Where the Water Tastes Like Wine, el debut en el mundo del videojuego del pequeño estudio Dim Bulb Games, llega por fin a la eShop de Nintendo Switch. Un juego que ya vio la luz el año pasado en PC tras una larga espera desde que tuvimos las primeras noticias del juego allá por el ya lejando 2015, y que desembarca en este 2019 además en PS4 y Xbox One. Una experiencia tremendamente original que se cimenta en la transmisión y evolución de relatos e historias, aderezado con un apartado artístico sobresaliente.

Perder una partida de póker contra la persona equivocada no siempre te lleva a perder dinero. Y más si se trata de un lobo. En Where the Water Tastes Like Wine, tras morder el polvo contra este lobo -al cual le pone voz nada menos que Sting- deberemos pagarle nuestra deuda de una forma realmente peculiar: mediante historias. La forma de recopilar estas historias pasa por  viajar por todo Estados Unidos. En este camino, iremos recoger todas las que podamos y así saldar esta singular deuda.

Portando únicamente un pequeño hatillo y a pie -aunque también es posible movernos haciendo autostop o en tren-, este viaje lo haremos en una recreación tridimensional del mapa de Estados Unidos de aspecto simplista y un poco mal optimizada, para ser sinceros. El movimiento se hace algo pesado, tosco, lento y aburrido, por la velocidad de movimiento del esqueleto que hace las veces de nuestro avatar. Aunque para hacer esto algo más entretenido, conseguiremos acelerar nuestro paso al caminar silbando, en una especie de minijuego en el que habrá que pulsar el botón adecuado a tiempo.

Cada historia que vayamos encontrando se nos presentará mediante un texto que no nos llevará más de un par de minutos terminar de leer, acompañado de imágenes estáticas dibujadas a mano que ilustran lo que se nos cuenta. Estas imágenes sin duda destacan por su diseño artístico. Cómo se desarrolle la historia que se nos cuenta dependerá en bastantes ocasiones de las decisiones que elijamos durante el relato, aportando un ligero toque estratégico para ir consiguiendo los tipos de historia que vayamos necesitando en cada momento.

Muchas de ellas van acompañadas la voz de un narrador, la cual me parece muy destacable por su actuación y entonación. Muy a mi pesar, tanto los textos como el doblaje se han quedado en inglés, un inglés que además no es que sea sencillo de entender. Comprensible por cuestiones de presupuesto, aunque no deje de ser una barrera importante para poder disfrutar al completo del juego.

Cada una de estas historias podremos encontrarla en el menú del juego, quedando todas distribuidas en 16 categorías simbolizadas con cartas del tarot: de amor, amistad etc. Tenemos por encontrar más de doscientas historias por el enorme mapa, en una suerte de «hazte con todas» más propio de Pokémon que de una aventura de este tipo.

Como cualquier historia trasmitida de viva voz, éstas van evolucionando a medida que se transmiten por toda la geografía norteamericana. Iremos viendo como van adquiriendo nuevos matices, nuevos añadidos que las transformarán para profundizar un poco más en ellas, siempre exageradas. Podremos experimentar como acabarán totalmente desvirtuadas, como en el clásico juego del teléfono escacharrado. Adquiriendo matices oscuros, trágicos o deprimentes que dejan en el jugador el amargor al cual hace referencia el vino en el título del juego.

Además, cada relato está realmente bien escrito. No en vano, en su desarrollo contaron con nombres bien conocidos en la industria como Leigh Alexander o Cara Ellison.

Todas estas historias sirven para entender como era la cultura norteamericana de la época en la que se ambienta el juego, alrededor de los años 30 durante la gran depresión. Encontraremos así todos los estereotipos y clichés que se nos han transmitido a lo largo de los años a través de la literatura, la música y el cine sobre los valores del país etc.

En nuestro tránsito por los diferentes estados que componen el país no sólo nos toparemos con historias que recoger, sino con otros personajes, también ávidos de historias. Deberemos encontrarnos con todos estos personajes -hay tantos como cartas del tarot en el menú- para, contándoles los tipos de historia que nos piden, ganarnos su confianza para que nos cuenten su historia. Son realmente las historias y devenires personales las que realmente demanda el lobo, por lo que el objetivo último es recopilar lo que éstos tengan que contarnos para saldar la deuda con el lobo.

Estos personajes nos esperarán en las hogueras -marcadas con su oportuno símbolo- que hay desperdigadas por el mapa. Para ganarnos su confianza, que en realidad representan estos clichés y estereotipos que mencionaba previamente y propios de aquella época, habrá que pasar la noche conversando con ellos. Y para que no sea un «llegar y besar el santo», cada vez que hablemos con ellos tendremos un número limitado de veces para acertar en el tipo de historia que nos piden.

A pesar de que el eje central del juego son estas historias que iremos recopilando, el juego tiene un pequeño componente de microgestión para darle algo de variedad a su desarrollo. Así, deberemos estar al tanto de nuestra salud, dinero y sueño durante nuestro periplo. Al principio estas mecánicas resultan interesantes, aunque este interés se acaba diluyendo conforme pasan las horas y queda en mero trámite que deseamos acabe lo antes posible para continuar el viaje y seguir descubriendo nuevas historias que agregar a la colección.

En definitiva, Where the Water Tastes Like Wine es una experiencia muy refrescante y original, lastrada tal vez por su lentitud y, sobre todo, por una falta de traducción al castellano que supone una barrera de entrada muy grande. A pesar de ello, para mi ha sido una grata sorpresa la que me he encontrado al hacer frente a Where the Water Tastes Like Wine.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Serenity Forge