La franquicia Pokémon es un fenómeno colosal. Conquistó a varias generaciones en sus inicios y ha seguido haciendo lo propio con el paso del tiempo con todo tipo de jugadores. A mis 6 años recibí el mejor regalo de mi vida (y que dudo que alguna vez sea superado): la GameBoy Color con el Pokémon Amarillo. Desde sus inicios, la saga inundó los patios del colegio y la plaza del pueblo. Mi infancia está completamente ligada a estos juegos de rol tan adictivos, con una fórmula simple pero efectiva que ofrecía una infinidad de contenido. Madurar y convertirse en adolescente conllevaba ideas tan precipitadas como huir de cualquier tipo de estética infantil, abandonando la saga tras su tercera generación para dar paso a otro tipo de videojuegos y aficiones. Sin embargo, los títulos de Game Freak no tardarían en cruzarse en mi camino para atraparme de nuevo. La erupción de los smartphones me pilló en bachillerato, donde descubrimos que habían emuladores de la GameBoy que nos permitían engancharnos de nuevo a los mundos de Kanto y Johto. Unos años más tarde, llegó Pokémon Go, un catalizador para traer de vuelta a la saga a antiguos fans y también una expansión hacia aquellos jugadores que aún no se habían adentrado en la franquicia.

Los juegos principales de la saga se han caracterizado por la accesibilidad de sus mecánicas y por la simplificación del género RPG. De esta forma, su público potencial ha sido enorme y siempre han contado con muchos jugadores que no son asiduos al género o que ni siquiera usaban sus consolas portátiles más allá de jugar a la edición de turno de Pokémon. El núcleo de la jugabilidad ha permanecido intacto desde el lanzamiento de Rojo y Azul: una aventura con una meta clara, donde abandonamos nuestra tierra natal para adentrarnos en el mundo de los Pokémon, atraparlos a todos y formar un equipo competitivo para obtener las ocho medallas y ganar la liga Pokémon. En esta primera generación, los primeros gimnasios muestran la importancia de los tipos de Pokémon y cómo se vuelven más fuertes al evolucionarlos. Los siguientes muestran la utilidad de los ataques que provocan estados alterados y/o modifican las estadísticas de combate. Finalmente, las batallas de los últimos gimnasios ofrecen algunos de los movimientos más poderosos del juego, que deberemos conocer para hacer frente al Alto Mando. Es un diseño que ofrece una experiencia adictiva, ya que la progresión es constante y la dificultad es baja sin perder de vista las nuevas capas de profundidad que aparecen en cada etapa del juego. Junto a esta experiencia se une el “¡Hazte con todos!”, donde el manido coleccionismo de los videojuegos que implica la búsqueda de cientos de objetos estériles que rara vez aportan algo al protagonista, a la historia o a nosotros mismos, se ve sustituido por la caza de los 151 Pokémon para completar la Pokédex. Atrapar a todas las diferentes especies que pueblan Kanto se convierte en una tarea tremendamente satisfactoria frente al tedio que suelen generar los coleccionables. Un reto que además resulta variado al tener que explorar todos los rincones de la región, adentrarse en ciertas mazmorras, subir de nivel a los Pokémon, conseguir piedras evolutivas o incluso conectar con la consola de un amigo para intercambiar Pokémon exclusivos de cada edición. Todo surgió gracias a la afición de recolectar insectos de Satoshi Tajiri (el creador de la saga), quien buscó transmitir en sus videojuegos aquellas sensaciones de descubrir y capturar a criaturas salvajes.

Pokémon Let’s Go es una apuesta por conquistar a nuevos jugadores que aún no se habían adentrado en el modelo RPG de la franquicia y por reconquistar a aquellos que la habían abandonado mediante el poder de la nostalgia. De nuevo, Game Freak toma la accesibilidad como bandera, acudiendo a la primera generación, la más intuitiva y reconocible. Se trata de un remake de Pokémon Amarillo, donde aparte de la evidente actualización gráfica, el sistema de combate se ha simplificado en comparación a las últimas generaciones y se ha cambiado por completo el sistema de capturar Pokémon. Unas modificaciones que buscan mayor dinamismo frente a las entregas clásicas de la saga y un entretenimiento apto para cualquier tipo de público, incluido el aficionado tradicional.

