Bienvenidos a otro retro de esos de licencias. A otro retro con aroma a cómic, a icono y mitología. A diferencia de otras entradas, aquí reivindicar el excelente arcade de Taito de Superman no cobra tanto sentido, como simplemente pasar un rato entretenido escribiendo sobre el personaje y esta muy conocida y recordada recreativa. Pero también es verdad que los siempre complicados derechos de propiedad han evitado revalidar y reeditar este prodigio de los cinco duros, y supongo que a pesar de todo, si hay algo de reivindicativo en esta entrada.
El último hijo de Krypton ¿O no?
Nacido en 1938 en el primer número de la revista Action Comics, que le llevaba en la portada, obra del escritor Jerry Siegel y el dibujante Joel Shuster, fue el primer gran superhéroe y uno de los más icónicos, sino el que más, de los miles de personajes que de este subgénero de la fantasía y la acción han visto la luz. Aquí no tiene tanto sentido como en otras entradas recrearse en detalles sobre semejante figura mitológica, todos en mayor o menor medida conocen sus capacidades, origen, diseño y aspecto, y hasta su empleo humano. Aunque realmente no empezó con todo ello, se fue desarrollando con el paso de los años y múltiples aventuras. De hecho, Superman en sus inicios ni siquiera volaba, daba grandes saltos producto de que en su planeta natal, Krypton, había una mega-gravedad que hacía que al estar en la tierra pudiera moverse con enorme velocidad y soltura. Sí, es fácil pensar también en John Carter, visto lo visto.
Con ochenta y dos años a sus espaldas lo que ha vivido el personaje es, simplemente, casi inabarcable. Le tuvimos en la Segunda Guerra Mundial, pero un artefacto mágico que protegía a Hitler y su camarilla hizo que él y otros supers no pudieran involucrarse en muchas de las atrocidades del Tercer Reich. O que el Macartismo y el libro de La Seducción de los Inocentes retocaron enormemente sus aventuras y modo de actuar, de comienzos más urbanos, directos y expeditivos, a un festival de colorines y neutralidad a fin de esquivar las putrefactas polémicas que cayeron sobre el cómic comercial americano en los 50.
Pero no se podía detener al Hombre de Acero, y formando hasta una Super Familia con más personajes de sus colecciones, o mezclándose con otros héroes de la editorial, sea en la Sociedad de la Justicia de América, sea en la Liga de la Justicia de América –aunque luego haya más supers que no sean norteamericanos en según que momentos…-, mientras sus poderes crecen y le ponen a la altura de un dios capaz de colapsar supernovas y viajar por el mismo tiempo. No, no era fácil detener a esa suerte de deidad escondida tras el traje, gafas e identidad del tímido periodista Clark Kent.
Miles de amenazas y problemas tuvo que afrontar en las viñetas, como el alopécico Lex Luthor, el clásico mad doctor, reconvertido en magnate empresarial en los años 80. Y cuyo cambio de canon para meterlo en la juventud del personaje en Smallville, le costó el trabajo a sus creadores originales por una cerdada que la editorial les hizo con los derechos, y que ha tenido a sus herederos litigando durante décadas contra DC/Warner por ello, habiendo una suerte de arreglo en la actualidad.
Historias oníricas donde Superman llega a ser el presidente de los Estados Unidos, una última aventura del personaje años en el futuro, una reformulación del mito por parte de John Byrne a mediados de los 80, y la misma muerte del personaje a manos de esa fuerza imparable que fue Juicio Final.
Pero como buena deidad, tenía que resucitar, con varios supermanes por ahí también, y unas preciosas greñas que mantuvo durante años. Luego, boda con su eterno amor, Lois Lane, y hasta un hijo híbrido de humano y kriptoniano, Johnatan Kent, en honor del padre adoptivo de Kal. Mejor me salto el tema de reinicios, reescrituras, cambios en líneas temporales, viajes entre realidades…el canon ha bailado más en las últimas dos décadas que en las seis anteriores. Encima, ahora con el rumor de su paso a segunda o tercera línea en aras de una nueva línea editorial global en cómics de DC que pondrá a jovencitos en el papel de los héroes clásicos de siempre. Pero todos sabemos que más pronto o más tarde, oiremos un «Arriba, arriba y a volar», y volveremos a ver al personaje otra vez donde le corresponde.
