Las aventuras gráficas nunca han pasado de moda. Es uno de esos géneros clásicos que nunca ha dejado de darnos joyas. Quizás pasan más desapercibidas frente a juegos de corte más directo, pero siempre habrá una minoría fiel. Esas personas pausadas, a la que les gusta observar el entorno, mirar en su bolsa, y decidir cuál es el siguiente paso lógico. En el año de Cyberpunk 2077, VirtuaVerse viene para cubrir ese espectro. Ya hemos tenido otras aventuras con esta temática –Gemini Rue o Technobabylon, por nombrar un par realmente buenas-, pero siempre se agradecen, sobre todo tan cerca del anteriormente nombrado.

VirtuaVerse es una aventura gráfica de point and click clásica, ambientada en un futuro próximo. El proyecto nos viene de la mano de Theta Division, que son novatos. Sinceramente, este es un título que  he seguido desde hace bastante, y no es por el desarrollador en este caso, sino por el editor. Blood Music desde luego no es el típico editor, por lo que podéis adivinar de su nombre. Editores de black metal y synthwave, mi interés por el segundo y la sorpresa del anuncio del juego me hizo empezar a seguir el desarrollo. 

El juego nos enfrenta a una de las temáticas que más típicas de cualquier juego ciberpunk: el control de prácticamente todo por parte de una Inteligencia Artificial. Nuestro protagonista es uno de los pocos rebeldes que quedan no conectados a ese realidad aumentada. Su trabajo es modear hardware y es un aficionado a todo lo retro. Su nombre es Nathan, y nuestro juego empieza con la desaparición de Jay, su novia. Pero no todo es tan sencillo como parece, ya que también destroza su visor, y lo primero que tendrá que hacer, mientras busca a su novia, es repararlo. Pronto estaremos inmersos en un inesperado viaje donde nos las veremos con hackers y gente de esa calaña.

VirtuaVerse es un juego difícil, de la vieja escuela. No hay forma de buscar pistas, así que o descubres cual es el siguiente paso lógico o mirar una guía será el siguiente movimiento. Y no vale con prueba y error; VirtuaVerse se asegura de que tengas que pensar, ya que en los primeros quince minutos de juego tendremos en el inventario más de veinte objetos, además de tres zonas distintas para explorar. El juego incluso requiere backtracking en alguno de los momentos. No está claro con que se puede interactuar y con que no, así que explorar los escenarios es absolutamente necesario. 

Los puzles son difíciles, y he tenido que mirar guías más veces de las que quisiera o de las que me gustaría reconocer. Sin embargo, no diría que esos puzles son ilógicos o que están hechos así para frustrar al jugador -salvo en algunos casos contados-; creo que tienen un buen equilibrio, pero se trata de un título para los expertos en el género. El gran número de variables hace que sea un título duro para cualquiera que no jugué a estos títulos a menudo. Y sinceramente, también tiene algunos picos de dificultad que desesperarán al más audaz.

La historia me ha parecido bastante interesante, algo fundamental en este tipo de títulos. Creo que la premisa está demasiado vista, y tampoco aporta nada novedoso, pero la mezcla de situaciones con el maravilloso pixel art me ha convencido totalmente. El tema de la IAs «malvadas» o controladoras siempre me ha tirado bastante –Shadowrun: Dragonfall, te estoy mirando a ti- y este juego se apoya mucho en eso. Su temática de fondo es la lucha contra la opresión, algo siempre necesario.

Aunque el gameplay cumple los mínimos exigidos, sí que hay ciertas novedades presentes en otros juegos que no veremos en VirtuaVerse. Entiendo que la vieja escuela sea importante, pero creo que ciertas mejoras, como que el personaje sea capaz de correr, o que podamos avanzar rápidamente de una zona a otra, son fundamentales. Tener que avanzar lentamente de una zona a otra puede llegar a desesperar, sobre todo cuando lo que queremos es probar cosas y estamos bloqueados en algún puzzle. Esta restricción de movimientos solo penaliza al juego, no consigue nada más.

En el terreno visual estamos ante un juego precioso. Valenberg es el artista detrás del pixel art, y os puedo decir que tiene un nivel altísimo. Quizás para algunos el trazado sea demasiado ancho y esto dificulte el juego, pero a mí personalmente me ha gustado y mucho. Los colores utilizados definen perfectamente el entorno ciberpunk, y ciertas zonas me quitaron el hipo. Un trabajo maravilloso.

Lo último que quiero nombrar y que creo que se merece un párrafo es la música. MASTER BOOT RECORD -todo en mayúscula, así de importante es- llevaba trabajando con Blood Music, desde hace bastante tiempo, y aunque cuando el juego fue anunciado no sabía que la música fuera a ser exclusivamente suya, creo que el resultado final es extraordinario. MBR se centra en un estilo de música que une el metal con la música electrónica, siendo bastante característico. En este trabajo la electrónica está por encima, pero su toque no se ha perdido, y hay temas que son verdaderas joyas.

En resumen, VirtuaVerse es un título que gustará a muchos, pero que también se creará ciertos enemigos por su dificultad. En mi opinión, el juego apela a aquellos jugadores que buscan un reto, y no necesita de modos con pistas o algo parecido para triunfar. Visualmente precioso, con una banda sonora de calidad y una historia más que entretenida, está en vuestra mano jugar a o no a VirtuaVerse; pero no es un juego para débiles de mente.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Future Friends Games