Si algo ha destacado en estos últimos años han sido los juegos de cartas, una comunidad creciente y abundante que ha ido inundando el mercado de los videojuegos indies. Slay the Spire, Monster Train o Balatro pueden ser, por decirlo de algún modo, juegos que han sido laureados dentro de este subgénero que cada vez cobra más fuerza. Es más, este año el título a juego del año ha sido Balatro, un juego que toma la base del clásico póker y lo convierte en un deck-building roguelike sumamente entretenido.

Hoy vengo a hablaros del segundo juego de Ground Shatter, que ya nos sorprendieron con el curioso Fights in Tight Spaces, un título donde se desarrollan peleas callejeras en espacios reducidos usando cartas. Como adivináis, Knights in Tight Spaces es muy continuista, aunque esta vez la experiencia transcurre en la Edad Media. Después de probarlo a fondo, debo reconocer que algo que me gustó de principio a fin fue la inclusión de un modo infinito en el que enfrentarnos a cientos de enemigos. Esto también lo incluyó Fights in Tight Spaces, aunque no lo hizo desde el principio.

Otra gran adición ha sido el modo historia; dicho modo nos permite seleccionar un arquetipo jugable de ocho desbloqueables. Inicialmente, el juego nos permite encarnar a un caballero, un camorrista o un pícaro. El resto de personajes están bloqueados y, en mi opinión, se desbloquean demasiado tarde. Si seleccionamos el modo de juego difícil, contaremos con una única vida, lo que puede complicar los desbloqueos.

Tras esta selección, el juego nos llevará a un mapa en el que deberemos avanzar entre distintas fases. El sistema me ha recordado bastante al famoso Slay the Spire, que pronto lanzará su secuela. Sin embargo, no ha logrado evitar ser repetitivo, ya que, si morimos, siempre comenzaremos en la misma taberna y con la misma misión. De hecho, la historia es lineal, carece de carisma y, aunque incluye un componente de elección, este no resulta determinante.

En el apartado jugable, un punto muy negativo que encuentro en el modo historia es que, desde el inicio, solo nos permite jugar con tres personajes, los cuales se sienten demasiado similares. Hubiera sido más interesante que, desde el principio, pudiéramos usar al arquero o al mago, para variar un poco la dinámica de los combates. Además, algunos personajes están desbalanceados o son muy parecidos entre sí, diferenciándose solo por un par de habilidades.

Como mencioné antes, estamos ante un roguelike de cartas, por lo que tendremos que usar cartas para avanzar, retroceder o atacar. El juego, con un formato basado en RNG, adapta la experiencia para todas las dificultades, aunque esta cae rápidamente en la monotonía. El juego nos permite seleccionar entre cinco niveles de dificultad, y, en función de esta elección, construiremos nuestro mazo.

Los mazos iniciales son muy básicos y no destacan en exceso. Hubiera estado bien incluir una selección aleatoria inicial, como hace Slay the Spire con las bendiciones de Neow. Este componente no está presente y se echa un poco en falta, aunque el juego cuenta con algo a su favor: un modo draft en el que, desde cero y mediante una selección, podremos ir construyendo nuestro mazo. Sin duda, este ha sido el modo más divertido que he encontrado, ya que incorpora el componente aleatorio que los roguelike necesitan y que este juego utiliza de manera limitada.

Por suerte, durante nuestra trayectoria siempre encontraremos un mercader donde comprar armas, una herrería para mejorar cartas o una taberna para recuperar salud. Todos estos lugares utilizan las monedas que obtenemos para ofrecer sus servicios. Algo que me ha gustado son las misiones secundarias, ya que en cada partida no solo tendremos una misión principal, sino también una secundaria que nos proporcionará un pequeño bonus. En esencia, el juego mantiene las características del género, y cada acto termina con una batalla contra un jefe, cuya vida será mayor o menor dependiendo de la dificultad seleccionada.

El juego no recompensa en exceso estos enfrentamientos. Al terminar un combate, recibiremos unas pocas monedas y una carta que se unirá a nuestro mazo. Enfrentarnos a los jefes finales no nos brinda ningún gran premio. De hecho, diría que se necesitan alrededor de cuatro horas para desbloquear al primer personaje jugable, el arquero. Este personaje introduce un enfoque de combate más a distancia, aunque no profundiza demasiado en esta mecánica. Algo que sí nos recompensará será morir, ya que al caer en combate nuestro héroe ganará experiencia, lo que le permitirá desbloquear nuevas cartas desde el inicio de la aventura. Esto, por lo general, sirve para poder empezar con cartas más interesantes en el modo draft.

Lo más divertido, sin duda, han sido los grupos. A lo largo de la historia, de vez en cuando, podremos encontrar mercenarios que quieren unirse a nuestra causa. El combate en equipo resulta más entretenido y añade un componente dinámico que faltaba en Fights in Tight Spaces. Este es, sin duda, el mayor acierto del título, ya que nos permite formar un equipo más o menos óptimo para avanzar de manera divertida en la historia. Este sistema lo acerca más a un juego de combate por turnos que a uno de cartas, aunque, como mencioné antes, se desbloquea demasiado tarde.

En cuanto a lo audiovisual, la parte sonora deja bastante que desear. La melodía se vuelve extremadamente repetitiva al poco tiempo, ya que el juego no cuenta con una banda sonora muy elaborada y recurre constantemente a la misma música. Por otro lado, en lo visual, el juego ha apostado por un estilo más detallado que su predecesor. Esta vez, presenta un característico toque de dibujo a mano que le da mucha personalidad y lo hace único. Los diseños de personajes están muy bien logrados, al igual que los distintos escenarios en los que el juego nos sumerge.

En definitiva, Knights in Tight Spaces mejora y potencia una fórmula que ya funcionó en su entrega anterior, aunque se queda a medio camino debido a su desarrollo repetitivo. Hubiera sido interesante que el jugador pudiera elegir qué clase desbloquear desde el principio, añadiendo así un toque de personalización. Sospecho que algunos personajes variarán bastante en su jugabilidad, pero no he tenido la oportunidad de comprobarlo. Knights in Tight Spaces no es un mal juego, aunque tampoco es algo excepcional. Por ello, si estás dudando entre este u otra opción, te recomiendo que lo pienses bien antes de decidirte. Sin embargo, si ya jugaste su predecesor y disfrutaste sus mecánicas, este juego las mejora en todos los aspectos, por lo que es probable que su compra te resulte satisfactoria.