En la literatura el terror ha tenido grandes influyentes como Mary Shelley, Edgar Allan Poe, H. P. Lovecraft, Bram Stoker o el más reciente Stephen King. Todos ellos han aportado su granito, o su desierto completo, a crear un imaginario de criaturas, mitos y ambientes que conforman el panorama terrorífico actual. Uno de los citados autores y sobre el que hoy hablaremos es Lovecraft, del que me considero un reciente aficionado. Su antología completa cabe en cuatro libros, mientras que Stephen King, mucho más prolífico, lleva publicadas nada menos que 64 novelas. Sin embargo, Lovecraft, con tan pocas palabras entintadas ha sido capaz de perdurar hasta el día de hoy creando su propio subgénero del terror: el terror cosmológico. También muchas de sus criaturas como el impronunciable Cthulhu, sus ambientes marítimos, sus pantanos y sus giros más imprevistos siguen estando más que presentes.

Como en todas las artes, las influencias traspasan sus medios e impregnan toda nuestra realidad. Es por ello que algunos videojuegos toman todas esas ideas, ese universo que creó Lovecraft y lo emplean como trasfondo para sus obras. Algunos de los juegos más importantes influenciados por Lovecraft son La llamada de Cthulhu, cogiendo prestado el nombre de uno de sus relatos; Bloodborne, con sus criaturas de pesadilla, The Call of the Sea, desarrollado en tierras madrileñas, o sobre el que hoy hablaremos, DREDGE.

Black Salt Games es un pequeño equipo neozelandés formado por sólo cuatro personas que nos sorprende con este título, el primero que han desarrollado. En su web podemos encontrar su declaración de intenciones: hacer juegos inmersivos con una gran ejecución y un poco diferentes a todo lo que hayamos jugado previamente. Team17, la encargada de editarlo, sigue apoyando buenos títulos indies, aunque haga menos ruido que otras editoras como Devolver o Annapurna.

En DREDGE, tomaremos el control de un pescador que tras un accidente en su barco despertará en un pequeño pueblo costero llamado Vértebra Mayor. El alcalde de dicho pueblo nos prestará un pequeño bote a cambio de una parte de los beneficios de las primeras pescas. De esta manera se nos introduce nuestra primera misión: pescar en el mar cercano a la isla y venderlo en el pueblo para saldar la deuda. Mientras lo hacemos, conoceremos a otros personajes como al pescadero o la carpintera. Esta última nos permitirá ir mejorando nuestro buque para aumentar su capacidad de almacenamiento y añadirle redes y luces. Hablando con otros personajes descubriremos más misiones que nos llevarán a recorrer los cinco archipiélagos que componen el mapa.

Los atardeceres en Vértebra Mayor.

«Vuelve antes de que caiga el sol»

El alcalde nos dará un consejo antes de partir: «Vuelve antes de que caiga el sol», seguramente preocupado porque el último pescador de la isla desapareció no hace muchas noches. Los primeros días no tendremos problemas, nuestro espacio es pequeño y no habrá necesidad de adentrarse en el mar de noche. Pero, en el momento en el que queramos ir más allá y el reloj marque las seis de la tarde, una espesa niebla lo cubrirá todo. Esta niebla no sólo impedirá que veamos los obstáculos a dos palmos, sino que también vendrá acompañada de la locura. Cada minuto que pasemos en la oscuridad, hará que nuestra cordura disminuya, llegando a ver cosas irreales como tentáculos saliendo de las profundidades o barcos fantasmas. Pero estos visitantes de otros mundos no son intangibles, nos harán daño o lo que es peor, buscarán hacérnoslo. Por tanto, deberás tener cuidado ya que la «noche es larga y alberga horrores».

