Por alguna razón, nos gustan los simuladores de trabajar. Mechanic Simulator, Bus Driver Simulator, Train Station Renovations Simulator, House Renovations Simulator… hasta «Cambiar los componentes de tu PC Simulator». Seguro que hay algún estudio al respecto que lo justifique, pero yo desconozco el por qué. ¿Quizás porque nos gusta hacer tareas sin que nos sintamos obligados a ello? Por esta misma razón, no es de extrañar que los simuladores de trabajar siempre sean una buena idea si queremos, al menos, conseguir cierto público nicho. Y si encima lo aderezamos con una buena idea de verdad, y una jugabilidad a prueba de bombas, nos encontramos con el juego que nos ocupa hoy. Bienvenidos al «Desguazador de Naves Espaciales Simulator». O, utilizando su nombre real, bienvenidos a Hardspace: Shipbreaker.

El antes…

En Hardspace: Shipbreaker tomaremos el papel de alguien que acaba de ser contratado por Lynx Corp, una empresa multinacional cuyo cometido, en base a nuestros intereses, es desguazar naves espaciales y reaprovechar todo material de valor. Pero no solo seremos un empleado al uso, sino que además, por los gastos de contratación, asumiremos una deuda milmillonaria con la empresa. Lo que nos obligará a trabajar para ellos de por vida o, al menos, hasta que podamos acabar de pagar dicha deuda. No creo que nadie haya dudado ya de que, si morimos, nuestra deuda se trasladará a nuestro familiar más cercano en base al contrato que firmamos al enrolarnos en la compañía.

Este anterior párrafo puede ser indicativo de por donde van los tiros en base a la narrativa de Hardspace: Shipbreaker. No nos andemos por las ramas, el juego intenta, en todo momento, ofrecer un mensaje anticapitalista y, de hecho, no es nada sutil en ello. No podremos saltar diálogos, tendremos que leer correos, o realizar ciertas acciones en la campaña. Me parece un punto algo negativo de una campaña en la que quizás -y lo digo siendo ideológicamente cercano al juego- deberían haber sacado un modo de juego libre o, al menos, dejarnos saltar los diálogos. Porque a veces solo queremos jugar.

…y el después -o un poco más tarde-.

Y solo queremos jugar porque, ahora sí, la jugabilidad es excelsa. No solo han tenido una buena idea con este simulador de desguaces de naves espaciales, es que además la han sabido implementar bien. Al principio de cada misión tendremos un catálogo de naves disponibles que han llegado a nuestra plataforma de salvamento, y tendremos que elegir una. A partir de ahí, pasaremos a la faena.

Hay que decir, y te lo recalca el propio tutorial, que al principio nos sentiremos perdidos frente al mastodonte que es una nave espacial -y eso que las primeras serán bastante pequeñas-. Pero pronto estaremos desguazando naves casi sin mirar. Tenemos dos herramientas principales -aunque luego se une alguna más- que son la cortadora y el gancho. La cortadora corta el material, y con el gancho utilizaremos una especie de rayo tractor para moverlo por el espacio hacia los distintos espacios de salvamento que tenemos. Porque dependiendo del tipo de material que tengamos, ya sean cristales, nanocarbonos, o electrónica, por decir algunos, irán a un sitio u otro, como el procesador de materiales o el horno.

Error de principiante: voy a tirarlo todo al horno cuando solo el cristal va ahí, el fuselaje va al procesador. Dinero perdido.

Por lo que nuestro objetivo último será coger cada parte de la nave y arrastrarla a su sitio de salvamento correspondiente. Pero no será tan sencillo, porque al final habrán materiales que resistirán el corte de… bueno, la cortadora, o habrán trozos de nave demasiado pesados como para poder arrastrarlos con el gancho. Las herramientas se podrán mejorar más adelante, pero lo que normalmente nos tocará hacer será encontrar puntos de anclaje. Si no podemos cortar una parte de alguna placa de fuselaje exterior de la nave, probablemente esté anclado a esta por cuatro o más puntos de anclaje. Tendremos que encontrarlos, y cortarlos para así soltar la placa y poder arrastrarla a su lugar correspondiente.

Así que nos tocará elegir una estrategia a la hora de cortar la nave, o cortar puntos de anclaje, para minimizar las partes perdidas o destruidas en el corte, que es dinero que no solo no conseguiremos, sino que nos deducirán. Ya se sabe que aquí no se pierde nada. Y no solo eso, sino que conforme vayamos ascendiendo en el trabajo, nos encomendarán cada vez misiones más difíciles, con naves con riesgo de incendio o choque eléctrico, por ejemplo. Todo esto mientras controlamos los niveles de oxígeno o combustible -para recargarlos, hará falta pagar, aunque más adelante nos encontraremos con una mejora que nos recargará el oxígeno en áreas presurizadas-.

El escáner nos indicará las partes fuertes y débiles de la nave.

Todo está perfectamente medido para ofrecer una experiencia relajada, con un ritmo lento pero constante, que enganchará al jugador con la típica sensación de «una más y lo dejo». Pero aquí viene el principal punto flaco del juego, y es que he hablado antes de que «pronto estaremos desguazando naves sin mirar». Esta frase concreta tenía doble sentido, ya que uno de los problemas de Hardspace: Shipbreaker es su poco contenido a nivel de tipos de naves.

Sí, tendremos que desguazar muchas naves a lo largo de la campaña, pero pocos tipos de estas, con varias variantes que realmente tampoco nos harán cambiar demasiado nuestra forma de jugar. Y es una lástima, porque una vez hemos optimizado -más o menos- el corte de una nave, todas las demás naves del mismo tipo van a ir igual. Este es quizás el principal punto negativo, para mí, de un juego que me parece de notable alto.

Los interiores de las naves pueden ser un tanto claustrofóbicos a veces.

Aún con eso, Hardspace: Shipbreaker es una compra muy recomendada si al jugador le atrae lo que ve. Es bastante probable que solo consiga hacerse un hueco dentro de un sector nicho, pero no dudo que ese sector le va a ser totalmente fiel. Muy, muy bueno.

 


Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por Focus Entertainment