Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por PLAION
En el cuadragésimo primer milenio, la humanidad se encuentra al borde de la aniquilación.
El imperio de la humanidad se extiende a lo largo de la galaxia y está bajo la amenaza de alienígenas hostiles en sus fronteras y traidores y herejes en su interior.
Se trata de una era de guerra constante, una nueva era oscura en la cual la iluminación se ve sustituida por las supersticiones, la retórica y los rezos ciegos. Vivir en estos tiempos supone ser uno entre incontables miles de billones que existen en el régimen más cruel y sanguinario jamás imaginable.
Los más poderosos y temibles defensores del Imperium son los marines espaciales: guerreros sobrehumanos creados mediante bioingeniería. Son el último bastión de la humanidad ante el horror.
No hay tiempo para la paz, no hay respiro ni perdón.
Normalmente, cuando un juego goza de cierto éxito, no se tarda mucho en anunciar la secuela. No fue, sin embargo, el caso de la primera entrega del juego que nos ocupa. Lanzado en 2011 y resultando ser una sorpresa inesperada, un juego notable que suponía un giro radical en la carrera de su desarrolladora, Relic Entertainment, cuya trayectoria se cimenta en dos pilares básicos: La saga Company of Heroes y Dawn of War, enmarcado dentro del universo de Warhammer 40,000.
En esta ocasión, y tras más de una década, Saber Entertainment toma el relevo y genera algo de confusión por su elección, desplazando a la desarrolladora original. Es cierto que Relic tenía en su haber juegos de estrategia, pero todos de buena calidad. Saber Entertaiment, sin embargo, aunque gana en número de desarrollos de calle, presenta títulos de calidad y factura irregular. Y es que dentro del seno de Saber, en realidad operan trece equipos distintos, dando lugar a productos muy variopintos.
En todo caso, la desarrolladora estadounidense ha optado, para gozo de los que se pusieron en la piel de Titus en la primera entrega, por darle continuidad a la historia. De esta forma, llevaremos de nuevo a Titus, tiempo después de los acontecimientos acaecidos al final de la primera entrega.
Sin querer entrar en un posible destripe para aquellos que aún no hayan disfrutado y acabado dicha entrega, digamos que retomamos el rol de Titus tras los acontecimientos acaecidos al final de aquel primer Space Marine, para, al poco y tras la misión que hace las veces de tutorial, darnos un nuevo objetivo en la vida para servir mejor al imperio.
Comenzaremos nuestro periplo en plena acción, en el planeta Kadaku, tratando de evitar una invasión masiva de tiránidos, y convirtiéndonos ya desde el comienzo en la última esperanza de lo que casi parece una misión suicida. Se nos arrojan, además, varios interrogantes que se irán desvelando a medida que avancemos en la trama, como qué es el proyecto Aurora y por qué es tan esencial para el Imperio.
Nada más tomar tierra, comenzaremos a ser hostigados por hordas de tiránidos mientras el tutorial durante el juego nos va indicando los controles básicos, combos a realizar, contras, ataques especiales, esquivas, combinaciones cuerpo a cuerpo con remates a distancia o ejecuciones.
Si no habéis jugado al anterior y jugáis con pad de control, puede que os llame la atención el curioso sistema de golpeo cuerpo a cuerpo por defecto, usando el botón RB y el LB para detener o contrarrestar ataques, en lugar de los típicos controles que utilizan los gatillos para la acción a distancia pero los botones A, B, X e Y -o los equivalentes en PlayStation- para lo que es la acción cuerpo a cuerpo.
En este caso, en lugar de tener dos botones de ataque cuerpo a cuerpo, uno para el ataque débil y otro para el fuerte, esto se realizará simplemente pulsando el botón de ataque brevemente o dejándolo pulsado, y de esa forma es como realizaremos los distintos combos o romperemos la defensa de los enemigos que tengan la capacidad de bloquear ataques débiles.
Con el botón de paradas, podemos, además, desestabilizar enemigos grandes si hacemos la parada justo antes de recibir el impacto o, si es un enemigo “normal”, realizar una ejecución contrarrestando su ataque. Ejecuciones que también podremos hacer a los enemigos grandes tras agotar su barra de vida. Podremos también combinar la lucha cuerpo a cuerpo con las armas a distancia, pues tras aturdir a un enemigo quedará marcado y, si pulsamos el gatillo, realizará una ejecución o un disparo que le restará gran parte de su vida.