Las novedades pueden parecer poco atractivas a simple vista para los jugadores habituales. Sin embargo, es muy probable que esta entrega marque algunas de las pautas del futuro de la saga, como el hecho de que los encuentros aleatorios con Pokémon salvajes son por fin cosa del pasado. Esta vez, sus modelos en 3D aparecen entre las hierbas, caminando tranquilamente hasta que movemos nuestro avatar hacia ellos. Una mecánica que es ya habitual en el género, pero probablemente no se haya visto hasta ahora a causa de las limitaciones técnicas de las anteriores consolas portátiles de Nintendo. La escena que sigue a continuación es un sistema de captura calcado al de Pokémon Go, eliminando el tradicional método de combatir a los Pokémon para debilitarlos y aprovechar su baja vitalidad para atraparlos. En lugar de usar la tecnología táctil, se utiliza el sistema de movimiento de los joycon, simulando el lanzamiento de una pokéball. Si jugamos con la Switch en modo portátil es más sencillo, teniendo que mover la consola para enfocar la cámara hacia nuestro objetivo y pulsando un botón para lanzar la pokéball. Nuestro equipo al completo obtiene experiencia por cada captura y esta cantidad depende del tipo de lanzamiento, del tamaño del Pokémon y de la racha de capturas de una misma clase. Esta propuesta puede parecer un añadido accesorio para atraer al público del juego para móviles, pero lo cierto es que añade más ritmo a la aventura y elimina una mecánica que no solo es aburrida, sino que además resulta arcaica. Echando la vista atrás hacia los juegos principales de la saga, entrenar a tu equipo mediante enfrentamientos contra Pokémon salvajes es una tarea bastante pesada y claramente el peor momento del juego. Reducir el grindeo o hacerlo más fácil no tiene por qué alterar la dificultad general de un videojuego. Más bien, estamos ante una actualización de la saga a una época que requiere un entretenimiento más ágil y directo.

Es en otros aspectos de Pokémon Let’s Go donde se evidencia la reducción de dificultad respecto a los juegos originales. Es cierto que la saga nunca ha sido un reto complicado, pero precisamente es un defecto del que siempre se ha hablado. Por tanto, acentuarlo no es un solo un problema en sí mismo, sino que además ignora las peticiones de toda una comunidad. En el sistema de combate, se han eliminado las habilidades y los objetos equipados, aunque al menos aparecen muchos movimientos que no estaban en los juegos originales de la primera generación. Frente a la cuidada sensación de progresión y tutoriales invisibles que ofrecen los gimnasios de Kanto, se han colocado NPCs que nos chivan los retos que nos esperan y encima nos ofrecen su respectiva solución, siendo su diálogo el extracto de una guía para evitar que nos atasquemos en el juego. Incluso algunos de ellos nos dan raciones de objetos para que todo sea todavía más fácil. Los medios que utilizamos en nuestro equipo también están descaradamente a nuestro favor, tanto el Pokémon inicial (sea Pikachu o Eevee) como los tres iniciales originales que obtenemos de forma gratuita en las primeras ciudades (Charmander, Squirtle y Bulbasaur, ya desde la tercera cuidad tendremos un equipo equilibrado con muchos tipos de ataque y con lo mejor de cada clase) cuentan con unas estadísticas absurdamente perfectas. Por si esta ventaja no fuese suficiente, al atrapar Pokémon nos dan caramelos que sirven para mejorar los atributos de nuestro equipo, provocando que sus estadísticas estén todavía más rotas respecto a los rivales que tenemos que combatir. En mi partida, puse la condición de no usar a estos cuatro Pokémon ni aplicar las mejoras de los caramelos con tal de añadir emoción a la hora de crear mi equipo y de que encontrar miembros con buenas estadísticas fuese un desafío mínimamente elaborado. No soy amigo de imponer reglas externas para solucionar fallos graves de diseño, pero en esta ocasión no queda más remedio.

