¡Agarra tu tabla, oh Skater del Infierno, porque tu misma alma depende de ello! Skate Story es un viaje frenético, gozoso y monstruoso con un monopatín a nuestros pies, con el Diablo jugando a los dados una vez más. No hay mejor forma de empezar esta entrada y de resumir muy rápidamente lo que este tremendamente intenso título nos plantea. Tras años de desarrollo, momentos de incertidumbre y hasta silencio -muy irónico cuando el sonido es una parte vital del viaje y la experiencia-, otra empresa casi-unipersonal llega a su culmen de una manera muy acertada. La primera gran obra de Sam Eng llega por fin a nosotros en unas fechas incluso… especiales.

Sin duda la génesis de una experiencia tan brutalmente especial merece más espacio del que aquí dedicaremos. El desarrollador independiente Sam Eng busca transmitir experiencias que las palabras parecen no poder expresar. Y en 2018 lanzó en Nintendo Switch el también poco convencional Zarvot. Un juego de cubos con sentimientos, en cuyo modo historia proponía que dos cubos hicieran un viaje para alegrarle el cumpleaños a un amigo. Pero es que tenía multiplayer donde proponían batallas asesinas entre cubos. Vale… El juego tiene página en Steam donde indica que es de 2018, pero sigue sin lanzarse para PC. Y ojalá lo haga.
El caso es que su inquietud le llevó a su siguiente trabajo, este Skate Story del que ahora estáis leyendo. Una manera de combinar historia de viaje, fábula mefistotélica, experiencia sensorial, habilidad al pad, música como parte de la narración, y un diseño global que se salía de la media incluso para las maravillosas locuras que los autores independientes saben ofrecer. Pues para la música se arropa por la banda indie experimental neoyorkina Blood Cultures, con el artista John Flo, o J Flo, también implicado. No conocía ni a unos ni al otro, pero a partir de ahora no se me pasarán por alto.
Y no sorprende que un proyecto tan especial venga arropado por Devolver Digital. Encima, con el productor español, Juan de la Torre. Bien, queda dicho que Skate Story es un juego muy particular y hasta ecléctico. Vamos a ver qué ofrece.

Nuestro protagonista es un demonio hecho de cristal y dolor, atrapado en el infierno y que busca liberar su alma de tan clásico contrato con el Diablo. El Ángel Caído y Señor de las Mentiras le propone un viaje hasta la luna, prometiendo que si la devora, recuperará su preciada alma. Pero hay letra pequeña, siempre la hay.
Y tras descubrirla al completar la introducción del juego, nos embarcamos en un inclasificable viaje para devorar siete lunas. Si lo logramos, seremos libres, claro, por supuesto. Pero no estamos para cuestionar nuestra tarea, no al menos de manera activa. ‘Skate of Die’ que rezaba aquel videojuego hace casi cuarenta años. Y lo haremos, el movernos con una tabla al menos, porque nuestros incalculables accidentes y roturas de nuestro pristino cuerpo no acabarán con nuestra vida.
Este viaje por el infierno mezcla delirios visuales desmedidos con cotidaneidad de una forma que un Suda51 primigenio envidiaría, mucho más hoy día. Los nueve capítulos principales proponen una mezcla de jugabilidad y narrativa apasionante. Tenemos escenarios abiertos donde cumplir misiones, ‘hablar’ con almas atrapadas en el infierno, o simplemente, skatear por el placer y la ambición de sacar puntos. Hay una tienda para conseguir complementos, poner pegatinas y diseños a nuestra tabla…
Pero la rabiosa jugabilidad de Skate Story nos propone un manejo de nuestra tabla con ruedas concienzudo y llenito de movimientos y trucos.

El manejo de nuestro demonio de cristal y dolor será relativamente familiar a quienes conozcan un poco los juegos de skate, pero no es para nada necesario hacerlo para disfrutar de esta intensa experiencia. Movimientos y trucos básicos, el stick izquierdo permite que vayamos a cuatro ruedas o a dos al usar sus direcciones. Y los botones traseros y gatillos nos permiten trucos combinados con el botón de salto, o el olie como realmente es.
Podremos hacer mucho, cada vez más, y progresaremos de manera orgánica en ello. No se pedirá una gran habilidad para culminar nuestra aventura, pero si la tenemos, o la adquirimos gracias a esa excelente progresión, seremos mejores a la hora de cumplir objetivos. O sencillamente, sacando ‘puntos/almas’ por saltar alcantarillas, grindear en cualquier cosa que tenga un borde afilado, explorar los escenarios y sacar más de lo que pensamos, aunque también podemos quedarnos en lo básico.
Como no, tenemos ofensiva. Estamos en el infierno, ¿que podíamos esperar? Pero no hablamos de luchar y matar indiscriminadamente, sino de conectar combos de trucos variados que serán más efectivos cuanto más creativos seamos, frente a repetir los mismos movimientos una y otra vez. Sí, Skate Story nos pedirá bastante de nosotros, pero está hecho para que podamos dárselo, e ir más allá si somos unos ases del mando.
También habrá unos útiles monolitos que nos permitirán recordar de forma práctica lo aprendido, echando unos ratos agradables. Ah, sí, podemos bajarnos de la tabla de forma voluntaria pulsando un simple botón y caminando como en cualquier juego clásico en tercera persona, aunque a veces se nos pueda pasar por el excelente control y posibilidades que ofrece el juego.

La progresión de la historia ya es más complicada de calibrar. Genial por parte de quien escribe estas palabras. Pasa que cambiar de una luna de sangre donde debemos lucirnos a contrareloj contra ella, so pena de empezar el ‘combate’ desde el comienzo, pasa luego a un episodio donde debemos… lavar y secar las prendas del mismo Diablo.
Momentos de correr como un descosido, de combinar esas carreras con trucos para sacar más puntos, que por parte del juego nos servirán para comprar más cosméticos, y por la nuestra para disfrutar más y ponernos más a prueba por esa jugabilidad tan fluida que tiene Skate Story. También, momentos narrativos más calmados e igualmente extraños, es lo suyo.
Esos mundos, esas capas del infierno, ese diseño visual bien poderoso… hay músculo para mover el juego que redunda en su formidable apartado artístico. No por nada, Skate Story aparece solo en sistemas de nueva generación. Pues todo esto no valdría la mitad sin la increíble parte musical, imposible de transmitir con todo lo explicado, y que solo puedo intentar espejar a cosas como el Rez de Tetsuya Mizuguchi y SEGA, y los inabarcables ejemplos de esta combinación durante tantos años. No es para nada un genial acompañamiento y potenciador, es parte necesaria de la experiencia de Skate Story.

Sin duda cabe pensar que hay mucha subjetividad en este análisis, más de la habitual en este formato. Pero justamente porque este ‘escritor’ tan cercano a cumplir los cincuenta ha encontrado tan estimulante la experiencia de Skate Story, en lo visual, narrativo, jugable y lo auditivo, cuando el a veces denostado término ‘música industrial’ -como si no lo fuera la gran mayoría… – no es lo mío.
Montemos entonces en nuestra tabla infernal durante 6-10 horas, o algo más también, y no solo nos dejaremos llevar, sino que seremos parte activa. A veces en momentos tan intensos que nos harán desear seis dedos en cada mano, que el juego te deja la opción de salir al terminar cada capítulo, o si nada más queremos unos ratos disfrutando de sensaciones jugables en esos escenarios abiertos donde conseguir puntos de manera enfermiza.
