¿Qué ocurre si metemos en una coctelera un boomer shooter o “shooter clásico” junto con un estilo artístico muy peculiar y una imaginería propia de la mente de H.P. Lovecraft? Acompáñanos a disfrutar de la secuela de Forgive Me Father. La respuesta nos la dieron, allá por 2022, los chicos de Byte Barrel, pequeña compañía de origen polaco, fundada en 2017. El primer Forgive Me Father nos dejó un muy sabor de boca a todos los amantes de los first person shooters con el sabor más clásico, y desde el momento en que se supo que había en marcha una secuela, no pudimos más que estar expectantes.

Forgive Me Father 2 nos pone en la piel del sacerdote que ya podíamos encarnar en la primera entrega, convirtiéndose así en una secuela directa sin complicaciones en ese aspecto, aunque marcando una línea única argumental al eliminarse la posibilidad de escoger, en esta ocasión, a la periodista de la primera entrega.

La historia se nos irá desvelando a través de notas en el escenario, lo cual supondrá un respiro entre las toneladas de acción que el juego nos arrojará a la cara. El argumento se irá desgranando en un estilo muy propio de los relatos de horror cósmico, así que aquellos aficionados disfrutarán de detenerse a leerlos, aunque hay que reconocer que todo parece poco claro y, lo que al comienzo es intrigante, nos hace esperar al momento en que la madeja se desenrede, sin que ese momento llegue realmente nunca, dejándonos una constante sensación de incertidumbre.

En cuanto al desarrollo de la acción, esta se dividirá en diversos escenarios que compondrán los capítulos que iremos superando, y todo a través de mapas bastante intrincados al más puro estilo de algunos juegos clásicos del género con la complicación consabida de buscar las llaves de colores respectivas para cada zona, lo que nos hará recorrer los escenarios de un lugar a otro y pondrá a prueba nuestra abstracción espacial.

En cuanto al arsenal disponible es amplio, teniendo varias armas de cada tipo y mostrando desde lo más clásico hasta diseños atrevidos y bastante originales. En lugar de sólo encontrarlas esparcidas por el terreno, podremos adquirirlas en la tienda de armas, y tendremos una limitación: sólo podremos portar un arma de cada tipo, lo cual añadirá un toque de reflexión estratégica al juego, al tener que escoger qué combinación vamos a llevar con nosotros. Y no es un pensamiento ligero, puesto que durante el juego notaremos como la munición no es muy abundante, haciendo que, en este aspecto, nos alejemos un poco del frenetismo habitual en muchos de esos títulos de los cuales bebe.

Y esta es la parte cuyo equilibrio, en ocasiones, podría estar mejor balanceado. El juego se debate entre dejarse llevar por las sensaciones de muchos otros boomer shooters y su ritmo frenético, con la ambientación típica de los mitos de Cthulhu, que debe ser opresiva. Y esto, claro, no se logra sólo con ambientación. Puedes tener el ambiente más truculento posible, que si te ventilas a los enemigos con facilidad a base de munición aparentemente ilimitada, la sensación opresiva no aparece. Esa sensación de indefensión se consigue, al igual que en muchos survival horror, con la escasez de munición, lo que nos hace sentir que estamos en desventaja. El problema es que, en ocasiones, esto no está del todo bien medido, y nos están lanzando una cantidad de enemigos sustancial, lo cual invita al frenetismo, pero no se nos ofrece la munición para poder dar cuenta de ellos con la alegría a la que parecen invitarnos. Por otro lado, y como es costumbre en este tipo de shooters que evocan décadas pasadas, para curarnos no bastará con escondernos y esperar, sino que deberemos hacer uso de los botiquines, repartidos por el escenario.

Podremos equilibrarlo mediante los típicos niveles de dificultad, de forma que, en cierto modo, decidamos si queremos arrojarnos más a la vertiente lovecraftiana de sentir el agobio, la indefensión y el reto, o que dicha escasez de munición no suponga tanto problema y nos dejemos llevar.

Aparte del arsenal, y como ya ocurría en la primera entrega, la cordura tendrá un papel esencial, no podía ser de otro modo teniendo en cuenta la ambientación. Pero es que además esa cordura, a medida que se pierde, tendrá una contraprestación positiva en forma de habilidades extra que iremos adquiriendo a medida que el juego avance.

Desde el punto de vista audiovisual, la obra de Byte Barrel luce a un grandísimo nivel. Ya el primero era una delicia, y esta segunda parte no decepciona. Pareciera que estamos dentro de un cómic gótico, con unos diseños de texturas, sprites, juegos de luches y sombras, decisiones de diseño de escenarios y estilo escogido que casa a la perfección con la ambientación escogida, todo envuelto con un cel shading utilizado de forma muy inteligente. El sonido no le anda precisamente a la zaga, mostrando unas partituras dignas del mejor momento del género y un uso de la guitarra eléctrica delicioso que, de nuevo, encaja a la perfección. El doblaje, en perfecto inglés, también está realizado con oficio, y por si no domináis dicho idioma, Forgive Me Father 2 está totalmente traducido a varios idiomas entre los cuales se encuentra, por fortuna, el español.

En conclusión, Forgive Me Father 2 continúa la fórmula del original y su historia, puliendo aspectos, aunque sin alcanzar aún un equilibrio perfecto, que entendemos que es difícil. En todo caso, si ya disfrutaste del primero, este segundo no te va a decepcionar, y te va a dejar con ganas de más. Desde 33bits estaremos atentos a futuros proyectos de este pequeño estudio.