Warhammer 40000: Space Marine – Master Crafted Edition es la nueva remasterización del juego que originalmente llegó en 2011 de la mano de Relic Entertainment, estudio conocido sobre todo por su trabajo en estrategia con títulos como Company of Heroes o Warhammer 40000: Dawn of War. La remasterización ha sido realizada por SneakyBox, y solo está disponible en PC y Xbox Series X|S, dejando fuera sorprendentemente a PlayStation 5, al menos por ahora. En su momento, Space Marine fue una pequeña rareza dentro del universo Warhammer 40000: un juego de acción en tercera persona que apostaba por el cuerpo a cuerpo brutal tanto como por el tiroteo clásico, y que conseguía destacar precisamente por esa mezcla directa y contundente de mecánicas. La buena fama de Space Marine propició una continuación que pudimos disfrutar el año pasado.
En lugar de ponernos en la piel de un comandante invisible manejando ejércitos como en Dawn of War, aquí encarnamos al Capitán Titus, un Ultramarine con más armadura que cuello, que llega al mundo forja de Graia asediado por los orkos. El argumento es sencillo, casi arquetípico: los enemigos han invadido el planeta, los refuerzos no pueden llegar, y nos toca a nosotros contener la amenaza dado el valor estratégico del planeta donde se fabrican los imponentes Titanes. Por supuesto, el conflicto no tarda en escalar, y lo que parecía una batalla contra pielesverdes se convierte pronto en algo mucho más grave, con la Inquisición de por medio y una presencia del Caos que complica aún más la situación.
La historia no es muy original sobre todo viendo la franquicia a la que pertenece, pero cumple con solvencia. Está bien escrita, tiene buen ritmo y se toma lo suficientemente en serio como para no caer en la parodia, pero tampoco se pierde en pretensiones. Lo que realmente importa aquí es la ambientación: ese ambiente industrial, oscuro y violento que tan bien representa el universo de Warhammer 40.000. Todo está cubierto de metal, engranajes, suciedad y sangre. Los orkos gritan sin parar, los marines suenan con contundencia como si cada paso pesara una tonelada, y la música sabe cuándo acompañar el combate y cuándo retirarse para dejar espacio a los cañonazos.
La gran baza de Space Marine en su lanzamiento fue su sistema de combate. A diferencia de otros shooters en tercera persona que por aquella época abundaban en la generación HD y que te obligan a cubrirte, aquí el juego te anima a avanzar, a lanzarte de cabeza contra las hordas enemigas. No hay coberturas automáticas ni regeneración de vida tradicional. En su lugar, obtienes salud ejecutando remates cuerpo a cuerpo. Esto crea un flujo muy particular, una especie de dinámica entre disparos y golpes, donde saber cuándo acercarte y cuándo retroceder marca la diferencia entre sobrevivir o morir.
El diseño de niveles es bastante lineal, pero está bien medido. Las arenas de combate son claras y amplias, con espacio para moverse, y cada nueva arma que conseguimos tiene su momento de utilidad. El bolter pesado, la espada sierra, el lanzador de plasma… todas las herramientas del arsenal se sienten potentes, y aunque el repertorio de enemigos no es especialmente amplio, sí es suficiente para mantener el interés durante las 6-8 horas que dura la campaña. Además, hay momentos puntuales con jetpack que, aunque limitados, rompen la rutina y aportan algo de variedad.
En su momento, el juego también incluía un modo multijugador bastante resultón, con partidas por equipos y progresión por clases. No era demasiado profundo, pero sí lo suficientemente sólido como para enganchar durante unas cuantas horas más, sobre todo gracias a la posibilidad de personalizar a nuestro marine. La buena noticia es que este modo vuelve incluido en esta nueva edición y con la opción de juego cruzado entre plataformas..
Y es aquí donde entra la Master Crafted Edition, una remasterización que pule el juego original con acierto. Lo primero que se nota es el trabajo visual. El juego funciona ahora a una resolución máxima de 4K y 60 frames por segundo, con texturas mejoradas, nuevos modelos en algunos personajes -como los orkos- y un lavado de cara general que, sin ser espectacular, sí le sienta muy bien. El aspecto visual original ya tenía carácter, pero esta revisión mejora la nitidez y el detalle sin perder esa estética sucia y pesada que define al universo de Warhammer 40.000. También hay mejoras en el audio, con efectos más nítidos, nuevas líneas de voz para los enemigos y un trabajo de remasterización que hace que todo suene más limpio y contundente.
En cuanto al control, hay cambios evidentes. Se han actualizado los esquemas de botones y la interfaz, con un nuevo selector de armas en forma de rueda que, si bien intenta ser más moderno, no termina de funcionar del todo bien. Es un poco engorroso cambiar de arma en mitad del caos por la disposición del acceso en el mando, y a veces cuesta encontrar el ritmo entre disparos y ataques cuerpo a cuerpo. No es un problema grave, pero sí algo que puede entorpecer en momentos de combate intenso. Por suerte, otros aspectos del control, como la sensibilidad y la respuesta general del mando, sí han mejorado.
Se incluyen además todos los contenidos adicionales lanzados en su momento: los modos multijugador y cooperativo, todos los DLC cosméticos, y el modo exterminatus, que ofrece un reto extra con oleadas de enemigos. El multijugador ahora cuenta con crossplay como ya hemos mencionado, lo cual facilita bastante encontrar partida, aunque es cierto que, al menos en los primeros días, la población online no ha sido especialmente alta.
En resumen, esta remasterización cumple con lo que promete sin muchos alardes, aunque ofreciendo las suficientes mejoras para captar nuestra atención. Recupera un juego que sigue siendo divertido, lo adapta con acierto a los tiempos que corren y lo empaqueta todo en una edición más completa y pulida. También hay que tener en cuenta que la jugabilidad puede llegar a resultar tosca para algunos usuarios más adaptados a controles más depurados y modernos -el juego sigue siendo hijo de su época-. Tiene sus fallos, claro -algunos bugs, sobre todo relacionados con clipping en esquinas y scripts que no se ejecutan cuando deben-, pero ninguno lo suficientemente grave como para empañar la experiencia. Y eso, hoy en día, ya es decir mucho.