Tras varios años de desarrollo desde su anuncio, ya tenemos aquí Dreamcore, un título al que le tenía echado el ojo desde hace tiempo y que llama la atención por su curiosa estética y jugabilidad. Se estrena hoy en PlayStation 5, Xbox Series X|S y PC -Steam-, y vamos a adentrarnos en uno de los títulos más extraños que hayan pasado por esta web.
En Dreamcore, desarrollado en solitario durante tres años por el desarrollador argentino Valentín Iribarren -bajo el nombre de Estudio Montraluz-, nos veremos transportados a mundos que se podrían definir como bellos y perturbadores a la vez. Esto es debido a que su estética se basa en un concepto muy de moda en los últimos años como es el de los espacios liminales, o lo que es lo mismo, lugares que nos resultan familiares y reconocibles pero que cuando están vacíos pueden llegar a dar bastante mal rollo -por ejemplo, un centro comercial o instituto donde no hay absolutamente nadie-.
Antes de nada es necesario avisar de que, aunque el juego se ha lanzado como versión final y no como acceso anticipado, por ahora no tendremos disponible la totalidad de todo el contenido anunciado. La versión completa del juego dispondrá de cinco niveles diferentes que llegarán a lo largo de 2025 y 2026, teniendo por el momento solo dos escenarios jugables. Aun así cada uno de los actuales niveles disponibles tiene contenido y la duración suficiente como para justificar su precio, por lo que trataremos de este juego como análisis puntuado y no como un avance o una previa.
La temática de Dreamcore se presenta de forma ambigua pero a su vez clara: ¿Qué es un sueño? ¿En qué momento termina un sueño? ¿Cómo sabemos si estamos despiertos o seguimos soñando? Este juego quizás no responda de forma clara a todas estas preguntas, pero leyendo estas líneas nos podemos hacer una idea de lo que nos vamos a encontrar aquí. Y es que este título utiliza el mundo de los sueños para llevarnos a lugares inimaginables que o bien puede resultar un sueño placentero o la peor de las pesadillas.
Como hemos mencionado anteriormente, de momento tenemos dos niveles jugables. En Dreampools nos tendremos que enfrentar a un laberinto de piscinas abandonadas para encontrar la salida. Por el contrario, en Eternal Suburbia apareceremos en un prado infinito y colinas llenas de casas clónicas en las que tendremos que encontrar el camino correcto. Aunque solo son dos de los cinco niveles prometidos, su duración depende únicamente de nuestra habilidad para entender lo que está pasando y cómo resolverlo, pudiendo tardar lo mismo una hora por nivel que tardar cuatro.
A la hora de movernos, lo haremos con una cámara en primera persona recorriendo el nivel en cuestión. Y lo de cámara en primera persona es literal, ya que realmente estaremos viendo a través de una cámara de vídeo con la que podremos ampliar y reducir el zoom para ver los objetos que se encuentran en la lejanía. El efecto de la estática del video sumado al efecto bodycam de la lente logran una experiencia totalmente inmersiva y fotorrealista que personalmente es de las mejores que he probado en juego alguno.
Y hay que decir en este punto que se trata de un juego muy exigente y que no nos dan nada mascado. Será totalmente necesario poner todos nuestros sentidos en el juego para superar los niveles, ya que van a poner nuestro cerebro al límite. Lo primero que hay que hacer es entender cuál es el objetivo del nivel en cuestión y qué hay que hacer, y después de eso nos tendríamos que enfocar en cómo cumplir ese objetivo, cosa que no será nada fácil. No hay ningún tipo de ayuda ni consejo, estamos completamente solos frente al mundo.
Lo cierto es que es increíble las sensaciones que es capaz de transmitir con tan poco. No encontraremos NPCs, ni enemigos, ni jumpscares ni nada de nada, solo nosotros y el escenario vacío, y aun así logra con creces crearnos una sensación de inquietud y opresión fruto de nuestro propio subconsciente y eso es algo bastante difícil de conseguir.
En cuanto al apartado gráfico ya hemos comentado que es espectacular y deja con la boca abierta, pero a coste de un elevado precio. Dreamcore utiliza una de las versiones más avanzadas de Unreal Engine 5 y además habilita por defecto elementos de ray tracing, por lo que necesitaremos una tarjeta gráfica potente si queremos que el juego funcione en condiciones -en caso contrario os puede pasar como a mí que la pantalla se veía totalmente en negro aunque el juego siguiese corriendo-. De todas formas me atreví a ejecutar el juego en la Steam Deck y funciona perfectamente y sin problemas de ningún tipo, por lo que como mínimo necesitaremos un equipo igual de potente que el de la portátil de Valve.
El sonido también ayuda bastante a crear esa sensación de agobio, el simple hecho de escuchar nuestras pisadas con el eco de las salas y los sonidos ambientales, todo bajo un efecto de sonido enlatado propio de una grabación casera, transmite bastante más de lo que puede aparentar en un principio. En cuanto al idioma realmente no hay textos ni nada relevante mientras jugamos como para que afecte en algo, pero el menú principal estará en perfecto castellano.
En definitiva, Dreamcore es un juego que sabe hacer muy bien lo que pretende hacer, pero en su formato actual se queda bastante cojo. No dudamos de que la versión final será increíble y una auténtica experiencia, pero actualmente le pesa mucho la falta de contenido disponible, aunque también hay que entender que un juego de estas características desarrollado por una sola persona no se hace en un momento. Por lo demás, por su precio actual ya ofrece una grata experiencia que deja un futuro muy prometedor respecto a todo lo que veremos cuando esté completo.