El pescar, como el rascar, todo es empezar

La tarea de pescar en sí es bastante sencilla. A lo largo del ancho mar encontraremos bancos de peces en los que, si tenemos la caña adecuada, podremos intentar pescar. Al hacerlo, nos aparecerá un minijuego similar al que podríamos encontrar en un juego de ritmo: una barra se mueve y hay que tener precisión para apretar el botón en el momento preciso. Durante este proceso podemos llevarnos una sorpresa y al recoger el sedal encontrarnos con una criatura mutante y grotesca. Durante la aventura iremos consiguiendo diferentes habilidades. Las más sencillas son hacer sonar una bocina o movernos a mayor velocidad. Por otro lado, las más avanzadas nos permitirán teletransportarnos, espantar las alucinaciones o acabar con todos los peces a la vista.

En total hay 128 variedades de peces a descubrir. Cada pez lo podremos encontrar en una zona específica del océano; unos prefieren la calidez de las costas mientras otros la oscuridad abisal. Para capturar a cada uno requeriremos unos tipos de caña diferentes que deberemos ir variando según lo que nos interese pescar. Además de peces, en el ancho mar también encontraremos áreas donde dragar. En estas zonas extraeremos madera, metal o tela para mejorar el barco o reliquias que nos darán bastante dinero.

Donde encontramos el jugo del juego es en la gestión de la bodega del barco. Esto se debe a que el espacio es compartido por los peces, las cañas, las redes, los motores, las luces… Este sistema recuerda mucho al inventario de Resident Evil 4, donde Leon tenía que apañárselas para hacer espacio a todas sus cosas. Muchas veces tendremos que dar media vuelta antes de lo esperado porque no tenemos más espacio y tocará volver y vender, o tirar por la borda lo que menos nos interese. Cuando recibamos daño, bien porque nos hemos chocado contra una roca o bien porque una piraña gigante nos haya encontrado apetitosos, se harán agujeros en la bodega, liberando nuestras presas o inhabilitando nuestro equipo. Además, al alcanzar cierta cantidad de golpes, será game over y tocará retomar desde la última vez que estuvimos en un muelle.

 

La primera vez que vimos DREDGE fue en uno de tantos eventos digitales y ya entonces destacó por su apartado técnico. La paleta de colores, sus texturas low-poly, todo lo que vemos es muy atrayente. Durante el día, con la luz, resaltan los azules y los tonos cálidos, mientras que las noches son marrones, grises y negras. Los sprites de los personajes parecen dibujados a brochazos con grandes trazos, lo que les da mucha personalidad.  Los peces y sus aberraciones son muy memorables y querremos cazarlos a todos como si de Pokémon se trataran. Cada uno de los archipiélagos tiene personalidad propia conformada por sus propias tonalidades de color, relacionados con su tipo de terreno. La banda sonora es cambiante, quiero decir, mientras permanezcamos atracados en el puerto oiremos una agradable y relajante música. En el momento en el que salimos al mar, estaremos solos. Nos acompañarán los graznidos de las gaviotas, el motor y las olas; si tenemos suerte y aún es de día. Por la noche el ambiente cambia, sumándose el viento, las alucinaciones, chapoteos de criaturas y tu propia imaginación, que te mantendrá en vilo y alerta.

DREDGE no llega a causar terror, pero genera un ambiente de tensión similar al que podríamos encontrar en Darkest Dungeon. Nunca puedes estar tranquilo si sabes que algo horrendo puede caer en tu red o un virus infectar los peces de tu bodega, por no hablar de las apariciones nocturnas. La dificultad, sin embargo, no es muy acusada hasta el tramo final de la campaña. El primer archipiélago ejerce de tutorial, el segundo y el tercero nos desarrollan más mecánicas y es en el cuarto y quinto donde empieza a apretar.

Completar el juego me ha llevado unas ocho horas haciendo gran parte del contenido secundario. Pero si queremos hacer todas las tareas, mejorar el barco al máximo, pescar cada pez y cada aberración, la duración puede extenderse hasta más de quince horas.

 


Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por Team17