El 25 de Mayo, y tras algo más de un año en Early Access, desde el 15 de febrero del año pasado, concretamente, ha visto al fin la luz la versión definitiva de Liberté: Join the Revolution, un videojuego que nos propone una curiosa e interesante mezcla entre distintos tipos de juego y con un trasfondo histórico no muy explotado, habiendo llamado con todo ello nuestra atención. ¿Habrá conseguido sus objetivos tras este periodo de perfeccionamiento y retroalimentación con sus usuarios?
Liberté: Join the Revolution está desarrollado por Superstatic, una pequeña compañía polaca compuesta por tan solo seis integrantes que tienen en Liberté su segundo desarrollo. Que sean un pequeño grupo y que no tengan una dilatada experiencia lo intentan compensar con buenas ideas, compromiso y apertura a los usuarios. Tengamos como ejemplo que un usuario, tras lanzarse el juego, apuntó a la inexactitud de los uniformes utilizados en el juego para el periodo histórico en que se basa, y uno de los propios integrantes del grupo contactó con dicho usuario, historiador a la postre, para interesarse por el asunto y poder realizar los cambios oportunos.
Pero más allá de la anécdota, y no por querer defender ese aspecto concreto que los propios desarrolladores están en proceso de subsanar al parecer, hay que tener en cuenta que el contexto histórico de Liberté: Join the Revolution, no es realmente fidedigno, aunque el título pareciera apuntar a ello. Lejos de tratarse de un videojuego basado en la época de la revolución con exactitud, nos encontramos aquí con esa base pero para adentrarnos en un mundo de horror lovecraftiano con inspiración también en las obras de David Cronenberg o John Carpenter, en una combinación inédita en el mundillo hasta ahora y que, a decir verdad, le sienta muy bien al título.
En Liberté: Join the Revolution, nos encontramos justo tras la muerte del rey Louis y con cuatro facciones luchando para hacerse con el control y, en medio de todo esto, una oscura diosa que es quien nos devuelve a la vida, obviamente, con sus propios intereses en mente. Obviamente nosotros tendremos los nuestros, y deberemos tomar decisiones que apoyarán o perjudicarán a unas u otras facciones, haciendo avanzar una historia oscura, donde no hay una respuesta clara ni única.
Al despertar no tendremos recuerdos de lo que había ocurrido, y estaremos en mitad de una batalla y nos enteraremos que la coronación del que debía ser el sucesor del rey fallecido, ha sido cancelada tras el ataque de una criatura sacada de los horrores cósmicos anteriormente mencionados. Si la combinación pseudo-histórica os parece curiosa e interesante, en cuanto ponemos el foco en su propuesta jugable nos encontramos con otra combinación: roguelite con juego de cartas con base en la creación de mazos.
Para aquellos que no sepan aún qué define o diferencia a un roguelite de un roguelike es el hecho de que, en ambos, la muerte es constante y acompaña a nuestro protagonista, pero en el roguelite el progreso del jugador se mantiene en parte con cada nueva encarnación, de forma que la muerte es más otra mecánica necesaria para ir progresando lo suficiente para poder afrontar los nuevos retos.
Al comienzo del juego controlaremos solo a René, para ir poco a poco agregando integrantes a nuestro grupo, añadiendo variedad al juego al tener todos características únicas. Aparte, a medida que avancemos, podremos ir desarrollando nuestros personajes añadiendo y mejorando habilidades, a las iniciales de ataque y esquiva simples. De igual forma, tendremos una opción muy limitada de recuperación de vida, dejando bastante claro que, por muy bien que lo gestionemos, la muerte es parte del desarrollo jugable del título.
También iremos consiguiendo cartas a cada partida, que nos permitirán ir creando mazos personalizados cada vez mejores, o mejor adaptados al personaje que vaya a utilizarlos. La mecánica aquí es simple: cada carta tiene un costé de maná, tal como el famoso juego de Wizards of the Coast, Magic The Gathering. Pero, en este caso, en lugar de tener cartas específicas de maná, obtendremos el maná desechando cartas también, que nos darán el valor de maná que costaría invocarlas. De esta forma, si tenemos una carta que requiera tres puntos de maná, la forma de invocarla sería desechar cartas cuyo valor de invocación sea tres también, creando como estrategia básica la priorización de cartas que vamos a usar y descartar.
Esta segunda parte aporta un toque de variedad que palia un poco el exceso de repeticiones que serán necesarias, lo cual, al tratarse de un roguelite, no deja de ser lógico, pero en este caso y combinado con una evolución algo lenta, hacen que sea algo más pesado de lo que debería, siendo este, tal vez, el punto más débil del juego.
En cuanto al aspecto visual tenemos, por un lado, las ilustraciones, que no podemos más que calificar de excelentes en todo momento, y que nos acompañarán de forma constante en las interacciones que nos proponga el juego. Y, por el otro, tendremos el motor en tiempo real en el que se ejecutarán los combates, que se mostrará bastante más sencillo y comedido pero igualmente agradable y sin desentonar. Tal vez haya quien piense que están algo por detrás de los estándares de hoy en día, pero con ello se han podido mantener unos requisitos técnicos muy modestos pudiendo llegar a una gran parte del público.
En el apartado sonoro nos encontramos con un buen doblaje, al inglés y con subtítulos solo en inglés, eso sí, lo cual supondrá un escollo para los jugadores que no dominen dicho idioma, y también con otra mezcla interesante entre música orquestal y electrónica. En este aspecto, y si bien la música en sí funciona, la combinación es, a veces, algo desconcertante.
En conclusión, Liberté: Join the Revolution nos presenta una combinación en cada aspecto posible, en algunos casos mejor resuelta que en otra, y casi siempre apelando al gusto personal. Su principal escollo es una progresión lenta y un exceso de repeticiones combinadas lo cual lo hará algo más pesado de lo deseable, aunque disfrutable si se toma con paciencia.