Pero la cuestión que de verdad surge al analizar Pokémon Let’s Go es por qué volver a Kanto. Apelar a la nostalgia y al mundo más conocido de la saga es un argumento flojo sin otras pretensiones más allá de lo comercial. Se trata de la primera generación y por tanto partimos de una base que ofrece el mapa más limitado y simple de la franquicia. En 2004 ya vivimos el remake de Kanto con las ediciones Rojo Fuego y Verde Hoja. Una adaptación necesaria a causa de los múltiples errores de Rojo y Azul, desde fallos de programación hasta graves problemas con el balanceo de las estadísticas de combate y los tipos de Pokémon. Los cambios que ofrece esta nueva entrega se antojan insuficientes a la hora de crear una nueva línea de juegos en la saga y todo parece indicar que son un campo de pruebas de cara la nueva generación. Otros añadidos que sí resultan interesantes y mejoran la experiencia, como las monturas y el uso de MOs como técnicas externas al combate, ya habían aparecido en la sexta y séptima generación. También hay diferencias respecto al contenido del juego una vez se termina la historia principal: aparte de las clásicas revanchas contra líderes de gimnasio y el Alto Mando, podremos retar a entrenadores míticos de la saga como Rojo, Azul o Verde y combatir a los entrenadores maestros, enfrentamientos de 1vs1 donde debemos usar el mismo Pokémon que el rival, habiendo uno para los 153 Pokémon diferentes del juego. Por desgracia, el contenido extra termina aquí y de nuevo acudimos a Rojo Fuego y Verde Hoja: en esta ocasión, Game Freak nos obsequió con un nuevo archipiélago para explorar, donde se encontraban más retos por superar, la posibilidad de atrapar a Pokémon de las regiones de Johton y Hoenn y la inclusión de una torre de batalla.

La necesidad de Pokémon Let’s Go se basa, en teoría, en la búsqueda de un nuevo público para incrementar todavía más el tamaño de su comunidad. De ahí su obsesión por la accesibilidad y su conexión con Pokémon Go. Es cierto que, por sencillos que parezcan los títulos de Game Freak, hoy en día un usuario que quiera aventurarse con un nuevo Pokémon se va a enfrentar a más de 700 criaturas diferentes con centenares de ataques y habilidades, más naturalezas, efectos climáticos, objetos equipados, etc. Su sistema de combate no es especialmente complejo y encima los enfrentamientos contra la IA suelen ser fáciles, pero no es lo mismo experimentar sus nuevas capas de profundidad de forma progresiva que de golpe. Hacer una pequeña parada en el camino y volver a enseñar su primer mundo no suena del todo mal. La duda que me surge es si de verdad este proyecto va a alcanzar dichas metas o, por el contrario, sus ventas se van a basar exclusivamente en la nostalgia y las ansias por disfrutar de una nueva entrega de la saga. Muchas franquicias tradicionales vuelcan sus esfuerzos en simplificar sus conceptos y mecánicas para apelar a una mayor audiencia. El problema reside en la verdadera existencia de este público potencial. Los juegos de móviles triunfan porque son gratuitos y están disponible en dispositivos que todo el mundo tiene. Una consola como la Nintendo Switch ya tiene la barrera de entrada en su precio, además de que en este caso el software también es de pago. La gente puede cambiar de aficiones y gustos. Hay personas adultas que, sin importar su edad, descubren un nuevo deporte, se ponen a ver series o se apasionan por la lectura. Lo que sigo sin ver es a ese consumidor que de la noche a la mañana sitúa a los videojuegos como su hobby principal y comienza a devorar grandes lanzamientos de géneros tradicionales como el RPG en sistemas de juego convencionales, ya sea en la propia Switch o en el resto de plataformas actuales. Cuando has conseguido conquistar a otro tipo de público (Wii y DS), ha sido mediante juegos distintos y en un escenario donde aún no habían llegado las tablets y los smartphones. Centrarse en híbridos como Pokémon Let’s Go está más cerca de quedarse en tierra de nadie que de convertirse en un fenómeno de masas.

