Me gusta hacer de coche-escoba. Sacar cosas ignoradas e ignotas, que realmente lo son menos dada la salud de los medios digitales. Pasa que si la semana pasada tuvimos entrada sobre la saga NBA Jam ¿Por que no hablar de ese pariente que aparece poco en los eventos familiares, pero que cuando lo hace deja su presencia? Charles Barkley, madafakas, el puto Gordo Barkley ¿Un icono de la NBA iba a protagonizar una aventura gráfica descubriendo el mundo y hablando de sus sentimientos? ¡NO! Así que «¡Barkley, cállate y machaca!», o en anglo, Barkley Shut up and Jam!

¡Los blancos sí la saben meter!

La cosa de los deportistas y los videojuegos que licencian es casi inabarcable: la chufa del Emilio Butragueño Fútbol de Topo Soft, por empezar con algo; Kevin Keegan y aquel juego de simulador de manager de fútbol; por supuesto, Fernando Martín Basket de Dinamic, con nuestro tristemente fallecido primer jugador patrio en llegar a la NBA…

Pero en los Estados Unidos de América llevan las cosas más adelante. No solo por importancia mundial de las licencias, sino por la industria del videojuego que tienen, o tuvieron, que hablamos del pasado. Así salen experimentos como el de Michael Jordan con su juego de plataformas y acción, lanzando balones; y si podía hacer de genio de la lámpara en una película horrible ¿Por qué no protagonizar un juego todavía más horrible? Pues ahí está Shaquille O’Neal con su esperpéntico Shaq-Fu. Que alguien me dispare a la cabeza ¡Por favor!

Como ya empiezo hablando de un reciclador de basuras, no vamos a esperar el oro al final del arcoíris ¿Verdad? Bueno, lo interesante barra triste es que este juego de uno de los puñeteros iconos de la NBA es un título majo y disfrutón. Hacedme caso, eso vale mucho en aquellos años de gente poniendo su cara a juegos… e incluso hoy día, la industria del marketing no se paró a finales del siglo XX ¿Le rompo a alguien las ilusiones infantiles diciendo que el capitalismo ha ido a más en treinta años?

Ah, el puto gordo Barkley. Será que cuando los segundones, o tercerones, asumimos nuestro rol, no miramos a las estrellas más brillantes. Pero Charles Wade Barkley fue uno de mis ídolos de los 90s. Verle en las Olimpiadas del 92 en Barcelona, en el Dream Team, fue genial. En las siguientes de Atlanta… pues siguió molando, el cabrón no está en el Basketball Hall of Fame porque molase poco.

Pues su videojuego llegó un año después de su primera medalla de oro olímpica. No iba a brillar tanto, pero, oye, dejó algo de carisma en un juego divertido. Porque otras estrellas no podían decir lo mismo en ambos aspectos. Y aquí lucía en 16 bits, con Super Nintendo y Mega Drive/Genesis como los portadores de este pelotazo de adquisión de licencia.

Y en 1993 estaba Accolade, que yo siempre asocio a Bubsy The Bobcat, manías retro. Pues le hicieron un juego al Gordo Barkley a la usanza de la triunfada de Midway Pero aquí venimos a jugar ¡ALL MEN PAY ON TEN!

Nos miran, nada de cuchillos ni la 9mm, madafaka.

Te venden que es baloncesto callejero, aunque estés en un torneo y algo oficial entre diferentes ciudades de EEUU. El esquema es de una cancha y un ‘dos pa dos’, como impone la fórmula a la que plagias rindes homenaje. Elijes a tu equipo de dos, por ciudad, o uno a uno ¿A alguien le puede sorprender que el único que se le reconoce, y con mejores estadísticas, sea a ‘Sir Charles’? Esto encauza el juego. Que no es muy variado en modos y opciones. Con el equipo de nuestra ciudad, vamos a las calles de otras ciudades… o alguna cancha. El diseño de Arch Rivals funcionaba bien, pero tampoco ofrecía mucho.

Botón de pase, botón de lanzar, cambiar ambos al defender, como la presión… Interesante, pero es que ya estaba el juego ese nosequé mermelada. Me gusta destacar lascas en obras aparentemente iguales, y Barkley Shut up and Jam! tenía caracter propio en lo gráfico y sonoro. Identidad y algo de desmarque… pero en lo jugable era hacer lo de Midway pero más flojo. Los mates y aniamaciones de defensa, robo o bloqueo siguen el molde. Y los escenarios urbanos, fuera de las rígidas canchas, también se agradecen.

La fórmula es sencilla, y bastante divertida, se tiene que reconocer. Simplemente, que la falta de más mimbres en diseño y opciones, y que el uso de la estrella fuera -poco- visual y testimonial, pues dejan al juego como un pez piloto nadando al rebufo de un rocual.

No debería sorprender que el año siguiente llegara una secuela. El nombre es digno del no-Trofeo a la Originalidad: Barkley Shut up and Jam 2. Así tiró, pero refinó. Porque en el mundo del videojuego esto es bastante importante. Vivimos de reciclar algo y ponerle un sombrero nuevo. Pero este era muy parecido al anterior.

Como ejercicio de reto 33bitero, hay un no-premio a la usanza de la Marvel de los 60s para quien pueda separar las imágenes de esta entrada, en los dos juegos que componen la saga. Os pasáis por la entrada del foro. No será fácil.

¡A quien le miras, hijo de puta, A QUIEN LE ESTÁS MIRANDO!

El mundo de las licencias funciona como funciona, si es que funciona. Porque Accolade cayó, porque el propio deportista que ofrecía besar el ojete de un burro también la tiene. Pero en pleno 2021, la licencia de estos dos juegos ha pasado a Piko Interactive. Claro, sin la estrella licenciada ¿Como se habrán remodelado?¿Que cambios visuales tendrán ambos Shut Up and Jam!’?

Son lanzamientos actuales, y en esta sección no destilamos esto. Pero… siempre hablamos en 33bits de estas cosas ¡Porque el retro es soberano y cuando deje de serlo le beso el ojete a un donkey -no Kong-!

Mmm, huele y sabe mejor que esta entrada retro.