La música consiste en dotar de cierta organización a un conjunto de sonidos y silencios para que resulten agradables al oído. Esta definición es una generalidad que cualquiera podría entender, pero también todos sabemos que estos sonidos y silencios buscan despertar en nosotros emociones. Bajo esta premisa, nace Lost in Harmony, como un vehículo canalizador de sentimientos de la música a través de la interacción del videojugador con lo que se muestra en pantalla y en completa armonía con la música que atesora este título. Analizamos el juego de DigixArt Entertainment para comprobar si ha logrado remover algún sentimiento en nosotros y si podría lograr hacer lo mismo con vosotros.

Narrativa, sincronía y música.

Lost in Harmony trata de hacernos sentir. Esta intención viene dada a través de una narrativa muy simple en la que se nos muestran dos pequeñas historias muy diferentes entre sí que tratarán de hilar cada fase que juguemos con lo que se nos ha narrado previamente.

En la primera historia, tenemos la relación de amistad existente entre dos jóvenes — Kaito y Aya — quienes irán desarrollando su «aventura» mediante conversaciones textuales en sus teléfonos móviles. Aya sufre algún tipo de enfermedad, que puede ser más o menos evidente y que por desgracia quien más y quien menos ha tocado de pasada o plenamente en su vida. Esta enfermedad es el eje alrededor del que giran muchas de las conversaciones entre ambos, provocando recuerdos de buenos momentos pasados y muchas sensaciones actuales de rabia, aflicción, esperanza, desesperanza, compañerismo y sobre todo… amistad. Todas estas emociones fluyen mediante las piezas musicales de cada fase, que en esta ocasión pertenecen a la música clásica — algunas remezclas y hasta alguna composición totalmente original — que nos llevan de la mano en este viaje tan especial de modo muy acertado.

La historia de Kaito y Aya nos es contada mediante mensajes de texto en el móvil.

Tras cada conversación, «saltamos» a la fase correspondiente, donde deberemos esquivar, saltar obstáculos, recoger polvo estelar para aumentar nuestra puntuación y pulsar la pantalla táctil — también se puede mediante los botones, pero resulta mucho menos divertido en mi opinión — siguiendo las melodías. Antes de entrar en cada una de ellas, podremos seleccionar la dificultad — normal o difícil — que va a repercutir directamente no solo en la exigencia hacia el jugador en relación a la puntuación para obtener rangos altos, también lo hará en la jugabilidad de modo directo, ya que la propuesta será más rápida y exigente para nuestros reflejos y la sincronización de nuestros dedos con la música y los elementos en pantalla.

Como detalle, decir que tras finalizar la aventura de estos dos amigos —trece escenarios —, os espera una sorpresa si volvéis a entrar en ella.

Los obstáculos que tendremos que esquivar serán numerosos.

La segunda historia consiste en la aventura de un robot — M.I.R.A.I. — que se ha dado a la fuga evitando ser desmontado por su creador, para llevar consigo todo el ritmo de la galaxia. Se trata de una historia que en lo particular me ha enganchado mucho menos por dos motivos: para empezar, se pierde la emotividad de la primera, puesto que estamos ante una motivación mucho más trivial, y para continuar, el estilo musical casa menos con mis gustos — y esto es algo puramente subjetivo, por supuesto — ya que ahora nos moveremos al ritmo de música tecno — con piezas originales, eso sí — que si bien acompañan la acción de la pantalla fantásticamente bien, no supone alcanzar momentos tan bien llevados como en la aventura de Kaito y Aya. Además, en esta ocasión, en cada escenario — doce en total — solo escucharemos una melodía, a diferencia de en la propuesta de los dos jóvenes, en la que se intercalan canciones que estructuran y delimitan cada tempo en el escenario y en la acción.

Las partes en las que el juego sigue la dinámica más habitual de los juegos musicales son mis favoritas.

 

Un lujo no solo para los oídos.

Lost in Harmony es precioso. La sincronía como dije antes entre jugabilidad y música dota al conjunto de una belleza considerable, pero si vamos más allá y atendemos a su apartado visual, el conjunto queda totalmente redondeado. Estamos ante un juego que hace uso de un estilo gráfico al más puro estilo anime, dibujado a mano, colorido y preciosista. Tanto los escenarios, como los obstáculos que nos salen al paso y los tres protagonistas de ambas historias, están perfectamente dibujados y cierran un apartado audiovisual sobresaliente. Además, habría que resaltar aquí que el juego sabe transmitir mediante cada escenario, los sentimientos que van aflorando de acuerdo a cada situación vivida — sobre todo en las vivencias de Kaito y Aya — poniendo en juego partes absolutamente preciosas con otras que muestran el abatimiento y desesperación reinantes con ambientes como guerras o campos de refugiados por poner un ejemplo.

Este escenario con piezas de Tetris hará las delicias de los amantes del título arcade.

 

Rejugable y difícil en una segunda vuelta.

Como todo juego musical, Lost in Harmony basa parte de su atractivo en mejorar la puntuación constantemente en cada uno de los niveles presentados. Cabe decir en este punto que el juego en su dificultad «normal» resulta muy asequible en cuanto a la búsqueda del mayor rango posible. Ahora bien, si deseamos — absolutamente recomendable — darle una segunda pasada en difícil, la exigencia se eleva hasta límites muy elevados para alcanzar puntuaciones altas. Y digo que es recomendable no solo por buscar ese reto que un servidor siempre intenta encontrar en la mayoría de juegos, sino también porque la complejidad en lo jugable aumenta y bajo mi perspectiva, esto hace mucho más interesante y atractivo el título.

Los ambientes desoladores serán recurrentes. Aunque se intercalarán con otros muy bellos, incluso dentro del mismo nivel.

 

En definitiva, el juego de DigixArt es una opción totalmente recomendable tanto para los amantes del género como para los que estén iniciándose en él. Se nota claramente sus inicios como juego para móviles, ya que el sistema táctil le viene como anillo al dedo a Nintendo Switch — siendo menos satisfactorio el control con botones —. Nos mantendrá pegados a la pantalla un número considerable de horas en función de si nos planteamos el reto de obtener los rangos más elevados en cada escenario y en cada dificultad. La única pega que he podido encontrarle es que me hubiera gustado disfrutar de un repertorio musical más amplio, con mayor variedad de estilos musicales y mayor número de canciones, que entiendo que es algo complicado en una propuesta que pone en juego una carga narrativa y unos escenarios alejados de la normalidad en el género. El juego se puede encontrar actualmente también para PC en Steam.

Nota: como curiosidad, el juego presentaba un bug en su versión en castellano que suponía que algunos escenarios apareciesen «rotos» y que me obligó a jugar parte en inglés. Este contratiempo está actualmente solucionado.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Playdius.