En el mundo de los videojuegos estamos altamente acostumbrados a salvar el mundo, todo tipo de mundos, y por supuesto, también nuestro planeta. Pero ¿Y que tal afrontar un videojuego donde controlamos a un avatar que verdaderamente si salva la vida de nuestro mundo tal cual la conocemos? Manejar a una campeona cuyas acciones y las de su ejército mundial hacen que los ecosistemas del planeta sigan estables: una abeja melífera. Pues esto es Bee Simulator.

La doceava parte de una cucharadita de miel

La ficha de nuestra estrella del juego

De la mano de los polacos Varsav Game Studios, y editado por los franceses Bigben Interactive, este Bee Simulator llamó la atención en su presentación en sociedad el año pasado ¡Y no es para menos! Si, otro juego con la coletilla ‘simulator‘, de los que en nuestro portal ya tenemos algún caso que otro , y con ese punto de partida de encarnar a una eficiente abeja obrera. El proyecto fue creciendo de lo que podía haber sido un juego indie lanzado en formato digital, a lo que es ahora, un juego multisistema en edición física con una producción cuidada para lo que son los márgenes de un equipo de programación pequeño en su gran obra. De hecho, la producción es tan buena que está traducido y doblado a múltiples idiomas, incluido el español, así que la naturaleza hablará en tu misma lengua. Es lógico ya que se busca también conectar con chiquillos y este es un paso vital y muy de agradecer.

Pues nada, empezamos con nuestra abejita recién superada su etapa de larva y salida de su celdilla. Y una alegre compañera nos ayuda a adaptarnos a este mundo de miles de miembros, para cumplir nuestras funciones en la colmena como abeja melífera, y seguir una historia sencilla y divertida, que nos llevará a destacar y ayudar a nuestra melosa comunidad.

«Hola mamá, esto, Majestad, eso, Majestad»

El tono del juego es ligero y algo infantilizado en diálogos y situaciones, aunque el aspecto realista del conjunto lo alejarían de una Bee Movie y haría pensar más bien en la última adaptación CG de Wathership Down, pero aquí no tenemos situaciones tan incómodas y oscuras, buscando ese caracter de juego para todos los públicos familiar, donde niños y adultos puedan pasar un buen rato sin situaciones especialmente fuertes. Hubiera agradecido algún pasaje más dramático y realista, pero debo decir que su simpatía general me ha ganado. Hace poco hablé de un juego con un argumento oscuro y adulto que no me terminó de profundizar por mi propia insensibilidad ante historias duras y escabrosas. Y sin embargo, este Bee Simulator me ha sabido tocar la fibra por esa simpatía que no dejaré de seguir mencionando durante este texto.

Así, el look gráfico es de corte realista, en entornos, localizaciones concretas o en la enorme cantidad de seres vivos animales y vegetales que nos vamos a encontrar, y el manejo de nuestra obrera es muy sencillo y a buen seguro perfectamente conocido a cualquiera que haya jugado a cualquier juego de volar, teniendo una suerte de ‘turbo’ que se recarga con polen o alimentos azucarados, un modo de visión abeja para localizar mejor flores y plantas, y nuestro aguijón, que no perdemos por usar contra objetos inanimados y seres vivos ¡Menos mal, no es cosa de morir por reventar un globo por ejemplo!

Polen a tope, y vuelta a la colmena con él

Y el desarrollo es de un juego de mundo abierto, con misiones principales y secundarias optativas. Vamos a coger polen a saco, sea como tareas principales o por nuestra cuenta para aumentar los puntos de conocimiento -la recompensa del juego a hacer las cosas bien en misiones o traer polen a la colmena-, pero también, a perseguir a otros insectos y animales en frenéticos recorridos, a luchar contra otros insectos -avispas sobre todo-, a espantar niños plasta que pisan nuestras preciadas flores, buscar plantas exóticas, o cumplir encargos de otros animales.

