En un género tan longevo y con tanto recorrido como el «metroidvania», conseguir diferenciarse del resto de juegos del mismo no es tarea baladí, y menos desde la enorme proliferación de juegos de corte indie que llevamos viendo desde principios de este siglo. Hoy en día y con la gran cantidad de herramientas de desarrollo gratuitas, cualquier hijo de vecino puede adentrarse en el desarrollo de juegos y ver su creación publicada en la gran cantidad de tiendas digitales que tenemos disponibles. Con Dandara, el pequeño estudio Long Hat House no solo logra marcar la diferencia, sino que además lo hace con un juego prácticamente sobresaliente -o como mínimo de notable altísimo- en todos sus aspectos.

Tras haber disfrutado como un gorrino en un lodazal del pedazo de port de Hollow Knight en Nintendo Switch -y cuyo análisis en este portal podéis leer aquí-, llevaba ya bastante tiempo sin tocar otro juego del tan famoso género metroidvania. Hasta hace unos días, cuando recibimos en la redacción de este humilde blog una clave de la versión para Nintendo Switch, que además cogí un poco al tuntun por si sonaba la flauta. Y vaya si sonó.

En Dandara tomamos el control de la diosa del mismo nombre, que despierta de su letargo para salvar a un mundo en el que, en palabras del propio estudio, «los oprimidos se encuentran al borde del olvido». Desde una perspectiva lateral, iremos avanzando por escenarios en los que la orientación espacial se ha perdido: podremos avanzar saltando a cualquier pared en cuya superficie haya sal. Y este es sin duda el principal punto de innovación que nos propone el juego. No existe un arriba o un abajo, una izquierda o una derecha. De este modo no tenemos un avance tradicional en cuanto a dirección, ya que no hay posibilidad de caminar por las paredes.


El salto entre estas paredes se hace apuntando con el stick izquierdo y pulsando el botón A. Si en esa dirección hay restos de sal en la pared -fácilmente identificables por el color blanco de la misma- y la sal está dentro de nuestro alcance, nos moveremos a ese punto. A pesar de que la forma de moverse pueda resultar caótica al principio, pasados unos minutos esa sensación se desvanece por completo.

En Dandara, la base de la que parten los referentes del género se encuentra intacta. Recorreremos escenarios con una cantidad razonable de backtracking mientras recogemos los diferentes power-ups que encontraremos desperdigados por los mismos. Sin embargo, al introducir esta nueva forma de avance, explorar los escenarios adquiere una nueva dimensión. Esto hace que el juego, a pesar de ser más de lo mismo, se sienta diferente e innovador.

Por suerte en nuestra aventura no estaremos solos, puesto que encontraremos algunos supervivientes que, como no podía ser de otro modo, nos prestarán su ayuda para desbloquear nuevos caminos o entregarnos mejoras.

No será esta la única manera de mejorar nuestro equipo y habilidades. Eliminar a los enemigos nos proporcionará partículas de sal que podremos invertir en aumentar la vida y la energía de Dandara, siendo esta sal fundamental para avanzar. Afortunadamente no se trata de un recurso finito, ya que al descansar en alguno de los campamentos repartidos por el juego los enemigos se regenerarán, muy al estilo del planteamiento que en este sentido ofrece la formula Souls.

No acaban aquí las influencias de la creación del señor Hidetaka Miyazaki que encontraremos, ya que el único modo de recuperar vida y energía -al margen de los campamentos- será en forma de viales cuyo número de usos es limitado y solo se recargan, de nuevo, en los mencionados campamentos.

Uno de los aspectos en los cuales Dandara flojea un poco es en su duración. Terminar la aventura nos llevará unas 7 horas aproximadamente. Esta duración viene claramente determinada por el tamaño del mundo, que no es lo suficientemente grande como para llegar a las cotas de duración que proponen otros indies del género como en mencionado Hollow Knight o Axiom Verge. Aunque esta carencia se suple con el perfecto encaje de todos los elementos del juego.

Cabe destacar también la notable traducción al castellano de los textos, lo cual terminar por redondear un producto de por sí excelente. A pesar de que la cantidad de textos es moderadamente reducida, se agradece cuando un juego -y más de este tipo- llega traducido a nuestro idioma.

Finalmente, debo reconocer que antes de este análisis era un completo desconocedor de esta obra del estudio, por lo que mi sorpresa a medida que lo iba jugando era mayúscula ante el nivel general mostrado en el juego. Un apartado visual lleno de detalles y con gran personalidad, unido a una muy destacable banda sonora y la forma que tenemos de movernos, ha hecho que Dandara se coloque directamente en mi top 10 de indies de esta generación. Una compra totalmente recomendada en cualquiera de las plataformas en las que está disponible, aunque sin duda y por su naturaleza la versión de Switch sea la más recomendable de todas.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Raw Fury