Cuando fue anunciado el primer Party hard, a muchos nos chocó su temática: controlábamos a un psicópata cuyo objetivo era colarse en fiestas y asesinar a todo el mundo, sin embargo su propuesta cuajó y supo ganarse un hueco en el mercado. Ahora, Tinybuild y Pinokl Games nos traen Party hard 2, la secuela de dicho juego en el que la matanza continúa, llegando ahora a todas las consolas.
Han pasado años desde los eventos del primer juego y Darius -Tambien conocido como «el asesino Party hard»– fue detenido y puesto bajo tratamiento psiquiátrico. Ahora su terapeuta, la doctora McBride, acude a un programa de televisión a hablar sobre su paciente y las motivaciones que le llevaron a hacer lo que hizo. A través de una serie de niveles basados en flashbacks, rememoramos algunos de los asesinatos que llevó a cabo antes de su gran entrevista en público.
En Party Hard 2 volvemos a encontrarnos una premisa muy similar a la del primer juego: nuestro objetivo es colarnos en fiestas y provocar una escabechina de las buenas, al tiempo que vamos avanzando en la historia y descubriendo más cosas sobre nuestro protagonista. Para ello, disponemos de la ayuda de nuestro fiel cuchillo, así como diferentes elementos que nos encontraremos por el escenario y que nos servirán para crear trampas y asesinatos a gran escala.
Sin embargo, hay algunas diferencias importantes respecto a la primera entrega. Lo que más llama la atención de primeras es el renovado motor gráfico, que ahora pasa ser en 3D con modelos 2D. Lo cierto es que luce de maravillas gracias a dicho contraste y a su sistema de iluminación dinámica que le dotan de cierto realismo. Además hay varios guiños a la cultura popular, como por ejemplo personas disfrazadas de personajes famosos o la aparición de cierto robot cinematográfico que aparece con la única misión de matar a nuestro yo del pasado y cambiar el futuro, quizás os suene de algo…….
Otra de las grandes diferencias es que mientras que en el juego original debíamos matar obligatoriamente a todos los asistentes para avanzar, ahora tenemos disponibles una serie de objetivos diferentes que podemos cumplir para completar el nivel de distintas maneras. Por ejemplo, podremos hacernos pasar por miembro de seguridad para poder recorrer el lugar libremente o matar solamente a los cabecillas del grupo, aunque si nuestro estilo es el caos todavía sigue ahí la opción de poder matar a todos.
Como mencionamos anteriormente, además de acuchillar a todo el mundo al estilo salvaje también podemos crear trampas que maten a gran escala, por ejemplo rociar un bidón de gasolina en medio de la sala y luego lanzar un mechero encendido desde lejos o manipular elementos electrónicos para que exploten. Sea como sea, el sigilo será totalmente necesario, ya que si alguien nos ve haciendo algo raro avisará a la policía y es prácticamente imposible librarse de ella. El problema es que no hay ningún indicador visual ni nada que nos diga en qué momento nos pueden ver los asistentes, así que hasta el mismo momento de la muerte no sabremos si alguien nos miraba o no, con su consiguiente huida.
Nuestro protagonista Darius dispone ahora de algunas habilidades nuevas que le ayudarán en su tarea. La primera es el modo fiestavisión, con el cual nos aparecerán resaltados los objetivos principales a eliminar, así como los objetos consumibles que podríamos haber pasado por alto. También contamos con el modo multi-asesinato, en el que si pulsamos el botón correspondiente aparecerá un radio de acción que se va haciendo cada vez más grande y podremos eliminar de un solo golpe a todas las personas que se encuentren en su interior. Por supuesto la opción de ocultar los cuerpos y deshacernos de los cadáveres también está disponible.
Hablando en concreto sobre la versión de Playstation 4, que es a la que hemos jugado, se trata de un port directo de la versión de PC. Esto quiere decir que no añade nada nuevo ni tampoco se resta nada, tratándose de uno de esos juegos que prácticamente se juega igual en cualquier plataforma. El manejo con el Dualshock 4 es bastante correcto y tampoco hemos apreciado ningún input lag ni nada por el estilo, aunque la combinación de botones se puede llegar a hacer un poco confusa a veces, en especial cuando necesitamos matar y esconder el cadáver rápidamente.
Hay que tener en cuenta que estamos ante un juego difícil, a veces por defectos del propio juego y otras por nuestros propios errores, pero os aseguro que tendremos que reiniciar el nivel varias veces hasta pillar la mecánica y el modus operandi que más nos convenga. También hay que decir que la paciencia es obligatoria en este juego, si somos unos impacientes que queremos acabar con todos cuanto antes lo más probable es que acabemos detenidos, pero también puede llegar a ser desesperante esperar a que nuestro objetivo se quede solo y no haya testigos a la vista para poder actuar, el juego no termina de encontrar ese equilibrio entre los dos extremos.
Sin embargo, para facilitarnos las cosas en esta versión también contaremos con tendremos la opción de jugar en modo cooperativo local, donde podremos encarnar cada uno a un asesino diferente y jugar simultáneamente en el mismo escenario. Aparte de Darius, podremos desbloquear a otros tres asesinos más, cada uno con sus propias características y habilidades diferentes para darle un poco más de variedad jugable. Para poder utilizarlos, tendremos que ir acumulando una serie de muertes según nuestra manera de jugar: criminal, anárquico, sigiloso y místico, los cuales nos permiten desbloquear tanto nuevas armas como más personajes.
Sobre el apartado de sonido, la verdad es que no podría ser mejor: el juego está plagado de temazos synthwave compuestos por Richard Rossa, Internet Sushi y Ressa Schwarzwald que aumenta todavía más la ambientación fiestera. A pesar de que el doblaje está en inglés y se limita a las escenas cinemáticas, éste cumple sin más, sin demasiadas florituras, aunque por supuesto tendremos traducción al castellano. Los efectos son un poco más pobres si cabe, limitándose a pitidos de eventos completados o a sonidos de nuestros golpes que apenas se escuchan.
En resumen, Party Hard 2 mejora en todo en su predecesor, sabiendo reinventarse como secuela pero sin abandonar su esencia y eso se agradece. Su dificultad y su repetitividad en ciertos momentos puede llegar a desesperar, así como la falta de información visual respecto a lo que nos rodea. La historia, aunque interesante, pierde fuelle respecto a la primera entrega y se hace obvia a medida que avanza. Esperemos que haya una tercera entrega aún más grande y resuelva los errores que tiene esta continuación.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Tinybuild