Desde que el género del survival horror se estableció en los años 90 -con honrosas excepciones anteriores como el popular Sweet Home-, hemos tenido muchas variaciones y el género ha estado en continua evolución, sin embargo siempre se ha mirado con cariño y nostalgia a aquellos primeros exponentes como Alone in the Dark, Clock Tower, Resident Evil, Silent Hill, Dino Crisis o Parasite Eve. Las particularidades de aquellos primeros títulos calaron hondo en una generación que si bien han abrazado bien todas las novedades y la evolución que ha sufrido el género, miran con nostalgia aquellos primeros títulos. El estudio londinense SFB Games, con bastante buen gusto, ha querido recuperar la esencia de aquellos juegos sin perder ciertas evoluciones más modernas que complementan las mecánicas más clásicas, Crow Country da fe de ello.
En Crow Country, nos ponemos en la piel de la agente Mara Forest, una joven investigadora que se adentra en un parque de atracciones cerrado y abandonado para encontrar a Edward Crow, el misterioso propietario del lugar. A medida que exploramos este parque desolado, descubrimos no solo la historia detrás de su cierre, sino también un trasfondo inquietante lleno de criaturas mutantes que parecen salidas de las peores pesadillas. La historia, rica en detalles y ambientación, se desenvuelve a través de notas, carteles y documentos que encontramos básicamente por todos los escenarios y que si bien muchas de ellas nos darán poca o ninguna información, otras serán indispensables para poder avanzar en la aventura.
Desde el primer momento, Crow Country nos sumerge en una experiencia de exploración con altas dosis de tensión que recuerda a los clásicos del género antes citados. A medida que avanzamos, desbloqueamos nuevas áreas, encontramos nuevos personajes y, por supuesto, coleccionamos ítems y armas para resolver los puzles y enfrentarnos a los horrores que nos esperan. Al más puro estilo del primer Resident Evil el combate se presenta como una opción más que una obligación; en muchas ocasiones, podemos optar por esquivar a los enemigos en lugar de enfrentarlos. Esta decisión del jugador que busque ahorrar recursos añade tensión a la jugabilidad, ya que, si decidimos ignorar a los enemigos, estos se volverán más fuertes y numerosos, complicando nuestras travesías.
Una de las innovaciones más notables de Crow Country y a la vez diferencia con alguno de los juegos en los que se inspira, es la forma en que se presenta la cámara. A diferencia de los ángulos fijos que caracterizaban a alguno de aquellos clásicos del género como Resident Evil y sus derivados, aquí contamos con la libertad de mover la cámara en tiempo real, lo que beneficia sobre todo a la exploración. Esta control de la cámara nos permite una búsqueda más detallada de objetos ocultos, secretos, y sobre todo notas, que están repartidos por los escenarios, lo cual es esencial por el enfoque del juego, y sin control de la cámara la necesaria exploración se volvería bastante engorrosa. No faltan los puntos de guardados fijos -no hay puntos de control automático- que nos obligarán a avanzar con cuidado.
Los puzles son otra de las piedras angulares de Crow Country. Con un diseño inteligente, logran equilibrar la dificultad sin caer en la frustración. En lugar de ser simples, cada enigma parece haber sido pensado para mantenernos en vilo, recordando a los rompecabezas de antaño que nos hacían pensar. Sin embargo, para la resolución de muchos de estos puzles sufrimos una dependencia total de las notas que encontramos a lo largo del juego. Si bien ofrecen información valiosa para avanzar -otras veces solo ofrecen más trasfondo a la historia o consejos de como jugar-, a veces pueden interrumpir el ritmo de la aventura. Pasar tiempo leyendo notas puede ralentizar la experiencia, y aunque esto se puede justificar por el contexto narrativo, sería ideal tener menos dependencia de ellas y que muchos puzles también pudieran resolverse más orgánicamente.
Respecto al combate, podremos configurar los controles tanto con un esquema moderno apuntando y disparando con los gatillos, o con un esquema clásico. No es necesario decir que contaremos con un arsenal variado -que deberemos ir consiguiendo- y que la munición y los ítems curativos escasean, al menos en dos de los tres modos de dificultad. Cuando hemos mencionado los añadidos modernos de Crow Country nos referíamos precisamente a decisiones como esta, el añadido de niveles de dificultad – Modo exploración, Horror y supervivencia, y Bandada de cuervos- donde uno de ellos, nos ofrece la aventura sin enemigos, para explorar libremente y disfrutar de los puzles y la historia. Un modo de dificultad impopular pero que puede servir para introducir a más jugadores en el género.
Visualmente, Crow Country es un homenaje a los clásicos del survival horror de la etapa de las 32 bits sin lugar a dudas. Su estilo gráfico que combina elementos en 3D con una estética de baja resolución, nos evoca directamente a aquella época inicial de los videojuegos de terror. La iluminación y los efectos de postprocesado contribuyen a crear una atmósfera inquietante con una buena sensación de desasosiego. La dirección artística es una mezcla perfecta manejada con maestría por SFB Games de los diseños más deformed y low poly de Mara Forest y los enemigos, y los escenarios bastante detalladas dentro de sus posibilidades. El apartado sonoro es un componente crítico en la experiencia de Crow Country. Los efectos de sonido, desde los pasos de los enemigos hasta la música ambiental, se combinan para crear una atmósfera inmersiva que aumenta la tensión en cada esquina.
Crow Country es una carta de amor para los fanáticos del survival horror clásico, una aventura sobresaliente que captura la esencia del género a la perfección. Su historia intrigante, jugabilidad sólida con elementos clásicos y modernos, y presentación visual nostálgica la convierten en una experiencia memorable. No inventa nada nuevo, ni es perfecto -esa dependencia excesiva de las notas para casi todos los puzles puede cortar el ritmo a jugadores con más nervio-, pero definitivamente ofrece un viaje emocionante y aterrador que recordaremos durante bastante tiempo. Los niveles de dificultad disponibles deberían servir para contentar a todo tipo de público, y las entre 6 y 8 horas que dura la aventura seguro que nos deja con ganas de que los chicos de SFB Games nos traigan otra pequeña maravilla como Crow Country.