Hoy en día los súperhéroes están en boca de todos. Y gran parte de culpa la tiene el Universo Cinematográfico Marvel. Más de diez años tiene la película que lo empezó todo, Iron Man, cuyo alter ego, Tony Stark, es posiblemente la cara más conocida de la subsidiaria de Disney. Ahora, Camouflaj nos promete la posibilidad de meternos en la piel del excéntrico magnate multimillonario, de forma casi literal, gracias al poder de la realidad virtual. Su objetivo, en este Iron Man VR, es que nos sintamos dentro de la armadura de hierro. Y voy a ser claro: Objetivo cumplido.
Es difícil crear un juego sobre superhéroes. Existe un fandom acérrimo a los cómics y las películas, y cualquier variación sobre estos otros mundos puede ser duramente críticado, que se lo digan al Marvel’s Avengers de Square-Enix. A su vez, esa es su mayor ventaja, ya que ante un buen juego, el potencial número de ventas es altísimo. Por lo que el riesgo, en este caso, puede compensar. Pero en Camouflaj han sido valientes, y han arriesgado aún más, creando un juego exclusivo para PSVR. En él, viviremos la vida de Tony Stark, tanto dentro de la armadura como fuera de ella. En un momento estaremos discutiendo con Pepper Potts sobre la ejecutiva de Industrias Stark y, al siguiente, estaremos volando destrozando drones. Con resultados dispares.
Cuando estamos dentro de la armadura, Iron Man VR es lo más cercano a un simulador definitivo de superhéroe que podemos jugar hoy en día. Esto es así, esto es un hecho, indiscutible además. Y en concreto, es el simulador definitivo del hombre de hierro. Ningún otro juego de superhéroes, hasta ahora, se ha conseguido acercar a la inmersión que ofrecen los chicos de Camouflaj.
Arranca la interfaz del casco y aparece Friday saludándonos y explicándonos la misión. ¿Os acordáis, en la primera película de Iron Man, de Tony Stark sufriendo para mantenerse en el aire controlando la dirección de los propulsores? Algo así van a ser nuestras primeras experiencias dentro de la armadura. Dos o tres horas después, el verdadero Tony Stark, si existiese, no nos haría sombra. Estaremos esquivando proyectiles, lanzando nuestros mísiles, haciendo acrobacias en el aire y destrozando enemigos. Porque se han trasladado los hipotéticos movimientos que utilizaría Iron Man de forma totalmente satisfactoria a los controladores de movimiento. Porque, por cierto, en este juego los PSMove de Sony serán obligatorios, y es lógico, ya que no se concibe la jugabilidad sin ellos.
Con las palmas hacia abajo nos impulsaremos hacia arriba, con las palmas hacia un lado nos impulsaremos hacia el lado contrario, y con las palmas hacia atrás, nos impulsaremos hacia delante. Además, podremos disparar ráfagas hacia los enemigos si levantamos las palmas hacia ellos, o armas secundarias, como misiles, si les mostramos la muñeca de la mano. Como si fuésemos el mismo Stark. Con estos movimientos podremos hacer multitud de combinaciones, y en pocos capítulos estaremos impulsándonos con una mano mientras disparamos con la otra. Y la sensación, permítanme decirlo una vez más, es inigualable ahora mismo por ningún otro juego superheróico.
Pero Tony Stark no es solo Iron Man, también tiene su día a día fuera de la armadura, y este Iron Man VR también se esfuerza -quizá demasiado, aunque entraremos en ello luego- en permitirnos manejar a Stark dentro de esa parte de su vida, con una historia y un argumento que despertará nuestro interés, con un gran doblaje al castellano -excepto momentos puntuales- como es habitual en las producciones de PlayStation. Así, entre misiones podremos explorar su casa de Malibú, o viajaremos a otros lugares que prefiero no destripar donde no haremos uso de la armadura -en un primer momento, nunca se sabe donde puede atacar el enemigo-.
Cuando se den estos momentos, nos moveremos a base de saltos, como en otros juegos de realidad virtual. Existirán marcas en el suelo, y deberemos de elegir una de ellas para movernos instantáneamente ahí. Se entiende que los saltos en RV permiten el desplazamiento dentro de esta virtualización disminuyendo los mareos del jugador, pero se echa de menos una opción -o yo no la he encontrado- de movimiento libre, ya que todo el dinamismo que existe cuando tenemos la armadura puesta desaparece al quitárnosla, y el contraste hace que se note aún más.