Acciones como luchar, comunicarse con las compañeras o escapar de telarañas, se llevan a cabo con sencillos minijuegos, que pueden tornarse repetitivos si se abusa de ellos, sobre todo porque nuestra himenóptera no mejora atributos y los puntos obtenidos se usan para desbloquear extras y progresar en hitos y azañas como suerte de marcadores. Es bastante curioso comunicar y recibir instrucciones mediante bailes entre abejas –así es como sucede en la naturaleza-, pero cuando llevas diez bailecitos la cosa no es tan llamativa. O el orgullo de derrotar a avispas o alguna otra criatura recalcitrante en un minijuego de pulsar botones similar a los otrora de moda juegos musicales, pero cuando llevas también muchas derrotadas te termina importando poco que te encuentres avisperos por todas partes.

«Uno con mostaza y guacamole, buen hombre»

El mundo sobre el que nos movemos está inspirado en Central Park en Nueva York, con localizaciones muy variadas, llenas de humanos y fauna, como el zoológico, una granja, un parque de atracciones, embarcadero o restaurantes. De una gran extensión y lleno de elementos, la gran mayoría de veces más contemplativos que interactivos, siendo fascinante observar desde la distancia ese ecosistema humano. De hecho, la historia no nos enseña todas las localizaciones ni situaciones que este enorme entorno propone, y tras la misma, tenemos un modo de juego libre donde tanto la exploración como esas misiones secundarias ofrecen más contexto y riqueza de información ¿Que hacen esas abejas tropicales aquí?¿Por qué esa araña me está pidiendo ayuda?

«Pero ¿Donde demonios he ido a parar?»

En ese punto puede haber clara división de opiniones, porque la combinación de juego contemplativo de bella factura, con misiones más interesantes que otras, junto a una cantidad enorme de contenido opcional a investigar, crearán la experiencia y opinión de cada usuario. A mi me han rendido, pocas veces en los últimos años he estado sonriendo mientras llevo nueces a ardillas vagas, busco a una vendedora de flores en el zoo, paseo por el pelamen de un ciervo o la espalda de un rinoceronte, pico a desaprensivos que estropean el entorno natural o me echo una persecución con una mosca común por entornos más sucios que el palo de un gallinero.

A esa simpatía y calidez que me ha transmitido el título le vamos a otorgar el gran mérito que merece la banda sonora de Mikolai Stroinski, artista que sin duda sonará a muchos por su colaboración con CD Project nada menos que en The Witcher 3, o The Vanishing of Ethan Carter. Melodías de caracter abejil, con uso de instrumentos de viento, cuerda y xilófono. Recoger polen atravesando flores a toda velocidad con el turbo activado mientras los sonidos de cada flor se conectan y combinan con la melodía principal es otro momento fantástico de los que he vivido. Os convido a echar un ojo al gameplay del final de la entrada, y juzguéis vosotros esta combinación audiovisual tan interesante. Y si no sonreís aunque sea un simple segundo… es que no tenéis alma, hala, queda dicho 😀

No me gusta como me mira este pájaro…

Como nota a pie de página, la copia review que tenemos tiene un buen número de bugs -ironía y tal- que no dudo sean solventados en breve tiempo. Si no has pedido funciones del mando o teclado, si no te has visto obligado a empezar una nueva partida porque se te ha corrompido el savegame, o si no te has encontrado una persecución más chunga que las carreras del F-Zero GX de GameCube ¡ENHORABUENA! Tú juego está corregido y listo para que lo disfrutes, que lo merece mucho.

Y termino este texto con esa sonrisa casi bobalicona que me produce recordar esos buenos momentos a los mandos de mi honeybee mientras escribo estas líneas. Varsav ha conseguido un título que ha sabido rajar mi duro caparazón de adulto cuarentón y tocarme la fibra con el buen rollo que desprende este juego, y no es poca cosa.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Homerun PR