A lo largo del juego, además, tendremos la oportunidad de cambiar nuestro arma, tanto la que es cuerpo a cuerpo como a distancia, todas ellas con diferentes características de daño y velocidad.
En cuanto a nuestra protección vital, contaremos por un lado con varios contenedores de energía de armadura que, al agotarse, nos dejará indefensos y comenzaremos a perder la propia barra de salud. Los contenedores de energía de la armadura se regeneran automáticamente tras un tiempo sin recibir daño enemigo, no así la vida. Cuando nos quiten vida, parte de la barra de salud se pondrá blanca antes de descender definitivamente, y, durante el tiempo que esté en dicha transición, aún podremos recuperar parte de la misma si nosotros mismos hacemos daño al enemigo.
Tras los primeros compases del juego, llegará el momento en que será evidente que se incentiva jugar con dos amigos, pues las misiones están diseñadas para jugarse entre tres personas. En caso de jugar solo, dos bots nos acompañarán. Por fortuna, no serán meros comparsas como ocurre en otros juegos, sino que harán bien su trabajo y, de hecho, es posible que nos salven en alguna ocasión pues si nos abaten, estaremos un tiempo en el suelo durante el cual un compañero -sea humano o bot- podrá venir a levantarnos.
La historia se irá desgranando en momentos entre misiones, pero también habrá diálogos constantes durante las mismas. Llegados a cierto punto, además, antes de subir a la nave que nos llevará al planeta, podremos acceder a una consola que nos muestre los planetas a los que podremos acceder y las misiones que nos esperan.
Una vez aterricemos, todo se sucederá de forma básicamente lineal, aunque habrá algún recoveco donde encontrar equipo o, simplemente, formando parte del escenario, y aunque las misiones no sean de mundo abierto están diseñadas que no da la sensación de ser totalmente pasillero sino de cierta amplitud.
Aparte del modo campaña, podremos escoger un modo de operaciones donde acceder a misiones especiales que transcurren en paralelo a la historia principal y que, antes de comenzar, te avisan de que puede contener destripes de la historia principal en caso de que no lleves las misiones especiales a la par que las otras. También hay un modo online llamado “guerra eterna” para aquellos que gusten de meterse al turrón contra gente por internet.
Nos encontraremos, además, cuatro modos de dificultad distintos para ajustar el disfrute del juego a todos los niveles de pericia, desde fácil hasta el llamado “ángel de la muerte”.
Técnicamente el juego está cuidado en aspectos muy evidentes, y otros no tanto pero que denotan el mimo de la desarrolladora. Visualmente no hace falta decir que luce espectacular, aunque para ejecutarlo al máximo hará falta una máquina bastante actual. Hemos podido probarlo y a 1080p con todo al máximo sin utilizar técnicas de reescalado como FSR o DLSS, se consiguen los 60 frames por segundo con una NVIDIA RTX 4060. Pero también hay que reconocer que el juego está muy bien escalado técnicamente para poder correr en máquinas mucho más modestas. De esta forma se consigue, aún con un compromiso visual evidente, que sea jugable a 30 frames por segundo en la Steam Deck.
Más allá de la espectacularidad visual de ciertas escenas llenas de naturaleza, efectos visuales de explosiones y hordas de tiránidos, hay detalles como el movimiento de las telas, cómo la sangre se nos queda impregnada tras las ejecuciones o algún movimiento especial, cómo el barro mancha más o menos nuestras ropas según lo que nos hayamos sumergido en el mismo y cómo al correr, el motor del pad vibra solo del lado del que estamos pisando en ese momento.
La banda sonora, como no podía ser de otra manera, busca ser épica, y lo consigue por momentos. Combina la tensión de las misiones, que apenas dejan un respiro, con los recesos en la base donde formar parte de las intrigas y el avance de la historia sí como de la selección de los próximos destinos. Además, tenemos la opción de seleccionar el sonido en monaural, stereo, 5.1 y 7.1 para aquellos que tengan equipos que puedan aprovecharlo. Este es un juego que, sin duda, se beneficia mucho de jugarlo con el equipo de audio adecuado, como si de una superproducción de cine se tratara.
En conclusión, y a pesar de las reticencias que podrían surgir tras el paso de tantos años y el cambio de desarrolladora, no podemos ponerle pegas al producto presentado. Técnicamente está muy cuidado y es impecable, la historia satisfará a los amantes del universo Warhammer 40,000 y, sobre todo, nos ofrece diversión a raudales y horas de juego en sus diferentes modos.