscente de Oxenfree o Firewatch. Los diálogos fluyen libremente, permitiéndonos interrumpir a nuestro compañero y haciendo que las conversaciones salten de un tema a otro con muchísima naturalidad.
En esencia, Draugen es un walking simulator fuertemente orientado a la narrativa. No encontraremos ni un solo puzle ni un solo momento en que nuestro avance a través de la historia se vea interrumpido. El tono misterioso del argumento consigue enganchar y la experiencia resulta muy satisfactoria de principio a fin, aunque no nos llevará más de dos o tres horas el alcanzar los títulos de crédito. Es este minimalismo el principal defecto de una obra en la que la interactividad se ve reducida a la mínima expresión. Incluso en determinados momentos se intenta ofrecer al jugador la ilusión de que tiene capacidad de tomar decisiones que pueden modificar el rumbo de la historia, pero todo se queda en un simple artificio.
Artísticamente el trabajo realizado es fantástico. Todo luce de maravilla y se alcanza un nivel de preciosismo del que pocos juegos pueden presumir. La atmósfera densa y tensa esta perfectamente recreada, acompañada de una banda sonora que consigue poner los pelos de punta en determinadas situaciones. Existen, eso si, algunos problemas de optimización.
Draugen es, en definitiva, una fantástica historia de misterio, autodescubrimiento y soledad, favorecida por el protagonismo otorgado a los diálogos entre unos personajes encantadores que dejan huella. No se trata de una obra para todos los gustos, pues su corta duración y su nula profundidad jugable pueden espantar a quien busque un juego de corte más tradicional.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Evolve