Cuando estemos en nuestro garaje, entre misiones, podremos personalizar la armadura, añadiéndole mejores armas que vayamos fabricando o directamente añadiendo nuevas capas de pintura que cambien su apariencia. Estas capas se consiguen realizando pequeños logros, como derrotar a 6 enemigos con un solo lanzamiento de misiles, dos enemigos de un solo puñetazo, o este tipo de cosas. Las armas, sin embargo, se crearán con piezas de fabricación, que ganaremos al completar las misiones -se nos ofrecerá una puntuación en estrellas cada vez que completemos un sector de acción- o con desafíos adicionales, que normalmente consistirán en carreras contrarreloj donde iremos volando a través de un circuito de obstáculos.
Suena todo muy bien, ¿verdad? El inconveniente es que este Iron Man VR tiene importantes problemas que impiden que llegue a ser el grandísimo juego que podría haber sido. Y la mayoría son relativos a cuando no llevamos la armadura puesta. Comentaba que el juego se esfuerza en hacernos partícipes de la vida de Tony Stark más allá del propio superhéroe. El problema es que la jugabilidad en esa vida, por lo general, es aburrida. Se limita a andar por los lugares en los ya mentados saltos, y rompe totalmente el ritmo que mantiene el juego en las escenas de acción. Además, cuando en la primera hora y media de juego solo hay, quizá, 20 minutos de estas escenas de acción, el juego se resiente. Pero aun así, no está mal la idea, ritmo frenético en la acción, ritmo pausado en otros momentos.
Pero este problema se agranda cuando lo juntamos con la gran tara de este juego. Lo que hace que realmente bostecemos cada vez que nos quitamos la armadura. Lo que destroza el juego. Lo que hace que este análisis tenga una nota de 75 -que, ojo, ya es una nota alta- y no de 80, de 90, de 100 o de la que sea: Las pantallas de carga.
Los juegos de realidad virtual son especiales. En un juego normal, mientras estoy delante de la televisión, si se me ofrece una larga pantalla de carga, siempre tengo otras distracciones, el móvil, por ejemplo. Esto no se da en un juego de RV donde en una pantalla de carga nos limitamos a mirar hacia delante, de forma pasiva y sin realizar ningún movimiento. Por lo que molestan mucho más. Si encima a eso le unimos un número especialmente abundante de pantallas de carga de larga duración con intervalos jugables cortos, la frustración aumenta exponencialmente.
Vamos a ofrecer un ejemplo: sobre la mitad del juego hay un capítulo donde tenemos que realizar uno de los desafíos contrarreloj comentados anteriormente. Pues bien, la secuencia es la siguiente:
-Tiempo de carga de dos minutos -de reloj- tras acabar la misión anterior.
-Explicación corta sobre los desafíos. Dos o tres minutos, más si nos apetece pasear por el garaje Stark o montar alguna pieza nueva en la armadura.
-Tiempo de carga de un minuto del desafío.
-Desafío completado en 3 minutos y medio. Tiempo muy lento y con el que obtengo una puntuación de una estrella sobre cinco, por lo que el tiempo puede decrementarse bastante.
-Otro tiempo de carga de 2 minutos para volver al garaje.
-Un minuto de explicación sobre la siguiente misión.
-Nuevo tiempo de carga de unos dos minutos, y empieza la misión.
De un cuarto de hora de juego, 7 minutos han sido en pantallas de carga estáticas donde no he hecho otra cosa que estar de pie mirando hacia delante. Es absurdo se mire por donde se mire. En las secuencias de acción esto se palia porque nos podemos tirar 15 o 20 minutos eliminando enemigos y eso son 15 o 20 minutos sin pantallas de carga, pero aun así estas secuencias de acción no conforman el grueso del juego. Si estas pantallas de carga son inevitables, bien podrían haber añadido un minijuego para entretenernos mientras se carga el siguiente nivel.
Es una lástima que un juego con tantísimo potencial quede tan desvirtuado por algo como esto. Hace que se sienta una oportunidad perdida. Y hablamos de un juego cuyos entornos podrían pasar por un juego de PS2 -atención al texturizado de los edificios en Shanghai-. Existen clímax dentro del juego que se ven lastrados por una pantalla de carga en mal momento, que hace que la inercia de lo que acaba de ocurrir se pierda.
En definitiva, estamos ante un juego que cuando ofrece lo que tiene que ofrecer -convertirnos en Iron Man- lo hace de forma excelente, pero que es altamente penalizado por el exceso de pantallas de carga que consiguen que el ritmo se sienta irregular, frustrando al jugador que no puede hacer otra cosa que permanecer impasible, de pie, sin interactuar con el juego de ninguna manera.
Aun así, si tienes una PSVR y eres fan de los superhéroes, este Iron Man VR es imprescindible. Pocos juegos ofrecen las sensaciones que ofrece el juego de Camouflaj cuando tenemos la armadura puesta.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Precision Spain