Obviamente, un personaje así ha hecho todo tipo de apariciones y dado todo tipo de licencias. Desde seriales radiofónicos, hasta tarteras para el almuerzo de los críos. Destacando con orgullo y poderío la película de 1978 de Richard Donner, con el malogrado Christopher Reeve interpretando al personaje, sus secuelas algo menos, y queriendo desde mi pequeña parcela reivindicar Man of Steel de 2013 y Batman VS Superman de 2016, ambas de Zack Snyder, donde el ahora Geralt de Rivia, Henry Cavill sabe hacer un Superman soberbio y sólido, cogiendo el testigo de Reeve, pero dejando otro hueco para el recuerdo de la muy solvente interpretación de Brandon Routh en Superman Returns.
No podía ser de otra forma, el personaje también ha tenido un buen número de juegos, aunque la mayoría de sus juegos en solitario se han movido en el terreno de la mediocridad. El pionero fue un título de 1978 para Atari 2600 que, en lo suyo, fue un trabajo excelente. El segundo fue un título multigénero para Commodore 64 y Atari 400/800, después una bazofia para NES donde Superman se pasaba más tiempo caminando que volando, y a la cuarta surgió por fin un juego a la altura y quizás, el mejor de todos los basados en Superman.
Un Superman de veinticinco pesetas.
Diez años después de su debut en Atari 2600, y de la gran película de Donner, encima, usando cortes de temas originales de John Williams para la misma, Taito nos trae un juegarro arcade de acción, vuelo, tortazos, y hasta shoot’em up. Ya con cooperativo y todo para ponerle la guinda.
Encima, nombres de calado dentro de la compañía, nada de apoyar y publicar el trabajo de equipos menores. Con Toshiyuki Nishimura a la dirección –The Ninja Warriors, Rastan Saga– y diseño, Hidehiko Fujiwara –Darius II, Time Gal– como diseñador general del juego, ambos como cabezas de cartel. Del apartado musical y sonoro tenemos a cuatro responsables nada menos, Masahiko Takaki, Kazuyuki Ōnui, Shizuo Aizawa, Takami Asano, con trabajos emblemáticos a sus espaldas como Bubble Booble, Don Doko Don, Rastan Saga, Operation Thunderbolt, o Chase H.Q. entre muchos otros nombres.
Bien, hemos presentado a los papás de la criatura. Ahora hablemos de lo que teníamos en nuestros salones recreativos ¿Vale? Aquí un poco de historia no viene mal, más aún cuando manejamos a un personaje de cómic con miles de ellas detrás de él. Pues nos toca una invasión alienígena del malvado General Zaas ¿Cómo? ¿Que no os suena? Mmmmm, menos videojuegos y más culturilla general ¿Eh?
Chungo ¿Eh? Pues tenemos cinco fases para chafarle los planes, machacando a sus huestes. Las cinco fases tienen tres tipos de niveles: horizontales, como un beat’em up, pero volando por el escenario. Verticales, volando en scroll continuo arriba o abajo, y repartiendo leña igualmente. Y lo más curioso, niveles shoot’em up lateral usando la visión calorífica/laser de Superman y compañero. ¿Eh?¿Qué compañero? No nos adelantemos, ya llegaré a eso.
Superman puede repartir super-puñetazos y super-patadas en los niveles brawler y scroll vertical, así como usar su poder más emblemático y conocido: cargar su puño de energía para soltarla en un devastador proyectil de energía solar. ¿Que pasa? ¿Que decís? ¿Tampoco os suena eso de los cómics? Me preocupáis, gente, tenéis que culturizaros más.
Y no solo volar y repartir leña y energía, tenemos también actos de superfuerza rompiendo muros y barreras, o levantando objetos y vehículos para arrojarlos, junto a tres tipos de items en forma de joyas. Azul para recuperar vida, roja para reventar a todo lo que haya en pantalla, y amarillas para conseguir proyectiles extra sin necesidad de cargar el puño.
