¡Chúpame el sillín, loser!
Ser original, destacado y diferente, mola. A veces durante un momento, a veces un poco más….Los ojos se posan sobre esa obra totalmente diferente abiertos como platos pero no mantienen largo tiempo la mirada. Bien, pues aquí tenemos el que pueda ser el primer juego de carreras de monociclos de la historia del videojuego, que con lo loco del mundillo pueda no ser así, pero si el más destacado, divertido, loco, estrafalario y totalmente único en lo suyo. Damas y caballeros, abran los ojos ante Uniracers, llamado en Europa y esta entrada, Unirally .
En el año 1994, una compañía experta en practicar la crueldad extrema con unas criaturillas de pelo verde -vulgarmente conocidos como Lemmings, sin tener nada que ver con los roedores de zonas norteñas, salvo en su afición a la muerte-, y antes de que los medios de comunicación vomitasen la frase que tantas vueltas ha dado al mundo, «puedes matar a prostitutas con un bate y robarles el dinero», DMA Design consiguieron una oda tanto a la originalidad como a la diversión y el frenetismo. Los puñeteros padres de Gran Theft Auto, antes de llamarse Rockstar North, lanzaron un puñetero juego de puñeteros monociclos. Y encima, el puñetero fue bastante bueno.
El sistema elegido y único fue la Super Nintendo, usando gráficos pre renderizados. Si, si, eso que tanto popularizó Rare con sus Donkey Kong Country, usando un diseño tan particular como acertado. En entornos laterales 2D nuestro monociclo no ‘tripulado’ por alma alguna salvo la que imprimía pasión y ganas de correr a cada contendiente de una sola rueda, tenemos que competir, tenemos que luchar en un mundo que, flipantemente ¡Tiene historia y todo! Ya que estamos en un universo creado por una entidad con el fin básico de agasajar a otra entidad de sexo opuesto con su originalidad y competición ¿Se llega a conseguir dicho fin? Bueno, los dioses sabrán. Pero lo que a nosotros nos ha llegado es que tenemos un trasto vivo con sillín y una rueda y tenemos que cumplir con cada recorrido o tipo de prueba ¡A flippear o twistear!
El juego se divide en diferentes mundos, con diferentes fases en cada uno de ellos, teniendo diferentes tipos de pruebas en cada fase: superar crono, ganar a nuestro rival, o conseguir las mayores puntuaciones ejerciendo acrobacias con nuestro monociclo. Superarlas nos otorga medallas de bronce, plata y oro, y con ellas desbloqueamos más mundos y niveles. Podemos completar un nivel, recibir nuestro bronce y que funcione para seguir avanzando, pero la plata, y sobre todo, el oro, nos abre el camino de la gloria…….y el anti-Uni……
El manejo y dinámica de nuestro aparato viviente es bastante sencillo de aprender, y complicado de dominar: las direcciones para encarar donde mira el sillín, un botón de salto, otro para hacer una acelerada rápida al mantenerlo, o una frenada -ambos usados muy poquito si quieres campeonar y dominar el juego-, y los demás botones del pad de snes están dedicados a las diferentes habilidades que nuestro protagonista de una sola rueda puede realizar cuando despega el caucho del suelo unilineal: roll y flip con los botones superiores del mando -rodar hacia adelante o hacia atrás mayorment-; twist para ‘retorcernos’ y el siempre complicado e imprescindible movimiento sobre nuestro eje horizontal.
La forma de ganar velocidad y ganar las secciones de correr es realizando dichas habilidades de forma continua pero con cabeza y astucia. Nos movemos en palitroques de colores con códigos de color que nos indican lo que ha de llegar, ofreciendo así la necesaria anticipación y que los niveles no sean un ensayo-error absurdo. De manera que dichos códigos de color nos indiquen tanto cuando llega un salto complicado, un atajo, o un loop que nos obligue a usar sabiamente las direcciones del mando para mantener la velocidad. Velocidad que, ya decimos, se consigue ejecutando habilidades con éxito en el aire, de manera que hacer un roll o un twist adecuadamente nos den un plus de aceleración que hay que mantener o incrementar con más tralla cuando nos sea posible. Podemos tener un tramo recto, indicado con ese código colorimétrico, pulsar el botón de salto, realizar una habilidad satisfactoriamente -la habilidad se mantiene mientras pulsas el botón, hay que saber cuando parar para caer bien al suelo-, y mejorar nuestra velocidad. O salir de un obstáculo, encadenar una habilidad y disfrutar del empuje extra. Cada habilidad ejecutada con éxito se acompaña de un sonido y palabra en pantalla, creando un sistema de combos enorme, viciante y muy retante, pero también, exigiendo mente fría y conocimiento de cada nivel. De poco sirve hacer un salto largo que nos permita una cadena de twist y caer a la unilínea sin saber mantener el timming. Cada habilidad proporciona una aceleración distinta, siendo la más rápida y fácil el twist, seguida del roll, y con el ‘giro tabletop‘ como Santo Grial tanto para saber usarlo en pruebas de velocidad como en las maravillosas, viciantes, y muy complicadas en sus últimos compases, fases de Exhibición.
