La aparición de la tecnología ha supuesto un antes y un después en la sociedad, esto es un hecho innegable, la mayoría de veces para bien pero -como todas las cosas de la vida- también tiene su parte negativa. Mosaic nos muestra esta otra cara de la moneda, la de la tecnología como herramienta de control y dominio de las personas.

A Mosaic, el misterioso juego de Krillbite Studio, aún le queda tiempo para salir a la venta, sin embargo ya hemos podido probar la demo del mismo. En esta versión de prueba veremos fragmentos de lo que representará el juego final, al menos para hacernos una idea de por dónde irán los tiros en esta historia cotidiana.

En Mosaic nos pondremos en la piel de un hombre de mediana edad, uno más en esa maquinaria llamada capitalismo. Nuestra protagonista sin nombre vive en un apartamento pequeño en el que las facturas le ahogan cada mes. Se siente presionado, agobiado y sueña con poder escapar y encontrar un rayo de esperanza que le salve de la monotonía del día a día. Ese es el punto de partida del juego y el que nos va a acompañar a lo largo de toda la historia.

La demo comienza con este hombre sumergido en mitad del océano, en la más profunda de las calmas, hasta que algo le hace empezar a moverse: es el móvil con la alarma que suena de fondo y despertándonos de nuestro sueño. Tras despertarnos en la cama, tendremos que realizar la rutina básica diaria como peinarnos o lavarnos los dientes, esto es algo que se repetirá lo largo de los días, haciendo hincapié en esa monotonía de la que quiere hacer gala el juego

El teléfono móvil será la gran herramienta y casi el elemento más importante de Mosaic. En todo momento tendremos acceso a nuestro smartphone con tan solo pulsar un botón. Con él podremos realizar funciones como consultar las noticias, leer mensajes o jugar a juegos. De hecho, me sorprendí a mí mismo dedicándole un buen rato al típico juego clicker como si no hubiera mañana, al que admito que casi le dediqué el mismo tiempo que a avanzar en la demo.

Y es ese uno de los conceptos que pretende reivindicar el juego, esa necesidad de usar el móvil constantemente para rellenar los ratos muertos, cuando queremos darnos cuenta lo estaremos utilizando en las largas caminatas del apartamento a la oficina en la que trabajamos. Y cuando nos damos cuenta de eso, es cuando sentimos el puñetazo a la cara que nos ha mandado el juego haciendo un paralelismo entre el personaje y el jugador: ese hombre de mediana edad somos nosotros mismos.

Hay que decir que estamos ante un juego lento y pausado, casi contemplativo. A través de un menú contextual que recuerda bastante al de Heavy Rain podremos interactuar con los objetos y que encontremos, en especial los de nuestro apartamento, los cuales realizarán alguna opción en concreto. Moveremos a nuestro personaje con el joystick teniendo control total sobre el mismo en todo momento, pero un poco «sobre railes» hasta cierto punto, todo esto haciendo gala de unos estupendos 60 fotogramas por segundo a los que consigue llegar sin despeinarse.

Llega un nuevo día y seguimos haciendo la rutina de siempre, sin embargo ese día algo cambia: un extraño pez que habla aparece en nuestro lavabo y nos pregunta que si estamos satisfechos con nuestra vida, a lo cual podremos responder de manera afirmativa o negativa. Después de un rato de charla, tendremos que decidir si nos guardamos el pez en el bolsillo o si en cambio lo tiramos por el retrete. No sé si esta  decisión influirá en algo en el juego final, al menos en la demo puedo confirmar que no, no avanza tanto en la trama como para ver la verdadera utilidad de este pez.

Volvemos a ir a nuestro trabajo pero en esta ocasión la escena es diferente. Al salir a la calle, nuestro protagonista se queda prendado de una mariposa que se encuentra en medio de esa jungla de cemento. Ahora tomamos el control de esa mariposa en una especie de carrera de obstáculos en la que tendremos que ir esquivando coches y maquinaria pesada. Por desgracia, al final la mariposa es absorbida por una turbina y volvemos a tomar el control de nuestro protagonista. El cual sigue caminando hasta llegar a una autopista con cientos de coches y al fondo el edificio de nuestra empresa. Nuestro personaje se queda contemplando la escena y la demo llega a su fin.

Tras finalizar esta versión de prueba, lo único que tengo son alabanzas para Mosaic y Krillbite Studios. Se entiende perfectamente el concepto que pretende reivindicar pero siento que no me ha dejado ver aún todas sus cartas, estoy seguro de que todavía puede sorprender y hacer reflexionar mucho más. Quedaos bien con el nombre, porque si el resto del juego está al mismo nivel que la demo, estamos ante una de esas obras que van a dar mucho que hablar. Por mi parte, lo estaré jugando con muchas ganas desde el primer día que salga, en algún momento a finales de 2019.

 


Este artículo ha sido realizado mediante una copia cedida por Raw Fury