Pues si juntamos el cooperativo y el límite de tiempo de las fases normales horizontales, en forma de bolas de fuego que nos apremian a avanzar y no aprovechar el respawn de enemigos para conseguir items de forma contínua, tenemos grosso modo lo que ofrece este excelente arcade. La experiencia como juego es bastante satisfactoria, no siempre es fácil luchar contra enemigos que aparecen no ya a ambos lados de la pantalla, sino arriba y abajo por las mecánicas y fases de vuelo.
Algo que me parece enormemente remarcable es el carisma visual logrado en el juego, porque aunque hay licencia de DC por medio, no se utiliza un pajolero personaje de la editorial más allá de Superman. Bastante curioso ¿Precio por derechos incluso de masillas o algún malo? Porque Zaas no deja de recordar a Brainiac, y bien podría haberse sustituido por él. Con los enemigos masillas y medios, igual. Parecidos siempre pueden hacerse, pero son diseño propio de los responsables de Taito.
Por eso me parece encomiable conseguir ese apartado visual tan logrado sin usar modelos ni personajes conocidos. También, la inspiración directa para Superman, sus ilustraciones entre fases y el artwork que acompañaba a la recreativa vienen del grandísimo Curt Swan. Hacedme caso, si sois viejóvenes como yo, cualquier imagen clásica que tengáis del personaje seguramente venga de las casi tres décadas que se pasó como el más destacado dibujante del personaje, cayendo por desgracia poco a poco en el olvido en cuanto los ochenta trajeron preferencias más oscuras, frente a su estilo clásico, colorido y vital. Casi todas las viñetas de la primera parte de la entrada son de su lápiz, como pequeño homenaje personal.
Oh, y en la cuarta fase, en Washington, salen unos enemigos colgados de paredes que sueltan telarañas. Ni siquiera se me pasa por la cabeza a que puede recordar eso…
Que cuatro espadas estén acreditadas en el apartado sonoro, así como sus currículums debería dejar clara la calidad del mismo. De nuevo como con lo gráfico, es fantástico como se le saca partido a poco, porque las fases horizontales y verticales hacen uso de una versión del antológico tema de John Williams, y las fases de matamarcianos usan la pieza donde Superman y Lois viajan volando, de la película de Donner del 78. Y con esta aparente sencillez, y cortes de ambos temas para intro, entre fases y el final del juego, así como la música totalmente propia de la quinta fase, se crea un conjunto sonoro tan bueno para un arcade como tremendamente inspirado para una historia del Hombre de Acero.
Bueno ¿Y que pasaba con el Player 2? Es obvio que es el sprite de Superman, y los colores invitan a pensar que estamos ante el otrora Capitán Marvel, ahora Shazam, un héroe casi idéntico a nuestro kriptoniano pero surgido de la magia. De hecho, es que en su génesis se buscó parecerse a él lo más posible, con demanda de DC a la editorial Fawcett que lo creó, y que terminó cuando la primera absorbió a la segunda. Luego la pérdida de derechos en favor de Marvel por una falta de previsión en la renovación de los mismos, y ahora el Capitán Marvel está en la competencia, al menos de nombre.
Pero ¡Esperad! Otra de las teorías sobre esto -porque el juego no dice absolutamente nada sobre el segundo jugador, más allá de hablar en plural si derrotamos a Zaas entre los dos-, es que se trata del Superman Rojo, pero no el tan conocido elseworlds de Mark Millar, sino una rara versión de una historia añeja del número 162 de la colección de Superman, de 1963:
Y luego ya se utilizaría ese concepto en diferentes apariciones y desdoblamientos. Pero había prometido no enrollarme y no he cumplido mi palabra, así que solo me queda ponerle el broche final a esta entrada. Como dije al comienzo, los derechos divididos de personaje, autoría musical y referencias a la película, han hecho que no haya ni una sola versión doméstica de este juego. Como bien me han chivado hace un rato,-mis agradecimientos sinceros otra vez a Jose Antonio «Evil Ryu» Moreno- ni el recopilatorio Taito Legends en versión japonesa, que cuenta con 100 títulos de la compañía, lo tiene en sus filas. Ni en bazares virtuales, ni ningún tipo de reedición. Nada.
Así que como en otras entradas de mi mano, terminar con una imagen chula y el sincero deseo que quien aquí se haya acercado pueda haber rememorado buenos tiempos con esta recreativa, o simplemente, haya pasado un rato entretenido leyendo.