Radiant Silvergun es un título que, por méritos propios, se ha ganado un puesto en el Olimpo del género shoot ‘em up. Desarrollado por Treasure, una mítica desarrolladora japonesa prácticamente desaparecida -en la actualidad cuenta con menos de 10 empleados-, el juego hizo su debut en 1998 en los salones recreativos usando la placa ST-V, basada en la arquitectura de Sega Saturn. Su combinación de mecánicas muy poco comunes en el género, sus gráficos impresionantes para la época y una banda sonora épica lo convirtieron en uno de los juegos más solicitados de los salones recreativos japoneses. Como no podía ser de otra forma y gracias a la similitud del hardware, Sega Saturn recibió una versión del juego un par de meses más tarde, aunque la disponibilidad del título fue bastante limitada -ni siquiera fue lanzado fuera de Japón- y alcanzó un estatus de culto rápidamente. Varios años más tarde el título fue llevado a la Xbox 360 a través del servicio Xbox Live Arcade y, finalmente, en 2022, Radiant Silvergun llegó a la Nintendo Switch, con una versión basada en la de la máquina de Microsoft.
La versión de Sega Saturn, además de incluir el modo Arcade, similar al de la placa recreativa, también añadía el llamado Modo Saturn -renombrado a Story en versiones posteriores-, que añadía un muy atípico modo historia que gozaba de una narrativa más desarrollada que de costumbre en otros títulos del género y una estructura, en principio, confusa por el desorden en los niveles. Este desorden se acaba explicando argumentalmente como flashbacks y flashforwards en la historia, y nos parece una genialidad que solo podría haber salido de las mentes de Treasure cuando finalmente llegamos a comprender el mensaje que el juego nos quiere transmitir.
Este nuevo modo historia de la versión de Sega Saturn permitía salvar partida para guardar la mejora de las armas y poder comenzar cada partida mejor preparado -como si de un roguelike se tratase- y, además, contaba con vídeos de estilo anime y diálogos para desarrollar la trama. El argumento de Radiant Silvergun nos sitúa en un futuro distópico en el año 2520, donde un cristal gigante de origen desconocido acaba con toda la población de la Tierra. Como uno de los cuatro últimos sobrevivientes, usaremos un caza Silvergun para hacer frente al ejército de enemigos desplegado por el cristal gigante y descubrir la verdad detrás de los sucesos acontecidos.
En su origen, Radiant Silvergun sorprendió al mundillo de los shoot ‘em ups por su propuesta poco convencional: un variado sistema de armas siempre disponibles en lugar de los tradicionales power-ups establecidos por franquicias clásicas como R-Type, Gradius o Darius. Ya no debíamos recoger armas al azar, sino que contábamos con un arsenal de siete armas distintas -seis tipos de disparo y una espada cuerpo a cuerpo que puede hacer un ataque especial- que mejoraban su potencia con el uso. Esta mecánica no solo ofrecía una profundidad estratégica bastante avanzada, ya que la elección del arma adecuada para cada enemigo y cada situación era indispensable, sino que venía acompañada de un complejo sistema de puntuación basado en cadenas de colores. Este sistema consistía en eliminar cadenas de enemigos de un mismo color -los enemigos podían ser azules, rojos o amarillos- para que la puntuación subiera como la espuma.
El juego también destacó por sus gráficos, que, mezclando fondos poligonales con los sprites de los enemigos y nuestras naves, tenían una identidad visual única. Los efectos de partículas, las explosiones y el diseño de los jefes eran impresionantes y estaban muy bien trabajados, y la música de Hitoshi Sakimoto aportaba una atmósfera épica que complementaba a la perfección la acción frenética en pantalla. Pero si algo destacaba sobre todas las cosas era su dificultad. Radiant Silvergun no era un juego fácil ni accesible en un primer momento. Como era típico en otros títulos de Treasure, el reto era una parte fundamental de la experiencia. La curva de aprendizaje estaba muy acentuada, pero no era injusta, sobre todo cuando comenzábamos a dominar el sistema de armamento y cuando aprendíamos los patrones de los enemigos e incluso de los escenarios, que en muchas ocasiones actuaban como auténticos puzles.
La versión de Nintendo Switch que nos ocupa está basada en la de Xbox Live Arcade de Xbox 360, con las mismas mejoras que esta versión ya introdujo en su día respecto a la versión de Sega Saturn, y los filtros, retoques gráficos y de interfaz para adaptar el juego de Sega Saturn a la alta definición. Quizá lo más interesante, además de los cinco modos de dificultad, el multijugador local o las tablas de récords online para enfrentarnos a otros jugadores, sea el modo Ikaruga, que adapta el juego al sistema que utiliza la secuela espiritual de Radiant Silvergun. Por supuesto, podremos jugar también en el modo portátil de la consola, donde la experiencia gana enteros por su portabilidad, aunque para nuestro gusto, con el mando Pro Controller de Nintendo es como más partido se le puede sacar al juego.
En resumen, Radiant Silvergun para Nintendo Switch es una versión muy competente del clásico de finales de los años 90 -aunque realmente este basado en la versión para Xbox 360-. A pesar de que no incluye nuevo contenido específico, esta edición es perfecta para que tanto los jugadores nuevos como los veteranos puedan disfrutar de un shoot ‘em up desafiante y profundo como pocos. La jugabilidad, el sistema de armas, el apartado visual y la música siguen siendo sus puntos fuertes, y la versión para Switch lo hace más accesible que nunca, algo que este título sin duda se merece. Si sois fan de los matamarcianos frenéticos y os gustan los retos, Radiant Silvergun es un título indispensable para vuestra colección. Además, gracias a Clear River y RaLight Solutions, podemos disfrutar de este título en una edición física para Nintendo Switch en nuestro país a un precio realmente competitivo que no deberíais dejar escapar.