Y es que, si durante gran parte del juego competimos para llegar al final, sea por tiempo, sea contra otro rival de color blancuzco -que la extraña historia del juego nos dice que son Uniracers que tienen que competir para cumplir deudas o designios del encelado Unidemiurgo-, los niveles de Exhibición nos proponen realizar el máximo número de acrobacias posibles para rapiñar puntos, dentro de un tipo de trazado concreto. Estas son las fases más retantes y adictivas, y donde comprendemos mucho mejor tanto el funcionamiento de nuestra Unicosa como las enormes posibilidades de su manejo, de cara a aplicar dichos conocimientos en las carreras. Porque no se trata de hacer chopocientos roll seguidos, sino que puedes hacer varias habilidades simultáneamente, cumpliendo con los preceptos de la física de los Uniciclos y el caer adecuadamente sobre la rueda del mismo en el momento adecuado, consiguiendo mejores puntuaciones, y dependiendo las medallas de las mismas, así como un muy interesante reto personal.
El interés del juego se va manteniendo merced de diseños de niveles cada vez más intrincados y de añadidos como tramos especiales con propiedades particulares como acelerar o frenar a nuestro gladiador de una sola rueda. El diseño visual de cada mundo es propio y particular, aunque a pie de pista, realmente cada mundo no tenga grandes variaciones. Aquí no hay mundos con lluvia, nieve, fuego o similares, las pistas siguen con sus ‘churros’ trazados de manera más o menos similar de un mundo a otro. La monotonía no se acerca precisamente porque el diseño de cada nivel está trabajado y ofrece siempre algo propio, se juega con la disposición de los trazados de una forma impecable. Una fase tiene varios atajos estratégicos -señalados con un breve color amarillo en la pista-, otra tiene unos loops más intrincados, otra tiene trampas y frenos…….Y luego están las pistas del anti-Uni, el rival definitivo he he he he he he he he heeeeeeeee.
Gráficamente es tremendamente meritorio como un juego que se presenta tan sencillo tiene tanto trabajo detrás, porque los fondos de diseño ‘new age’ son fantásticos, el colorido es sencillo pero hecho con verdadero arte, y las animaciones de los Uniracers son suaves, complejas y muy bien medidas. Son puñeteras carreras de monociclos con un mimo visual encomiable. Bueno, no solo visual, porque el apartado sonoro está a la altura, tanto en esa aparente sencillez, como en el enorme trabajo que hay detrás. El apartado musical te da al tímpano desde la misma pantalla de título, porque si algún Uniracero de pró está leyendo esto, recordará como servidor el tema de la pantalla del título, los frenéticos riffs de guitarra, los temas frenéticos…….con efectos sonoros soberbios como la goma chirriando antes de empezar las carreras, los diferentes sonidos ante habilidades y combos, golpes……..Esto no será un Killer Instinct en lo técnico, pero el trabajo concienzudo está ahí y hay que reivindicarlo junto a la originalidad y diversión de este título.
¡Oh, si! Encima, el juego tiene un modo de dos jugadores en pantalla partida en los mismo niveles. El split screen complicará un poquillo la visibilidad, pero la competición tanto para llegar al final como en las fases de exhibición, es un maldito vicio, un comehoras con cualquier incauto que se acercase a nuestra casa y soltase un «vale, echo un par de partidas a esto, y luego ponemos el XXXXX -juego ‘serio’ a rellenar por el lector-». Otro puñetero logro, uno de tantos de este juegazo.
No tuvo secuelas, no tuvo un impacto profundo y prolongado en la industria, ni tan siquiera se ha intentado hacer algo así en los indie…..pero Unirally queda como una joya de un material tan propio, tan especial, que todos los que la hemos vislumbrado nos ha cegado su brillo, y hasta comprendemos que no se hayan hecho más joyas con esta extraña y exótica materia.