Sí que compro la idea de acercarse a las nuevas generaciones de jugadores, que reclaman experiencias más directas. Es por ello por lo que es tan importante reducir o eliminar las mecánicas más tediosas de la saga, que el farmeo no sea tan aburrido y que el desarrollo del juego sea más dinámico. El nuevo sistema de capturas y el uso de las MOs son algunas de las grandes decisiones que construyen una notable actualización de la saga y no sería de extrañar que se mantuviesen en los próximos juegos. Aun así, las numerosas facilidades que ofrece Pokémon Let’s Go siguen chirriando. Hay una obsesión por parte de Game Freak de guiar al jugador que llega a ser enfermiza. Nos da los mejores recursos para superar los retos, nos advierte de cualquier tipo de peligro o imprevisto que pueda aparecer y nos chiva los secretos para superarlos. Hasta la narrativa está hecha con esa intención, con un rival que deja de serlo como tal para ofrecer a cambio una relación exageradamente dulcificada que elimina la épica con la que vivíamos en su momento estos duelos. Por nuevo o joven que sea el jugador, no es necesario avisarle de que el agua vence a la roca, de llegar a obligarle a tener un Pokémon efectivo antes de entrar al gimnasio. El ensayo y el error no es un procedimiento traumático o frustrante, no al menos de la forma en la que aparece en la saga Pokémon. Unos juegos que se han caracterizado por ofrecer tutoriales invisibles y vías alternativas para superar sus obstáculos, dejando lugar a la experimentación, que deriva en el sentimiento típico de satisfacción que caracteriza al género RPG.

Las intenciones del nuevo título de Game Freak quizás salen a la luz cuando descubrimos la conexión con Pokémon Go. La Zona Safari de Ciudad Fucsia aparece sustituida en este remake por el Pokémon Go Park, un espacio que sirve para conectarnos con nuestra cuenta del juego de móviles para transferir Pokémon. Es muy útil para conseguir aquellos Pokémon exclusivos de la edición que no tenemos sin necesidad de buscar un amigo con el que intercambiarlos, pero sobre todo es la única forma de completar la Pokédex, ya que Meltan y Melmetal solo se pueden conseguir a través de Pokémon Go. Es muy probable que muchos jugadores se encuentren en la situación de desempolvar un juego móvil que no volvieron a tocar una vez se terminó aquella fiebre veraniega. Cuando lo hagan, se encontrarán con un título que ha evolucionado una barbaridad desde su lanzamiento y que engancha fácilmente. También verán su contenido de pago. En el videojuego actual, un producto con micro transacciones genera muchísimo más dinero que el software normal y corriente como el Pokémon Let’s Go que nos ocupa. Por tanto, no es de extrañar que Nintendo se haya preocupado por seguir promocionando su proyecto para móviles, hasta el punto de que ofrezcan contenido exclusivo que sea necesario para completar los juegos de consolas. Lo cierto es que Pokémon Let’s Go está bastante más cerca de llevar a sus jugadores hacia el mundo de las micro transacciones que el de llevar a los asiduos de Pokémon Go hacia los RPG tradicionales.

Es innegable que la fórmula sigue funcionando, siendo Pokémon Let’s Go una propuesta adictiva como pocas. Sus cambios que atentan contra la mismísima columna vertebral de la saga pueden no ser del gusto de todos, especialmente en un primer contacto. Con todo, forman parte de la inevitable y necesaria evolución de la franquicia, combinando mecánicas tan clásicas como el combate por turnos con otras más contemporáneas y dinámicas. Un interesante viaje nostálgico para muchos y quizás una puerta de entrada a un RPG clave de los videojuegos. Sus dilemas no son solo los excesos a la hora de simplificar el género o que no existan reclamos de interés para los seguidores aparte del fanservice, sino más bien que se trata de un producto que satisface casi exclusivamente las necesidades de Nintendo. Sin duda cualquiera va a divertirse durante decenas de horas con Pokémon Let’sGo, pero viendo el feedback gratuito que supone para la llegada del verdadero RPG de Pokémon en 2019 y la promoción hacia Pokémon Go, ellos están disfrutando la experiencia mucho más que nosotros.