Un poquito de retro buenrollista hace bien al corazón y el alma, un juego bonito y simpático al que padres e hijos puedan jugar juntos sin que ambas partes se miren extrañadas y/o escandalizadas. En Panic Restaurant tenemos a un chef veterano bigotudo, alegres alimentos asesinos, dificultad de tirar mandos por la ventana, y a uno de los artífices del terror puro en los años 90. Todo en la veterana y siempre necesaria en esta sección, Nintendo Entertainment System, hacía tiempo que nuestra amada NES no se pasaba por aquí.

«¡Oooooh, me voy a poner morado!»

El año es 1992, y quieras o no, sigue sorprendiendo la longevidad de nuestra consola grisacea. Mismamente, aquí en España se estaba lanzando la Super Nintendo ese mismo año, y precisamente este Panic Restaurant llegaría a nuestro continente cuando los 16 bits estaban bien asentados y se escuchaban los cantos a lo lejos, de la generación 32/64 bits. Según la wikipedia el juego llegó a Europa a mediados del 94. Según las revistas de la época y yo, lo teníamos aquí en el 93.

Aunque el juego lleva en grande ‘TAITO’ en la caja y la pantalla de presentación, fue desarrollado por EIM, un pequeño grupo de currelas, liderados por Kenji Eno, el director de los dos D y Enemy Zero. Es un cambio curioso pasar del derroche de simpatía que desprende este juego al terror más visceral. Pero bien mirado, recorrer un restaurante con comida asesina y saltando por el aceite de freidoras, con cuchillos de cocina en el suelo, tiene su toque morboso y siniestro.

Los flanes quienes eviscerarme, no les dejes hacerlo

Donde quedaría esto sin historia ¿Verdad? Pues resulta que somos un veterano cocinero llamado…Cookie. Y el malvado y feo Ohdove nos lanza un golpe de estado, y nos quita y pervierte nuestro restaurante. El juego sufrió algunos cambios de su versión japonesa a la occidental. El más prominente es que en Japón lo protagonizaba un joven aprendiz de chef llamado Kokkun, que luchaba… dando cabezazos, frente al canoso veterano que usaba su sartén de escaso alcance que disfrutamos aquí.

Otra pequeña curiosidad, es que el malo del juego es un plato de nombre frances llamado hors d’oeuvre, cocina gabacha y tal. Pero en la traducción al japonés y al juego al inglés, pues…. añadiría también como la portada estadounidense me parece algo chunga, más propia de un Splatterhouse que del grafismo cartoon que exhibe el juego.

Saludad a Kokkun, que va a liberar su restaurante a golpe de testa

Sobre el terreno, y como os habréis imaginado simplemente por las imágenes y gifs, estamos ante un juego de acción y plataformas, NES Style, y mucho además. Cada fase es una zona del restaurante: exterior, comedor, cocina, zona al aire libre, cámara frigorífica, y el extraño y siniestro sótano, que parece más una mazmorra de Castlevania que algo que se acerque a un restaurante retorcido como las anteriores.

Seguramente sea otra de las coñas del salto entre versiones y países, pero me hace gracia que cada fase tiene el nombre de un plato o momento dentro de la comida. Y resulta que la fase ‘Ensalada’, la tercera, está en la zona de la fritanga, esquivando ollas y aceite hirviendo, y presentando a los huevos fritos entre los nuevos enemigos. O la cuarta, el ‘Pescado’, en la zona al aire libre, con pinchos morunos como nuevos enemigos, y este simpático jefe al final.

Sí, el jefe de la fase ‘Pescado’, palabrita

Entre tanto salto y luchar contra comida psicótica y objetos de cocina despiadados, tenemos items culinarios para hacernos las cosas un poco más fáciles. Pero no os creáis que mucho ¿Eh? Que los perdemos cuando recibimos un golpe. La cuchara da más alcance que nuestra corta sartén, el tenedor nos permite movernos y atacar como en un saltador, y los platos nos dan ataque a distancia si calculamos su curva de lanzamiento. También tenemos una cacerola que gira en nuestra cabeza dándonos unos preciados momentos de invulnerabilidad temporal.

Contamos además con dos tipos de zonas de bonus: las que están en medio de cada nivel y tenemos que alcanzarlas, consistentes en coger peces o huevos, esquivando los peces negros y bombas, y la máquina tragaperras entre fases. Esta funciona con las monedas que vamos pillando por las fases, y conseguimos vidas extra, recargar nuestros corazones y puntos, haciendo apuestas según las líneas… y viendo como muchas veces se van decenas de monedas sin premios, algo muy cruel.

Se le coge muchísima manía a esto, os lo aseguro

Sí, amigos y compañeras, Panic Restaurant es un juego dificultoso, empezando por el bajo rango de nuestro ataque de serie. Por ello la cuchara se me antoja como el item ideal para el juego, pero al recibir un golpe se fue por donde vino. Los puntos ayudan a conseguir vidas extras también, y claro está, corazones y vidas se recargan con items durante las fases… pero se agradecería que tocaran más premios en la maldita tragaperras, porque los anteriores no abundan mucho.

La curva creo que está bien medida, pero no quita que cada vez haya que ajustar más los saltos, golpes y la paciencia ¿Quien no recuerda a los palilleros de la última fase? Creo que estoy escuchando tacos provenientes de quienes les ha venido este bello recuerdo de golpe. Vamos a darles su merecido momento kodak.

A estos también se les cogía su ración de manía

La parte técnica tiene maravillosas luces que estáis disfrutando durante toda la entrada, pero con la sombra del flickering, también NES Style. Afortunadamente no es el TMNT de Konami, pero se nota y desluce unos gráficos y animaciones preciosos. Y sobre la parte sonora, siendo Kenji Eno alguien enfocado sobre todo a la música y el sonido… nunca, pero nunca, he tenido una música de este juego en la cabeza. Simpática y un buen acompañamiento, valga el término culinario, pero nada destacado, ni cuando he vuelto a rememorar el juego para esta entrada.

Tras una lucha contra Ohdove usando woks/sartenes voladoras, habremos reconquistado nuestro restaurante. Somos los Alejandro Magno, los Tamerlan… los Gengis Kan de la comida. Así que decidle a vuestros hijos que no jueguen con los alimentos…podrían enfadarse y asesinarlos mientras duermen placidamente ¡Bon appetit!

El veganismo es una estupidez ¡Hasta otra ocasión, amigos!