Volver a Grecia nunca había sido tan tentador. Han pasado nada menos que 18 años desde que Titan Quest nos enganchara con su combinación de acción, mitología y un mundo repleto de secretos por descubrir. Ahora, de la mano de THQ Nordic y Grimlore Games, llega Titan Quest II, dispuesto a traer de vuelta aquella magia que convirtió a su predecesor en un clásico… pero también con cambios y matices que invitan a pensar que no estamos ante una mera repetición, sino ante una reinterpretación ambiciosa. Tras un par de horas con él, podemos decir que la nostalgia está más que justificada, pero también que el juego quiere abrirse un hueco por méritos propios en 2025.
La premisa es sencilla pero efectiva: Némesis, diosa de la venganza, ha enloquecido y está castigando a todo el mundo, culpable o inocente. Nuestra misión, como no podía ser de otro modo, es detenerla. La dirección artística mantiene el espíritu original, con ese toque de realismo que rehuye el exceso de saturación de otros ARPG modernos, pero ahora todo se mueve sobre un motor gráfico nuevo, con una iluminación que hace que cada bosque, cada templo y cada ruina se sientan más vivos y creíbles.
La primera impresión al controlar al personaje es que Grimlore Games ha buscado un equilibrio entre la agilidad de los títulos actuales y el peso característico del original. Los combates son fluidos, los impactos se sienten contundentes y el sistema de clases -o mejor dicho, de maestrías- regresa más flexible que nunca. Podemos combinar dos maestrías de entre ocho disponibles, lo que abre un abanico enorme de estilos de juego. En apenas dos horas, ya hemos tenido la sensación de querer probarlas todas.
Uno de los grandes aciertos está en la estructura del mundo. Titan Quest II prescinde de mapas pequeños y desconectados para ofrecernos un mundo más abierto, que no de mundo abierto totalmente, pero con zonas que se enlazan de forma natural. Esto favorece la exploración y el backtracking, algo que se ve potenciado por un sistema de eventos dinámicos que hace que el regreso a zonas ya visitadas no sea un simple trámite. Nunca sabes si un grupo de bandidos, una emboscada de lobos o un miniboss te estará esperando.
Hablando de exploración, la verticalidad ha ganado peso. Ahora hay más desniveles, puentes, balcones y pasadizos ocultos que invitan a desviarse del camino principal. La cámara sigue siendo fija, eso sí, y aunque todo está estudiado para verse desde una determinada perspectiva, echamos en falta poder rotarla a placer, aunque no es habitual en el subgénero en el que nos movemos aquí. A esto se suma la inclusión de monturas, que facilitan los desplazamientos sin romper el ritmo, y que en combate ofrecen pequeños trucos, como arremetidas para iniciar un enfrentamiento con ventaja.
En cuanto al botín, estamos ante un sistema que, sin reinventar la rueda, sabe premiar el esfuerzo. Los objetos tienen más peso visual y estético, y el inventario se siente menos caótico gracias a un interfaz más limpio.
No todo es perfecto. A nivel técnico, aunque el juego luce muy bien, en estas primeras horas hemos notado algunas animaciones algo rígidas en enemigos menores y un sistema de colisiones que a veces no reacciona como debería. Tampoco ayuda que la interfaz, pese a su limpieza, todavía tenga iconos y textos que parecen provisionales. Pero estamos ante una versión previa en Early Access, y es justo decir que nada de esto empaña la experiencia general.
Donde sí me ha sorprendido es en el diseño de misiones. Más allá de los clásicos encargos de “mata X” o “recoge Y”, hay situaciones con cierto peso narrativo y elecciones menores que alteran el resultado. Esto, unido a un doblaje en inglés bastante sólido y a una banda sonora que mezcla lo épico con lo melancólico, consigue que la historia tenga un poco más de presencia que en el primer Titan Quest.
En definitiva, Titan Quest II no parece conformarse con vivir de rentas. Tiene claro que su base de fans espera un homenaje fiel al original, pero también se nota el esfuerzo por modernizar la fórmula y competir de tú a tú con los grandes del género. En dos horas, ya nos ha devuelto la sensación de perdernos por un mundo rico en detalles, pensar en si me he dejado algo por tal o cual desvío de la ruta mientras avanzo y de disfrutar cada combate como si fuera una pequeña batalla mítica.
Si Grimlore Games mantiene el rumbo y pule esos detalles técnicos, podemos estar ante un regreso por todo lo alto, uno que no solo nos transporte a la Grecia mítica de nuestros recuerdos, sino que nos haga querer quedarnos allí un buen rato más.