Druidstone: The Secret of the Menhir Forest me ha sorprendido. Pero no ha sido algo fácil de digerir, puesto que al comienzo fue una sorpresa agridulce, y poco a poco fue transformándose en un verdadero espectáculo. Antes de empezarlo, me llamó la atención ya que pensaba que sería un título centrado en la historia y la acción-consecuencia. Estaba totalmente equivocado, ya que Druidstone me ofreció un juego de acción táctica por turnos de una calidad altísima, dejando en segundo plano el guion. Pero me consiguieron volver a sorprender, enrevesando el relato y dotándolo de personalidad propia. No salgo de mi asombro.
Druidstone es para todo aquel al que le gusten los juegos tácticos por turnos, sobre todo a los que les gusten los retos. Mi primer error fue ajustar la dificultad en su vertiente más complicada. Solamente en la segunda misión del tutorial tuve que reducir la dificultad, puesto que no conseguí completarlo. Por ello mi primera recomendación es que os alejéis si no os gustan esos títulos en los que te ves forzado una y otra vez a repetir los niveles. Porque aquí hay de eso y mucho.
Tras una breve presentación de los personajes y de la historia -en menos de 10 minutos de exposición- pasamos al mapa, desde donde podremos elegir entre unas pocas primeras misiones donde podremos poner a prueba a nuestro equipo. El desarrollo de las misiones varía; pueden ir desde una escolta de un personaje a la destrucción de un enemigo particular, pasando por misiones contrarreloj o algunas con puzles incluidas. Muchas de ellas no requieren que matemos a ni un solo enemigo.
Si a algo me ha recordado Druidstone ha sido a ambos Divinity: Original Sin, donde muchos de los combates la primera vez son un absoluto caos; no sabes por donde aparecerán los enemigos, y todos tus personajes mueren antes de lo que desearías. Es la práctica lo que de verdad nos ayudará en un nivel, y no la subida de niveles -que explicaré a continuación-. Cada nivel es un puzle, algo que requiere de paciencia y a veces buena suerte.
Por si fuera poco, cada uno de los niveles tiene una serie de tareas extra, que pueden ser abrir los cofres repartidos por el mapa o de que sobrevivan todos los personajes. Estas misiones secundarias son fundamentales, ya sea para conseguir oro o experiencia. A lo largo de mi partida me he visto forzado a repetir muchas misiones para no quedarme varado en una misión demasiado difícil. Una de las pocas críticas que tengo con el juego aparece aquí, ya que la sensación de repetición en estas tareas secundarias no tarda en aparecer. Las mejores son las que son exclusivas de alguna misión; lástima que sea un porcentaje demasiado bajo del título.
Junto a los niveles de combate deberemos enfrentarnos a pruebas de intelecto. Ciertos niveles que solamente podremos superar usando nuestro intelecto. La mayoría son sencillos, pero suponen un respiro entre tanta misión centrada en la acción. En mi opinión las recompensas que ofrecen son demasiado pobres, pero aun así son divertidas y añaden variedad. Pocas quejas por aquí.
Subir de nivel es algo distinto en Druidstone. Se consigue subiendo de experiencia, y esta se consigue matando a enemigos. Hasta aquí todo normal, pero las diferencias llegan en el momento de asignar esa experiencia. No es algo tan simple como subir alguna característica; de hecho la mayoría de ellas se quedarán como están durante todo el juego. Druidstone nos propone tres o cuatro diferentes “tarjetas”, de las que tendremos que elegir una. Nuestro personaje tiene un número limitado de huecos donde incluir esas mejoras. Aunque las podemos sustituir, deberemos de pensar realmente bien que queremos mejorar. Así, si lo que queremos es tener más vida, lo único que hacemos es coger la tarjeta que lo indique. Pero además de desbloquear estas mejoras, también podemos asignar puntos que desbloqueamos al cumplir misiones y las anteriormente mencionadas tareas secundarias.
También tendremos una tienda donde comprar mejores objetos, que se dividen en armadura, dos armas y un accesorio. Los objetos son igual que las mejoras, y podemos usar los puntos desbloqueados en las misiones para mejorarlos. Además, muchas de las tareas secundarias desbloquean nuevos objetos para la tienda. Esto refuerza aún más lo que he explicado antes: estamos obligados a volver a jugar niveles anteriores. Esto no es malo, ya que nos daremos cuenta cómo hemos mejorado, y las cosas serán mucho más sencillas, pero es posible que a alguien le pueda llegar a molestar.
En conclusión, no puedo dejar de recomendar Druidstone. Su narrativa en un plano secundario y un tanto difusa puede alejar a los más roleros. No dispone de acción-consecuencia y la historia a primera vista es un tanto escueta -aunque esto luego esto cambia-. De todas formas, todo ello lo suple con un sistema de combate interesante, muy cuidado y con bastante personalización. Muchas cosas pueden decirse de Druidstone, la mayoría son buenas. A unos veinte euros en su estreno, es un título a tener en cuenta.
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